RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Junio de 2012

Izquierda y desgobierno

 

Tuvimos que entregar el progreso y bienestar de 8 millones de habitantes y la grandeza de nuestra capital para darnos cuenta de algo que ya estaba comprobado por la historia. Tuvimos que entregarle Bogotá a los socialdemócratas por más de una década para comprobar que ellos no están llamados a gobernar.

Y no solamente digo que no están llamados a gobernar por haber frenado el desarrollo “inercial” de las buenas administraciones anteriores que sacaron de la miseria y del anonimato internacional a esta ciudad o de la corrupción a la cual nos vimos abocados por el desenfreno y el apetito burocrático y contractual sino porque hoy más que nunca se evidencia que el desenfoque de gobierno, la falta de preparación y de liderazgo y la incapacidad de gestión de la socialdemocracia en lo que hace a la administración y gobernanza de una ciudad, ora de un Estado, es más que evidente.

La seguridad política y jurídica es ninguna; el resentimiento social evidente y la ausencia de conocimiento sobre el concepto de ciudad cabalgan en el ambiente y en el corazón de las personas.

Sabemos de lo mucho que puede hacer el odio en un izquierdista, exterrorista y desadaptado social como Gustavo Petro, Vera Grave, Antonio Navarro entre otros. Me refiero a que bien conocemos por sus hechos los secuestros, las muertes y el desasosiego que pueden producir, incluso, hasta arrodillar a la justicia para demandar justicia. Ahí están y estarán siempre los hechos. Pero lo que aún nos quedaba por explorar, para dizque darle espacio político a una izquierda ausente y desamparada era entregarle la administración pública a quienes lo único que aducían a su favor es haber ensangrentado nuestra existencia, no a quienes más conocían la ciudad, o más comprobadamente habían desempeñado cargos públicos, o a los mejores ejecutores y gestores del sector privado, ¡No! Se la entregamos a reconocidos exterroristas para que hicieran lo que se sabía de antemano: ¡NADA!

No es solamente el talante pendenciero, mentiroso, beligerante, pugilista y totalitario de Petro lo que se debe fustigar sino también la inconsciencia colectiva del 33% de ciudadanos insensibles y desalmados que proclamaron la pírrica victoria de un Don nadie para que hiciera nada distinto a generar más odio y rencor en nuestra comunidad.

Es hora, a través de la revocatoria del mandato, de que la ciudadanía debe recobrar su dignidad.

*Presidente de la Corporación Siglo XXI