Sentimientos encontrados | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Marzo de 2017

Estos días con motivo de la suerte en escenas internacionales de compatriotas colombianos, el país ha estado conmovido. Uno de los casos fue el cumplimiento de la sentencia por haber sido sorprendido con un cargamento de coca, conducta que de acuerdo con las leyes de China es penado con sentencia de muerte. Fue juzgado con arreglo a las leyes vigentes en ese país y mal podría Colombia pretender intervenir; parece que este compatriota estuvo rodeado de las garantías procesales usuales en estos casos. Se puede tener la opinión que se quiera con respecto a la pena de muerte pero existe allá y es aplicable a las personas que se hacen, por su conducta, acreedoras a ella.

No valieron las solicitudes de clemencia por parte de las autoridades nacionales que no podía pasar de ahí, como un deseo y manifestación de apoyo a un compatriota en apuros, sin inmiscuirse en la manera como se desempeña la justicia en ese país; a Colombia no le hubiera gustado la intervención de cualquier país, por amigo que sea, en su justicia que es uno de los poderes públicos independientes. Lamentablemente nuestro compatriota fue ejecutado; a todos los colombianos les llenó de tristeza que esto hubiera sucedido; afortunadamente a nadie se le ocurrió denostar de las autoridades judiciales de China por esta razón. Nadie se atreve a decir que esta fue una flagrante injusticia sino la aplicación de las leyes de un país amigo a un desafortunado compatriota.

Como si esto fuera poco, nos llegan de los Estados Unidos las noticias originadas en la justicia de ese país que tiene que ver con la situación de un ciudadano colombiano que resolvió irse a ese país, una vez supo o se imaginó que la sentencia de la Corte Suprema de Justicia no le sería favorable. Luego de un juicio que tuvo pendiente a toda la opinión pública colombiana, efectivamente le fue desfavorable. Se dio a conocer apenas el Dr.  A. Arias había abandonado la nación y la sentencia en su contra está en plena vigencia. No es del caso opinar sobre el fallo que le fue impuesto. Seguramente la justicia norteamericana sí lo ha hecho, como se puede inferir del tratamiento que se le ha dado desde cuando se convirtió en huésped voluntario de ese país.

Su punto de vista sobre su condición de asilado o exilado político no ha tenido éxito; más bien se le califica como un evadido de un sistema judicial que lo juzgó por una conducta considerada no la más adecuada para un miembro del gabinete ministerial que condujo al reparto generoso de ingentes sumas de dinero a favor de una buena cantidad de finqueros.  Dispuso en forma poco ortodoxa de recursos del Estado. La noticia que nos ha conmovido es que las autoridades norteamericanas han dicho que no puede estar en libertad allá, mientras no se defina si se le envía de regreso a Colombia, a menos que cumpla con unos requisitos difíciles de satisfacer. ¿Volverá A. Arias a la cárcel en Estados Unidos mientras se define si es devuelto a Colombia a cumplir su condena?  Ojalá no sea así.