RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Septiembre de 2013

La tiranía de la izquierda

 

Tautológico,  de Perogrullo y por ende innecesario. Así se replicaría la titulación de esta columna de parte de cualquier atento lector. La izquierda, -salvo aquellos reductos democráticos- es siempre tiránica pues su credo así lo enseña y toda vez que esta forma de gobierno es parte esencial de su doctrina.

Cuando se cree que, como lo decía Mussolini en su radical juventud comunista, “el Estado lo es todo, es el absoluto y, el individuo es lo relativo, lo inexistente”, la tiranía florece cual podredumbre en tiempos violentos.

Gustavo Petro proviene de la extrema izquierda. Poco se educó en disciplinas productivas y mucho aprendió de matanzas, saqueos, robos, extorsiones, tomas de palacios y embajadas y, quizás, de negociaciones con narcotraficantes. Esa es, para él, “la universidad de la vida,” como si la vida estuviera compuesta exclusivamente de violencia, odio y destrucción.

Ahora que llegó al poder, a ese excelso lugar de mando donde la palabra poco importa y las correctas ejecutorias son las que cuentan, el burgomaestre resuelve tiranizar. Bajo las banderas progresistas de la inclusión y el pluralismo decidió sacar por decreto, esto es, de manera unilateral, el Plan de Ordenamiento Territorial de la capital.

Más de ocho millones de habitantes están sometidos a esta norma que regula, nada más ni nada menos, el territorio, es decir, es la norma que nos indica dónde podemos estudiar, dónde podemos trabajar, cuánto podemos construir, con qué tantos parques, andenes, ciclovías, alamedas etc… podemos contar, entre otros esenciales aspectos. Lo expide solitario en su inmensa oficina del Palacio Liévano, sin debate, sin oír las voces técnicas, sin permitir que la disidencia, las minorías de gobierno y la oposición se pronuncien. Lo expide con la precaria legitimidad que lo acompaña pues más de dos terceras partes desaprueban su gestión y el 78 por ciento de los bogotanos quiere su revocatoria.

Tiraniza, excluye, avasalla sin ecuaciones democráticas y fórmulas de consenso. Para eso fue educado en las filas de la izquierda: para mandar e imponer sus ideales políticos, incluso, contra la vida de los demás, de ser necesario.

Ayer empuñó las armas para acribillar a quienes no estaban de acuerdo con sus posturas y creencias de gobierno. Hoy lo hace desde el pupitre de mando mediante dictatoriales decretos y a pesar de que la mayoría del cabildo distrital se opuso a ello. Lo hizo a sabiendas de que los técnicos se lo vetaron y sin empoderar a la gente con su decisión.

Así son los gobiernos de izquierda. Así son los socialdemócratas. Así vemos cómo nos destruimos y carcomemos. Así de negro es nuestro destino.