Arthur Rimbaud y su temporada indefinida en el infierno | El Nuevo Siglo
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Domingo, 26 de Noviembre de 2017
Andrés Rivera
Su biografía, carácter y obra, producen una imagen de rebeldía. Al leer sus obras se puede sentir, diría que hasta acompañar, su ritmo interno, caracterizado por riquezas polifónicas a partir de resonancias semánticas y modulaciones rítmicas mediante la ruptura o la flexibilización gramatical y sintáctica
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QUIZÁ el término ¨poeta maldito¨ se quede corto para intentar contener lo que representa alguien como Arthur Rimbaud. Su biografía, carácter y obra, permeados por el profundo desencanto de un genio brillante y precoz, que raya en los delirios de la demencia creativa y de la potencia explosiva e implosiva de su capacidad crítica y su reflexividad autorreferencial, producen una imagen de rebeldía con una fuerza tan tremenda y constante que logra mantener viva a través de sus versos y prosas la incandescencia y las tensiones casi palpables de su mundo interior. Al leer las obras de Rimbaud se puede sentir, diría que hasta acompañar, su ritmo interno, caracterizado por riquezas polifónicas a partir de resonancias semánticas y modulaciones rítmicas mediante la ruptura o la flexibilización gramatical y sintáctica. Lo anterior enmarcado dentro de una capacidad extraordinaria de síntesis apoyada en la utilización de violentas contradicciones.

La imagen que me viene al escribir esto es la de estar justo en medio de una tormenta eléctrica sin refugio. Sentir la explosión simultánea del miedo y el asombro frente a los rayos violentos que amenazan con destruirlo todo pero que al mismo tiempo iluminan aspectos del paisaje que no se habían visto. Y justo en ese momento, cuando el sonido de los truenos está por reventar los tímpanos, no se sabe qué es más doloroso, quedarse allí inmóvil e indefenso esperando no morir o perderse la majestuosidad del poder destructivo por la cobardía de buscar una cueva oscura para refugiarse y sobrevivir. De lo único que no se puede escapar es el desencanto inevitable inmerso en cualquiera de las alternativas.

 

Verlaine

Jean Nicolas Arthur Rimbaud fue un poeta francés nacido el 20 de Octubre de 1854 en Chaarleville. Sus padres se separaron en 1860 y fue educado por su madre, una mujer autoritaria que él mismo describe como ¨tan inflexible como setenta y tres administraciones con cascos de plomo¨. Durante el colegio destacó por su inteligencia precoz y a los 16 años se fuga de su hogar. En este primer intento fue detenido por soldados prusianos y recluido en la cárcel. Georges Izambard, uno de sus profesores lo saca de allí para que luego, tan solo un mes después, emprenda de nuevo la fuga hacia Bélgica para intentar una carrera como periodista. Luego de un tiempo, cuando regresa a Charleville, encuentra que su colegio ha sido convertido en un hospital militar, y frente a la sensación de incomodidad  que le genera su lugar de nacimiento decide partir hacia Paris en donde formaría parte de la primera revolución antisistema de la historia: la comuna de París. Es en ese momento cuando decide asumirse como poeta. Luego de unos años posteriores a su experiencia en la Comuna de París Rimbaud escribe en uno de sus textos: ¨Hay que cambiar la vida (….) Hay que hacerse vidente (…) el poeta se hace vidente por un largo, inmenso y meditado desarreglo de todas las formas del amor, el sufrimiento y la locura (…) agota todos los venenos y guarda sólo lo esencial (…) para convertirse en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito y … el Sabio supremo¨.

El imaginario y el concepto de ¨Poeta Maldito¨ se consolidó gracias a otro poeta francés, contemporáneo de Rimbaud y pareja de este, llamado Paul Verlaine. En uno de sus libros de ensayos  publicado en 1884 (Poétes Maudits, título inspirado en parte por la obra de Charles Baudelaire), Verlaine comenta sobre la obra de varios poetas al mismo tiempo que narra anécdotas personales ya que conoció a varios personalmente. Entre ellos Tristian Cordière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore y Auguste Villiers de L´lsle-Adam. Uno de los ejes transversales de esta obra de Verlaine es la idea de que el genio de cada uno de estos poetas había sido también su maldición en el sentido de que los había llevado a tener una visión y una sensibilidad tan particular que los alejaba del resto de las personas, convirtiendo sus relaciones en algo tóxico y casi insostenibles de manera que la opción del hermetismo y la construcción de una  idiosincrasia personal radical fueron la alternativa para relacionarse con el mundo, el lugar desde donde se hablada de él y también el lugar en donde se sufría en soledad.

Alrededor de 1870 Rimbaud envió algunos de sus poemas de Paul Verlaine dejándolo bastante impresionado. Este lo invita a París y luego de involucrar a Rimbaud con el círculo intelectual de esa ciudad inician una relación amorosa. Verlaine estaba casado y decide dejar a su esposa para embarcarse en lo que alguna vez Rimbaud llamaría ¨aventura poética¨. Dicha relación entre el carácter más depresivo de Verlaine y el volátil de Rimbaud desembocó en el cultivo de todo tipo de excentricidades y excesos. Tiempo después, luego de una disputa en la relación, Verlaine sospecha un futuro abandono y hiere con arma de fuero a Rimbaud en una de sus manos y es encarcelado.  En 1874 Rimbaud escribe su última obra: Las iluminaciones para después retirarse definitivamente de la literatura. Tenía apenas 20 años cuando decide dejar de escribir dejando una obra que sería precursora del surrealismo y del modernismo teniendo un impacto significativo dentro del mundo del arte.

 

Antitodo

Este poeta lo cuestionaba y se alejaba de todo: del patriotismo, de la historia, de la fe, de la iglesia, del pasado, de sus propias debilidades y limitaciones, de la niñez, de todo. Terminó siendo un ser humano sin ninguna esperanza ni en la tierra ni en ninguna otra parte. Lo único que pensaba era en irse, irse siempre, de donde sea. Terminó siendo un hombre atormentado por una especie de aburrimiento que no lograremos conocer nunca. Fue preceptor en Stuttgart, se alistó y desertó del ejército colonial holandés, viajo varias veces a Chipre, vivió en Adén y en Etiopía.

Fue comerciante de marfil, café y oro entre otros. También trabajó con la sociedad francesa de geografía y fue vendedor de armas. Al final de tu vida le tuvieron que amputar una de sus piernas para morir tiempo después en un hospital de Marsella a los 37 años.  En voz del mismo poeta: ¨Terminé por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu. Permanecía ocioso, presa de pesada fiebre: envidiaba la felicidad de las bestias.¨ Puede que el único lugar del que nunca pudo irse fue del infierno que llevaba por dentro, por eso tuvo que volverlo sagrado para no ser devorado por él.  

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@AndresRivera89 af.rivera233@hotmail.com