Iberoamericano de Teatro: viento en popa | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Abril de 2014

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo

 

A ESTAS alturas, cuando han trascurrido siete días, es posible afirmar que lo de Gonzagão, la leyenda, no fue más que una falsa alarma. El XIV Festival Iberoamericano se va desarrollando viento en popa porque el fracaso del Gonzagão fue conjurado al día siguiente por La dama del mar, el domingo con La consagración de la primavera y Folding  y en los días posteriores ha ocurrido lo propio.

 

Y no se hable más del tema. Porque La relación pornográfica de Argentina y la consagración de la primavera de Estados Unidos, vinieron a demostrar que el Iberoamericano goza de excelente salud.

 

Una relación pornográficaen La Castellana

 

Ver actores de calibre es uno de los lujos que le permite al público un festival.

 

Justamente lo ocurrido la noche del domingo en el Nacional de la Castellana con la presentación de Una relación pornográfica del iraní Phillipe Blasband (Teheran, 1964), llevada al cine por el belga Frédéric Fonteyne comoUne liaison  pornographique de 1999. Como quien dice, una obra lo suficientemente conocida por una fracción del público como para demandar actuaciones de alto bordo.

 

De eso se encargó la compañía Paseo La Plaza de Argentina que trajo a Bogotá dos luminarias de la escena teatral de Buenos Aires: Cecilia Roth y Darío Grandinetti, bajo la dirección de Javier Daulte (1963) cuya trayectoria va del Macbeth de Shakespeare al Amadeus de Shaffer.

 

Naturalmente las expectativas del auditorio estaban centradas en la presencia de Cecilia Roth, cuya trayectoria incluye, claro, haber trabajado con el Midas del cine en castellano Pedro Almodóvar y su participación en una cinta de culto, Martín (Hache) de Adolfo Aristarain. A su lado, Darío Grandinetti, muchísimo menos conocido por el público local pero, también una estrella del cine argentino.

 

Lo anterior presupone que las expectativas del público fueran más altas de lo normal. Especialmente por la presencia de una Chica Almodóvar ante un público que suele deslumbrarse más ante la sobreactuación que ante la actuación, en el marco de una obra cuyo desarrollo es lento y aparentemente repetitivo, una letanía que recitan los personajes cada jueves y cuya intensidad es más interior que evidente.

 

Roth y Grandinetti, sin duda, le mostraron a Bogotá la categoría de su oficio, en el marco de la cuidadosa producción de Javier  Daulte. Porque, como decía, el problema de la obra es que demanda de los actores una interiorización muy profunda del drama, y una complicidad entre ellos cuando intentan darle vida a una relación cuya profundidad desconocen hasta ellos mismo.

 

Si un festival es como una paleta de opciones teatrales, Una relación pornográfica de Blasband fue una hermosa incursión en los terrenos del teatro de texto y una noche inolvidable de gran teatro.

 

La consagración de la primavera & foldingen el Colsubsidio

 

Curiosamente los Estados Unidos, pese a la importancia que allí revisten las artes dramáticas, no han protagonizado muchos capítulos memorables en la historia de los Iberoamericanos.

 

Pero la presentación, la noche del pasado lunes de La consagración de la primavera y Folding de Shen Wei Dance Arts en el Teatro de Colsubsidio fue una de esas excepciones en el campo de danza moderna, danza teatro, coreografía teatral, como quiera que se lo catalogue.

 

Qué espectáculo y qué oportunidad para los bogotanos haber visto las dos coreografías del chino, naturalizado estadounidense, Shen Wein (1968), porque fueron como dos caras de una misma moneda coreográfica.

 

En la primera parte su versión de La consagración de la primavera utilizando la música de Stravinski, pero en su versión para piano. Resultó evidente que lo que tanto disgustó al compositor la noche del estreno en París, es decir, la no habilidad del coreógrafo Nijinsky para resolver la intrincada telaraña rítmica de la música original, le habría complacido en esta versión, en la que los bailarines responden de una manera asombrosa a la complejidad musical de la música, en un marco determinando por un baile de corte atlético, muy vigoroso, terrenal y por momentos en los límites del virtuosismo.

 

En la segunda parte del espectáculo, Folding, con música de John Tavener y exactamente en las Antípodas. Al atletismo y extroversión de la primera parte se opuso un espectáculo de atmósfera espiritual, una oración coreográfica que sedujo al público como en una suerte de ceremonia de dominio del cuerpo y control absoluto del movimiento.

 

Si lo de Grandinetti y Roth en la Castellana fue una exhibición formidable de teatro de texto lo de Wei en el Colsubsidio fue una exhibición del cuerpo como instrumento de teatralidad.