La industria de las criptomonedas es el coco que está cayendo. En 2022, los inversores que creyeron en estas monedas digitales vivieron una caída dramática en los precios y su consecuente pérdida económica. Ahora, quedó más que claro que al gobierno americano, mucho no les simpatizan las cripto.
En la década de los 80 hizo carrera un adagio: ‘vives mientras no molestes al Tío Sam’. Eran los tiempos de la Guerra Fría y esa expresión hacía referencia a que las industrias que florecían o se marchitaban dependían de qué tanto les gustará a las autoridades de Estados Unidos.
Pues bien, todo parece indicar que el crecimiento de las criptomonedas dejó de parecerle algo útil al gobierno de Estados Unidos. La estrategia que ha implementado el Tío Sam es la de siempre: mayores controles, restricciones y sobre todo inicio de sendas investigaciones federales contra las cabezas del negocio cripto. Poco a poco se ha minado (vaya casualidad) la credibilidad en las monedas totalmente digitales.
Hace algunos días se conoció que el gobierno americano les abrió una investigación a dos empresas: Coinbase y Binance. Casualmente, los procesos legales no se han dirigido en ningún momento a Bitcoin. Según los expertos, porque tiene un modelo diferente y no ha utilizado los famosos Tokens para hacer la intermediación.
Pero ¿qué hay detrás de esta guerra silenciosa? En una palabra: estabilidad. En el primer trimestre del año, se quebraron tres bancos en Estados Unidos y estuvimos a punto de vivir un colapso financiero de proporciones épicas. Por lo que el Gobierno Biden tuvo que tomar medidas de choque. Una de esas medidas fue, precisamente, deslegitimar a las monedas digitales.
Las autoridades quieren estabilidad en medio de una posible crisis financiera. Los bancos tradicionales, sobre todo los más pequeños, están viviendo tormentas que, si no se controlan, pueden tener efecto dominó y terminar en catástrofes. Por esto, por debajo de la mesa, les han pedido a los gobiernos que pongan en cintura a las cripto que se habían vuelto un dolor de cabeza y una fuente de pérdida de clientes.
Por supuesto, las empresas de criptomonedas tienen muchos pecados encima. En 2022, fuimos testigos de abusos y excesos que llevaron a la quiebra y hasta a la cárcel a los principales gerentes de estas organizaciones que, al final, tenían una tendencia a la captación de dinero ilegal.
Los expertos dicen que la industria de las criptomonedas está viviendo su momento crucial. Si logra sobrevivir a la enemistad del gobierno estadounidense el futuro puede ser prometedor. La otra tesis es que en el mediano plazo las cripto vuelvan a ser un mercado marginal y pequeño. Veremos qué depara el futuro.