Desconfiar de los métodos educativos de aprendizaje fácil y acelerado | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 2 de Octubre de 2021
Mario F. Hurtado

La experta en educación y psicología Catherine Lécuyer, en su ensayo “Conversaciones con mi maestra”, señaló los peligros de los métodos educativos ofertados como aprendizaje acelerado y fácil. El texto aborda el diálogo entre el deseo de aprender y la experiencia vivida, en una historia que vincula a una profesora universitaria de 65 años, Casilda, recién jubilada, y a Matías, un joven inquieto que estudia educación.

El texto aprovecha el diálogo entre los dos personajes para repasar las corrientes pedagógicas que han existido hasta la educación actual, y busca desmontar los mitos asumidos a lo largo de la experiencia educativa. Luego de la lectura del libro surgen preguntas como: ¿Qué rol deben tener los profesores en la educación de los estudiantes? ¿Qué tan relevante es la tecnología en el proceso de enseñanza? O ¿Cómo influyen las emociones y los sentimientos en el proceso de aprendizaje?

Lécuyer, en entrevista con el periódico El País, hizo una afirmación contundente: hoy en la educación sobran los “gurús” que usurpan el papel de divulgadores científicos. Esos “gurús”, generalmente empleados de las empresas de tecnología, quieren convencer a la sociedad de que todo lo que se necesita en la educación son herramientas tecnológicas. La autora los define como vendedores de humo, con una didáctica populista, una homeopatía educativa, “neuromitos”. Son creadores de tendencias primaverales del corte inglés, es decir: demagogos que consideran que se deben crear tendencias educativas como si la educación fuera el resultado de una moda.

Al continuar la reflexión sobre las nuevas tecnologías en educación y de acuerdo con la educación nueva, afirma que el niño lleva en si una semilla de su propio aprendizaje y debe construirlo al margen de lo ofrecido por el maestro. Desde esa perspectiva, expresa que el Internet es la herramienta perfecta, y responde a esa corriente idealista que considera que la tecnología tiene un papel central en la educación. Sin embargo, si además de la corriente constructivista se parte de una visión que define como realista -clásica según la cual la realidad no se construye, sino que se descubre de forma participante y personal-, se debe retrasar al máximo la introducción de la tecnología en la educación, porque se corre el riesgo de que el estudiante se pierda en un mar de información que no tiene la capacidad de clasificar, seleccionar e identificar sin contexto.

La autora enfatiza en que existe un dilema imaginario, y de hecho mal planteado, entre la educación tradicional y la “nueva”. Afirma que todas las habilidades son importantes, pero sobre todo, para investigar y aprender se necesita un marco conceptual, una guía de trabajo. Sin el marco la mente del estudiante se equivoca y termina incurriendo en prácticas como copiar y pegar de fuentes similares a Wikipedia, y eso no es aprender. En ese sentido, expresa que todas las apuestas por ofrecer aprendizajes rápidos y exitosos pueden vender humo y engañar a las personas sobre los procesos de aprendizaje, pues actualmente también son necesarias algunas prácticas “tradicionales”.

De igual forma, advierte sobre el cuidado con la tendencia de situar las habilidades socioemocionales en todos los procesos educativos. Afirma que, al ser los seres humanos sensibles y racionales, las emociones y la afectividad intervienen en el aprendizaje, pero no por ello se pueden convertir en un catalizador de motivación para estar en el aula. Buscar emocionar al estudiante todo el tiempo para que esté atento todo el día, ubica a la emoción como una palanca de condicionamiento y eso ya no es educación, sino adiestramiento.


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“Conversaciones con mi maestra”, también aborda la necesidad de fomentar la lectura en la educación. Al respecto, es contundente: “hoy se opta por el medio audiovisual en vez de la lectura”, se da por sentado que la lectura es fastidiosa y aburrida. Las personas asumen que los niños no pueden fortalecer su deseo de conocer y que no disfrutan leer, por lo que el formato audiovisual es un remolque de estímulos para los estudiantes.

Lécuyer afirma que este tipo de posturas son una sentencia de muerte para los estudiantes culturalmente más necesitados, que pertenecen a familias desfavorecidas donde hay pocos libros, pocas conversaciones en la mesa o pocas oportunidades. Así, nivelar por la base en los hábitos de lectura no ayuda a alcanzar la igualdad; por el contrario, aumenta la brecha cultural, social y económica.

En consecuencia, recalca que la lectura contribuye a recuperar el placer de la concentración y permite avanzar a cada uno a su ritmo, modulando la velocidad, haciendo que la información llegue adecuadamente y no como un bombardeo de datos que convierte a los estudiantes en personas irreflexivas.

El libro protagonizado por Casilda y Mateo también aborda temas como el sentido de la educación, la disyuntiva de formar para el futuro profesional y el sentido que debe tener la escuela. En conclusión, “Conversaciones con mi maestra” es un escrito que aporta a las reflexiones de la educación en un mundo acelerado de vendedores de modelos pedagógicos, donde es urgente retornar a la reflexión y revisión de cómo estamos enseñando.

*Especialista en Educación