Tauromaquia, ¿sí o no? | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Enero de 2017

Algunos de los acontecimientos que se han sucedido en los últimos tiempos en estos contornos generan a quienes los observan y analizan con ánimo desprevenido, si esa actitud es posible, que algo está sucediendo entre nosotros, pero como estamos acostumbrados actitudes que riñen con la decencia, las buenas maneras en otras latitudes serían interpretadas en forma diferente.  El temperamento de nuestra sociedad sería calificada en forma poco tolerante y más bien severa.

No quiero manifestar ni poner de presente mi afición a las corridas de toros;  los cuatro o cinco años en los cuales la inmensa minoría que gusta de este espectáculo, se vio privada de él no fue motivo de sufrimiento ni de amargura. La verdad sea dicha es que nos hubiera gustado ver y admirar a los grandes del toreo de la época que siempre han venido a la Plaza de la Santamaría así como a los ejemplares de las estupendas ganaderías de reses bravas;  Manolete. Domingo Ortega, los Dominguín, Paco Camino, son a algunos de los que pudimos ver y admirar, así como las ganaderías Mondoñedo. Las Fuentes, Clara Sierra, Vistahermosa, y otras fueron objeto de admiración y crítica.

Algunos de los aficionados que no se contentaban con ir a la plaza sino que  presenciaban la llegada de los toros, el sorteo y pronosticaban la lidia que cada uno de ellos daría La manera como cada uno de ellos salía a la arena daba lugar a serios vaticinios  y predecir con dejo de  seguridad, la manera como se habría de comportar en el ruedo. Tener la suerte de estar cerca de unos de estos aficionados era toda una lección de tauromaquia, pues recibía lecciones sobre todo lo referente a la fiesta brava que tiene la virtud de, en casi todos los casos, hacer caso omiso de todos los pronósticos de los sabihondos y desconocer los pronósticos de los verdaderos aficionados.

De esto fuimos privados quienes gustamos de esta fiesta bárbara; solamente ahora, ya liberados de la sabia, oportuna,  e inteligente dirección del estupendo ahora  exalcalde  Petro,  la inmensa minoría de aficionados ha podido volver  disfrutar del sufrimiento de los toros armados de casta y bravura enfrentando la fuerza bruta a la inteligencia y sapiencia del torero. Dicen los que saben que los toros no sufren en el ruedo pues su bravura los hace inmunes al dolor; aceptado, es un espectáculo que linda con la barbarie. Eso no les da derecho a los anti taurinos  a maltratar a quienes no les gusta. Los toreros también sufren al exponer su vida en cada uno de los lances de la lidia. No son pocos que han muerto o resultado malheridos gracias a las cornadas.

Respetamos a quienes tienen opiniones que no se compadecen con las de los taurófilos pero eso  no les da derecho ni a insultar ni a maltratar a quienes en uso de su libre albedrío difieren de ellos. Maltratar a quien no está de acuerdo, es una enfermedad social que es necesario combatir y erradicar. ¿La guerrilla tendrá algo que ver con esta enfermedad? ¿Qué nos está pasando?