Un programa para reemplazar el PAE | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Octubre de 2020

Pregunta Jesús:"¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?" (Lc. 11, 11-12). La respuesta es: ninguno. Pero no en Colombia. Aquí hay un Programa de Alimentación Escolar (PAE) cuyo fin es “contribuir con el acceso y la permanencia escolar de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar, que están registrados en la matrícula oficial, fomentando estilos de vida saludables y mejorando su capacidad de aprendizaje, a través del suministro de un complemento” alimenticio.

Establecida la alimentación escolar desde el gobierno de López Pumarejo, fue evolucionando lentamente hasta volverse un monstruo de mil cabezas al que le interesa enriquecerse y no la alimentación de los niños, algunos de los cuales solamente comen lo que les dan en la escuela o colegio. En 2011 se trasladó el programa al Ministerio de Educación (MEN) y. más tarde  se inventó un adefesio que fue la creación en los establecimientos educativos de los Comités de Alimentación Escolar con un sistema complejo de elección. La cosa no funciona porque la alimentación la suministran contratistas que llaman operadores y que hoy son una mafia extendida por todo el país, la misma que toma fotografías a los niños con un plato de comida al frente que luego les quitan, que suministra alimentos viejos o podridos y carne de burro o caballo. Nunca se ha podido o querido cambiar el sistema.

Pero hay una manera de hacerlo: las cooperativas escolares. Sería un sistema en el cual los padres de familia, por el solo hecho de matricular a sus hijos (ojalá gratuitamente para los estratos 1 y 2) entrarían a formar parte de una cooperativa sin ánimo de lucro en cada centro educativo, cuya función principal sería la de hacer los contratos con el MEN para suministrar la alimentación a sus hijos. La cooperativa sería manejada por los mismos padres y supervisada por el rector y el gobierno.

El MEN o el ICBF tendrían que diseñar los estatutos de las cooperativas, los modelos de contratos, los programas de contabilidad, el sistema de informes y, lo más importante, capacitar a las madres de familia que, con un salario, se encargarían del trabajo diario. Las madres no van a dar a sus hijos un escorpión en lugar de un huevo. El sistema impediría que se sigan robando la plata y, sin duda, las madres a cargo se encargarían de hacer lo mejor posible. Pienso que hoy el ICBF tiene capacidad para controlar todo.

Al final, ¿por qué no?, estas cooperativas podrían encargarse de la compra y suministro de útiles escolares y uniformes para los estudiantes.

Sólo se requiere voluntad y un poco de imaginación y nos sacudiremos a las mafias.

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Coda uno: ¡Qué de buenas el partido de la U! Se van Barreras y Benedetti.

Coda dos: “Los fallos se respetan, pero las fallas se discuten”, dijo Duque.  Hay que acatar, pero eso no impide atacar. Si el fallo es malo, y muchos lo son, se pueden discutir.

Coda tres: No sé si Gaviria, el jefe del partido liberal, ya presentó su demanda ente la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre Santurbán. Pero, por si su abogado no lo sabe, solamente la CIDH puede presentar demandas ante esa entidad. Hay que leer el Pacto de San José. Lo mismo vale para Cepeda y congéneres que creen que la Corte Penal Internacional es un reemplazo de los tribunales internos y no han leído el Tratado de Roma.