“La verdad los hará libres”, dijo Jesucristo (Jn. 8, 32), quien es “camino verdad y vida” (Jn. 14,5). Pensar poner bases a la paz en un país buscando esclarecer la verdad de lo sucedido, para concluir cuales han sido las raíces del bien y del mal, es tarea importante, pero que exige gran serenidad y máxima imparcialidad, para llegar a resultados confiables. Se han creado ya Comisiones de esclarecimiento de la verdad de lo acontecido en Colombia en los últimos decenios, pero con notorias fallas al no tener entre los investigadores genuinos representantes de la Iglesia Católica, que tanta presencia ha tenido en nuestro País, y cuyos integrantes han sido autores de bien y de mal.
Es preciso que en este empeño de llegar a la verdad de los hechos se tenga ponderación para tomar como base declaraciones y documentos realmente fidedignos, y no plegados a parcialidades. Es preciso que no se acepten hechos con miras a señalar errores y crímenes de una sola tendencia agravándolos aún, al tiempo que se mencionen negativos de tendencia contraria, minimizados o negados, o exaltados como “contribución al bien de la nación”.
Un caso en el que se están presentando las más contradictorias versiones es el del asesinato, en Armero, del Padre María Ramírez Ramos, a quien está exaltando el Papa Francisco a la dignidad de Beato. Serios historiadores como el Padre Daniel Restrepo S.J., han narrado su muerte como la de un mártir, a manos de turbas enfurecidas ante el asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, ante falsas acusaciones a los dirigentes de la Iglesia Católica, señalados como cerebros de los crímenes contra el pueblo. Todo fue planeado por el Comunismo Internacional por sus máximas directivas, desde Budapest, con propósito comprobado del llamado “bogotazo” de boicotear la Conferencia Panamericana reunida en esos días en Bogotá, derrocar al Presidente de derecha Mariano Ospina Pérez, y atacar la Religión Católica, “opio del pueblo”, según el marxismo.
Esos hechos pueden y deben ser comprobados, no para sembrar odio sino para precisar la verdad, y que haya petición de perdón y ofrecimiento de renunciar al crimen de parte de los todavía admiradores de la mencionada ideología anárquica y destructora, y, así, ofrecerles el perdón como hizo el Padre Pedro María a sus verdugos. Lamentablemente, personas como Gloria Gaitán, hija del gran líder Jorge Eliécer, se ha dedicado a denigrar de este dignísimo Beato, presentándolo, calumniosamente, como incitador de la violencia, y quien niega todo nexo del Comunismo, con su muerte, y del momentáneo enceguecimiento ante el religioso de unos amigos de Gaitán en Armero, por causa de las arengas comunistas. Ha sido hecho seriamente estudiado en el proceso de beatificación del Padre Pedro María, quien fue, ciertamente, asesinado “por odio a la fe”.
Que una imparcial Comisión de la Verdad pese los argumentos de lado y lado en casos como el del Padre Pedro María, que se respete su memoria y que se pida, sinceramente, perdón, como lo hicieron en buena parte gentes de Armero, al poco tiempo de esos hechos. Respetuoso fue el funeral del Padre Pedro María que se llevó a cabo en Armero al año de su muerte, con sencillas gentes avergonzadas del macabro crimen de su pastor.
Que en este caso, como en tantos más, sea quien sea responsable, quede versión real de lo acontecido, y no se aproveche, como en manera alguna lo he pretendido Yo, para despertar odio y venganza, sino llamando a humilde y contrito reconocimiento de unos hechos, con empeño de reconciliación, acercándonos a una verdad que sea real camino hacia la paz.
* Obispo Emérito de Garzón
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