Jessica Mitrani, una contadora de historias en el Mambo | El Nuevo Siglo
La muestra está compuesta por fotografías de Mitrani en Chía, en casa de sus padres durante el primer pico de la pandemia, que se combinan con videos y textos.
Foto Marcelo Kracilik
Domingo, 13 de Junio de 2021
Redacción Cultura

Una contadora de historias, así se define Jessica Mitrani, quien a lo largo de su trayectoria artística ha fusionado el cine, el performance, la fotografía, el video y el teatro en sus propuestas que llevan al espectador a la reflexión.

Soñé que el paisaje me miraba, su obra más reciente, hace parte del primer ciclo de exposiciones del año del Museo de Arte Moderno de Bogotá, el Mambo, la cual fue concebida durante el primer pico de la pandemia.

A propósito de este video ensayo que presenta en el Mambo, junto a Alex Czetwertynsky, la artista colombiana, radicada en Nueva York, le contó a EL NUEVO SIGLO las historias que inspiraron su muestra, el proceso de este nuevo trabajo, sus anhelos y planes.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo llega a sus planes el arte?

JESSICA MITRANI: Mi formación fue en teatro y también trabajé en cine. Entonces mi primera experiencia en cine fue con Pacho Botía, en Barranquilla, en los años 90, cuando estudiaba derecho y me gradué de derecho y todo, pero empecé a trabajar paralelamente en el grupo experimental de teatro KORE con Mónica Gonotovnik. Después hice mi primer corto que se llama Rita va al supermercado, en el que trabajé con artistas visuales de la costa como Gustavo Turizo, Marco Mojica, María Elvira Diepa. Fue así que empecé a trabajar en el cine.

En 1999 me vine a vivir a Nueva York. En el New School, en el programa con el Actor Studio hice un master en dirección de teatro, entonces en realidad siempre he tenido varias disciplinas. Me considero más que todo una contadora de historias. He trabajado cuentos cortos y escribo mi propio material, entonces siento que parto de un texto normalmente.



ENS: ¿Cómo descubrió que la fusión del cine, el teatro, el performance y la fotografía sería la fórmula para sus obras?

JM: Precisamente porque siento que parto de un texto, que me va diciendo qué forma es la mejor. A veces siento que es mejor hacerlo en performance, otras veces en una combinación entre performance y video. Trabajé muchos años haciendo teatro aquí en Nueva York y siempre incluía el elemento de multimedia, de video como parte de la obra. Me siento muy cómoda saltando entre formatos. A veces hago objetos, pero son específicamente para el performance o el video. Como objeto existe por ejemplo toda una serie que se llama En un solo zapato, en la que había zapatos que las personas se los podían poner pero no podían caminar porque es un solo zapato para los dos pies. Entonces también hago como objetos escultóricos.

ENS: ¿Cuál siente que ha sido su misión a lo largo de su carrera artística con cada pieza que construye?

JM: En cada momento de mi vida, me interesan ciertas cosas y temas, que no son solamente intelectuales, sino que me sirven para desechar una parte de mí, para crecer. Siempre he estado interesada en la transformación, la identidad y el cambio que uno puede tener. Siento que estar en esta vida es una exploración y una aventura todo el tiempo. Entonces los libros me han ayudado siempre en la búsqueda del momento y pienso que mis obras reflejan un poco la búsqueda de ese momento de mi vida y me ayudan a transformarme.

Me doy cuenta de cosas inclusive cuando acabo la obra, con la que creía que estaba diciendo algo y al final me doy cuenta que estaba diciendo otra cosa. Es una conversación y mi anhelo es que la persona que se enfrente a la obra continúe ese diálogo consigo mismo.

ENS: El Mambo tiene en exhibición su más reciente trabajo, ¿de qué trata ‘Soñé que el paisaje me miraba’?

JM: Soñé que el paisaje me miraba fue una respuesta a la convocatoria de Efectos Secundarios, que se llevó a cabo el año pasado. Mi propuesta fue una especie de collage onírico con imágenes que filmé en Chía, donde estuve toda la pandemia en casa de mis padres.

Después de muchos años de vivir afuera fue una experiencia muy interesante, de estar en un lugar donde había naturaleza y vivir una parte muy contemplativa, entonces esas imágenes son por ejemplo yo al frente de un lago, otra cantándole a los caballos y con el paisaje en ese momento. Esto también combinado con muchas lecturas, como por ejemplo La caída del cielo del escritor yanomami Davi Kopenawa, Feminismos desde Abya Yala, Cómo piensan los bosques.

En ese tiempo de pandemia me dediqué a la lectura y la contemplación y de ahí salieron los videos y la instalación que presenté en el Mambo, junto a Alex Czetwertynski, un colaborador que vive en Nueva York, quien hace la parte de animación y de proyecciones. Fue una linda colaboración.


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ENS: ¿Cómo fue esa experiencia con Alex Czetwertynski?

JM: La colaboración me gusta mucho. Varios de mis trabajos son en equipo y con Alex ya habíamos trabajado anteriormente, entonces es un lenguaje que manejamos los dos, ya teníamos una comunicación preestablecida. Es muy chévere cuando uno encuentra en un colaborador que entiende de lo que está hablando. Además, él es filósofo, entonces tenemos unas discusiones muy chéveres. Hicimos un folder donde él mandaba imágenes, y yo también, es una conversación muy rica de textos, de imágenes, hasta que vamos encontrando el tono, el ritmo.

También trabajé con un diseñador de sonido, Andrés León, un muchacho ecuatoriano, con el que por primera vez colaboramos juntos y fue una experiencia muy rica.

ENS: Anteriormente, ha mencionado que este video-ensayo llega para reconocer aquello que la historia ha censurado, ¿cómo lo logra?

JM: La historia ha sido contada normalmente por las personas que están en el poder y sobre todo, por hombres blancos. Entonces una de las primeras cosas que me parecen importantes en esta instalación es reconocer el territorio, ya que el territorio donde está el Museo de Arte Moderno fue territorio muisca. Po eso me parecía importante reconocer eso, un acto mínimo de reconocimiento donde se entra al espacio y está ese lumbral con tejidos ancestrales, en fique, para reconocer donde estaba ese territorio. Ese es un ejemplo de una historia concreta que no se visibiliza.

Pienso que parte de este video es recordar nosotros, el otro, y yo como mujer también, que la historia está contada de una forma donde prevalece lo masculino, entonces es mostrar esas otras historias de mujeres, indígenas, saberes que se han aniquilado, diría yo. Es decir, en América había cientos de lenguas que ya no existen y cada vez que se extingue una lengua, se extinguen maneras de ver el mundo. Entonces es un poco salirnos de las llamadas narrativas universales y entender que hay otro tipo de escuchas y saberes.

ENS: ¿Ahora qué viene para Jessica Mitrani?

JM: Ahorita estoy trabajando en una muestra acerca de feminismos latinoamericanos que se hará en Nueva York para el 2022. Entonces estoy organizándolo y haciendo un trabajo curatorial.