En 2022, Lisa Marie Presley le pidió a su hija Riley que la ayudase a terminar las memorias que tanto tiempo llevaba preparando.
Un mes después, Lisa Marie fallecía, dejando al mundo sin la posibilidad de escuchar su historia en sus propias palabras. Nunca llegarían a descubrir a la mujer apasionada, alegre, cariñosa y complicada que su hija tanto quería y añoraba.
Riley recogió las cintas que su madre había grabado para el libro, se tumbó en su cama, y escuchó a Lisa Marie contar historia tras historia sobre cómo solían estrellar coches de golf en los jardines de Graceland, sobre el amor incondicional que le profesaba su padre, sobre el tiempo que pasaban en la planta de arriba, solos los dos. Y sobre cómo tuvieron que sacarla a la fuerza del cuarto de baño mientras ella corría chillando hacia su cuerpo, inerte en el suelo.
Sobre su vida con su madre en Los Ángeles, donde pasaba de un colegio a otro, acumulando expulsiones, siempre metida en líos. Sobre la especial relación con Danny Keough, que se prolongó durante toda su vida, sobre su matrimonio con Michael Jackson y todo lo que tenían en común. Sobre la maternidad. Sobre los abismos de la adicción. Sobre la tristeza que la acechaba constantemente. Riley supo que tenía que cumplir el deseo de su madre y compartir esos recuerdos, incandescentes y dolorosos, con el mundo.
Pie de foto: Riley recogió las cintas que su madre había grabado para el libro. / Foto Penguin Random House