¡Explique, Canciller !
Gracias a la denuncia frontal de nuestras Fuerzas Militares se supo hace un mes que algunas de esas cuadrillas de las Farc que se dan la buena vida en Venezuela ingresaron a territorio colombiano, les quitaron la vida a 12 de nuestros soldados que estaban colaborando en la reparación de redes de energía, y regresaron orondos a sus campamentos de origen.
Como en esta ocasión les resultaba muy difícil hacerse los de la vista gorda, el Presidente, el ministro de Defensa y la Canciller mostraron su sorpresa, hablaron por teléfono con el régimen bolivariano, se renovaron sus afectos y reiteraron, una y otra vez, como suelen hacerlo desde hace dos años, su firme voluntad e indeclinable compromiso en la lucha contra todo tipo de terrorismo.
Acosada, eso sí, por el drama de las familias y por unos medios informativos que esta vez honraron altivamente la memoria de cada una de las víctimas, la Canciller no tuvo otra opción que irse a Venezuela a repetir la pantomima de reunirse con Maduro y expedir un comunicado conjunto en el que, sin siquiera sonrojarse, los gobiernos exhibieron su inquebrantable decisión de enfrentar conjuntamente los desafíos del terror.
El propio ministro de Defensa de Chávez, general Rangel Silva, resolvió dejar por unas horas su vida palaciega en Caracas y para minimizar las versiones que lo ligan íntimamente a la guerrilla, se fue a la frontera y dio cátedra de militarismo populista anunciando que desplegaría 3 mil tropas para capturar a los bandidos.
En efecto, pocas horas más tarde, apresó a diez humildes labriegos y comerciantes colombianos y lanzó al mundo la noticia de que esa era la prueba incontestable de la eficacia venezolana en la lucha contra las Farc.
Pero, claro, según cuentan nuestros propios ciudadanos, y lo corroboran tanto la Defensoría del Pueblo como Medicina Legal, ellos fueron llevados a una base militar cercana a la frontera y fueron torturados con la idea de que confesaran su participación en los actos criminales.
Por fortuna, uno de ellos logró comunicarse con sus familiares y se activaron los mecanismos de búsqueda que, por presión comunitaria, los condujeron a la libertad 17 días después de haber sido atrapados por la dictadura.
De tal modo, a los 12 soldados que perdimos a manos de las Farc refugiadas en Venezuela, se suman ahora los diez torturados de los falsos positivos del chavismo.
Ya no bastan comisiones de investigación, llamadas telefónicas, abrazos, reuniones, fotografías y comunicados. Esto tiene un límite y alguien ha de responder políticamente por tantos estropicios y complicidades. Explique, Canciller. Explique.