Situaciones coyunturales | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Junio de 2017

¿Por qué será que entre nosotros para poder llegar a soluciones normales en la vida las cosas deben hacerse a las malas?  Entre particulares suele ser así en algunos casos, de lo contrario habría menos congestión en las cárceles, no es infrecuente que cualquier reunión que no se promueve  en confrontación, termine a las malas. La celebración de fiestas familiares, como el día de la Madre, terminan generalmente en forma amable con el agasajo que corresponde, pero la intemperancia en muchos casos es la chispa que inicia el renacimiento de rencillas anteriores.

Pero más allá de las celebraciones familiares no acaba de entender el observador desapasionado, cómo una celebración colectiva como es el triunfo de nuestros deportistas en escenarios internacionales, fuera de estimular el legítimo espíritu patriótico también estimula bajas pasiones que no dejan de terminar en actos de barbarie, como fue la celebración colectiva del triunfo en un partido de fútbol del equipo de Colombia, en Buenos Aires,  al campeón argentino de tantas campanillas, por un abultado marcador. Ello no solamente estimuló el orgullo nacional, sino que este hubo de ser rubricado con la muerte de una cuantas personas al calor de la celebración.  Tampoco se nos puede olvidar el crimen cometido en un conocido jugador de nuestro equipo que tuvo la mala suerte de anotar un autogol en el campeonato de Estados Unidos; eso no le fue perdonado y aquí sucumbió víctima de algún desadaptado que no  comprendió que era un simple juego.

Los reclamos y solicitud de reivindicaciones de quienes trabajan honradamente no es cuestión que no tenga simpatías entre los colombianos.  Lo que no la tiene es la violencia que por sus derechos ejercen quienes están al cuidado de nuestra infancia y juventud, pudiendo desempeñarse honrada y dignamente sin tener que llegar a las vías de hecho para hacer visibles y notables sus deseos y aspiraciones.

Todos los colombianos deseamos que los maestros de desempeñen dignamente en su vida. Ellos tienen necesidades como todos nosotros; ellos son en general trabajadores abnegados y dedicados a su oficio de orientar y enseñar a los niños para desempeñarse en este pícaro mundo de la mejor manera posible. He sido testigo de cómo en zonas muy alejadas de los centros urbanos  trabajan abnegada y patrióticamente para desempeñar sus tareas, muy conscientes de la responsabilidad que se les ha otorgado. Si fueron tan beligerantes, estimulados por sus dirigentes a quienes se les ha dado una tremenda responsabilidad, ¿qué podremos  esperar ahora que el Gobierno, agotados todos los medios de persuasión, se ha dispuesto a fijar niveles salariales que  no se acercan a sus aspiraciones o las de quienes los dirigen, pero que es un reconocimiento a las tareas que desempeñan?  Los antecedentes no nos permiten pensar sino que se avecinan días de turbulencia y de mayores parálisis, cuyos principales perjudicados son los alumnos.      

Viendo esta problemática,  en términos de la situación del país, podemos asegurar que se trata de maniobras que coinciden con la próxima terminación del período presidencial. A estas alturas todo aquel que quiere posicionarse en el esquema de acción próximo, le pierde el respeto al presidente y pone su granito de arena a afectos de que su índice popularidad sea elemento de juego para sus aspiraciones de ubicarse de la manera que considera más adecuada.  Así somos y con seguridad así lo entiende Santos. Buenaventura, Chocó, la Goajira, etc. así como no les falta razón en sus reclamos, les sobra falta de respeto y consideración para con el Jefe de Estado.  Sin situaciones coyunturales, dirán los expertos en estos manejos.