Un propuesta de Navidad | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Diciembre de 2018

La Navidad es el más claro de los momentos para ser expresivos con detalles, luego de un año de logros y desdichas, y propiciar encuentros con la familia y también con el amigo, el necesitado, el empleado, el jefe, el compañero y hasta el desconocido. Para el católico son manifestaciones de ese amor divino encarnado, como dice nuestra tradicional Novena de Aguinaldos.

No obstante, en este afán, la Navidad se ha convertido en la época del año de más atafago, cuando su verdadero sentido es la serenidad. Esa de la Noche de Paz, del portal y el pesebre. Así las luces, que hacen un llamado a su significado, empiezan a encenderse al inicio de noviembre y  las vitrinas no se quedan atrás para pintarse de esta época -que no da tregua como su mejor temporada del año-.

Se desmantelan entonces, de manera acelerada, las brujas de octubre para darle entrada a la Navidad. Y se pasa del fantasma al Papá Noel en calles y tiendas y en los rincones de las casas, con afán, se arma el arbolito. Se prepara así su colorido comercial el primero de noviembre -fecha que no tiene que ver ni con el Adviento, de comienzos de diciembre, que es la preparación para la Natividad, ni con el día de la Inmaculada Concepción, popularmente el día de las velitas-. Sí, en muchos hogares colombianos, se ha retomado la tradición de la Corona de Adviento, en general de pino, con sus tres velas moradas y una rosada, una por cada domingo hasta la Nochebuena, como momentos de reflexión hasta la celebración del nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre.

Esta típica congestión navideña no solo es por la avidez comercial sino también porque, al menos en Colombia, todos los cierres del año se juntan. Por el lado del gobierno, el legislativo, previsto para terminar sesiones el primer día de la Novena, generalmente se va a extras para aprobar lo imprescindible; las entidades del Estado apresuran la ejecución rezagada de gastos; hay que pagar las primas y bonificaciones de empleados, preparar las vacaciones de Año Nuevo, las Notarías suelen estar atestadas para miles de firmas de acciones por formalizar, se citan a Juntas extraordinarias, las fiestas de fin de año empresariales no se hacen esperar, los niños en los colegios hacen sus presentaciones solemnes, los universitarios presentan sus exámenes finales, las fundaciones corren a demostrar su objeto, los bancos se aprestan a organizar horarios extraordinarios y las empresas procuran tener su mejor ejercicio  contable y fiscal. Todo al mismo tiempo.

Si se desligaran los cierres ejecutivos del calendario romano -de enero a diciembre, o en otros términos del Año Nuevo- como el contable y el fiscal (como lo es en Estados Unidos) y también el legislativo y los períodos escolares, tal vez tendríamos una Navidad más serena, más amplia para el encuentro con los demás, para muchos de nosotros más devota, y podríamos aprovechar el hermoso sol decembrino bogotano con más tranquilidad y armonía. Feliz Navidad para todos.

 

Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com