Lo que la lectura me ha ayudado a abandonar | El Nuevo Siglo
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Domingo, 29 de Abril de 2018
Andrés Rivera

¨Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida, ¡la propia! Quien lee habrá vivido 5,000 mil años…. Porque la lectura es la inmortalidad hacia atrás¨: Umberto Eco

AL OBSERVAR la multitud de personas en la Feria del Libro de Bogotá  no pude dejar de preguntarme acerca la motivación que los llevaría a participar en un evento así. Me alegraba de sobremanera ver compartir diferentes edades, condiciones sociales, culturales y realidades económicas a través de los pasillos y eventos. En particular disfrutaba de participar en las conversaciones entre gustos e intereses diversos ligados a través de una actividad en común: la lectura.

 

A medida que iba escuchando las anécdotas de los eventos, las noticias y las experiencias de las personas durante las actividades, aquella pregunta sobre la motivación de las personas para acercarse a la lectura se modificó radicalmente al dimensionar la cantidad desproporcionada de posibles respuestas. De manera que en vez de preguntarme sobre lo que llevaba a las personas a la lectura, empecé a preguntarme sobre por qué estaba yo tan agradecido con ella, y en especial, comencé a cuestionarme acerca de lo que me había ayudado a abandonar a través de los años.

 

Voluntad propia

 

Considero que un buen punto para iniciar la historia personal de lectura no es cuando aprendemos a leer. Tampoco cuando nuestros profesores del colegio nos asignaban lecturas de  textos para las clases o cuando nuestros padres o familiares nos leían antes de dormir. Sin duda esto tiene un valor importante, pero al tener la lectura ese matiz íntimo y ese potencial de recogimiento y expansión simultáneo tan potente, creo que el momento real del inicio de la relación entre un ser humano y su lectura es la primera vez que elige por voluntad propia adoptar el leer como un hábito de vida que integra, pero que va más allá de deseo de informarse a través del periódico, de formarse  a través de textos académicos o de la sencilla distracción en momentos de ocio.

 

De esta manera, una de las primeras cosas que la lectura me ayudó a abandonar fue una especie de apatía frente a un aspecto de las posibilidades de la experiencia humana. Ahora, al recordar esa época, pienso que mi prioridad no era acumular información, enterarme de lo que ocurría a mi alrededor o huir de mi aburrimiento cotidiano, sino que más bien estaba intuyendo una posibilidad que a través de los años se fue volviendo cada vez más clara: estaba haciendo la inmersión en un universo que me ofrecía infinitas oportunidades para repensarme, cuestionarme, perderme y redescubrirme una y otra vez. Como si con cada lectura estuviera editando una nueva versión de mí mismo. Así que al parecer abandoné la idea de que solo existe una versión de mí. Abandoné la idea de ser una fotografía para concebirme como una historia que cambia y se sigue escribiendo a cada momento, decisión a decisión.

 

Engaño

 

Otra de las cosas realmente fundamentales que la lectura ayudó a abandonar fue el engaño de que mi manera de leer era la única o la mejor. Esa sensación de creerse en un lugar privilegiado que podía observar cosas que los demás no y por eso no entendían esto o aquello. La lectura me ayudó a quitarme las anteojeras que tenía puestas, de esas que les ponen a los caballos para que solo miren al frente sin poder ver hacia los lados. Recuerdo en particular mis clases en la universidad. A pesar de que todos habíamos comprado el mismo libro, las perspectivas,  el análisis y las reflexiones de mis compañeros eran tan variados que muchas veces me hacían reevaluar toda mi postura previa. Muchos de sus aportes y argumentos me ayudaron a identificar elementos que no veía, conexiones sutiles o quizá evidentes que pasaba por alto ayudándome a fortalecer mi proceso de crecimiento y aprendizaje tanto académico como personal. En esos momentos la lectura, en especial saber escuchar la lectura de los demás, me permitió abandonar una gran parte de mi arrogancia y prepotencia permitiéndome el cultivo de la humildad, paciencia, gratitud, y sobre todo, me permitió nutrir una curiosidad incansable por las distintas formas de leer y de los aprendizajes que podrían surgir si les permito impactar mi vida.

 

La lectura me ayudó a abandonar cierta lejanía que tenía con los demás, me permitió derrumbar algunas barreras que en muchas ocasiones me mantenían alejado y distante. Lo hizo de una manera que ahora considero casi mágica. Al hacer las inmersiones en las historias de los libros que leía durante la adolescencia, sentado solo en alguna parte de mi casa o en algún parque  disfrutando de ese silencio que solo las palabras de un libro leído por las voces internas puede proveer, empezaba a sentirme cada vez más cercano a los personajes, a la vivencia que tenían de sus circunstancias y relaciones, y también, más allá de tomar postura frente a sus decisiones intentaba comprenderlos, intentaba vivir desde sus propios ojos una realidad que me era ajena pero que al mismo tiempo iba convirtiéndose más mía a medida que pasaba las páginas. Me emocionaba con ellos, me frustraba con ellos y celebraba sus triunfos como si fueran míos también. De alguna manera esto no se quedaba en las páginas de los libros. Empezó a ocurrir en mi vida cotidiana, con mis relaciones del día a día. La lectura me ayudó a abandonar algunas de las barreras que ponía ante los demás permitiéndome sentir más cercano a ellos intentando ponerme en sus zapatos y haciendo un esfuerzo por experimentar la historia desde sus ojos y no desde los míos.

 

La lectura me dio un miedo paralizante al que le permití dominarme y por el que no escribí durante muchos años. La lectura también me ayudó a abandonar este miedo y es por eso que puedo escribir estas palabras el día de hoy. Son realmente innumerables los regalos que la lectura ha hecho en mi vida y todos ellos me han aportado para liberarme de incómodas limitaciones que creía no poder abandonar.  Puede ser útil tomarse unos minutos de reflexión sobre lo que la lectura nos ha dado en la vida y también sobre lo que nos ha ayudado a abandonar. Las respuestas podrían llegar a ser sorprendentes y hasta podrían darnos antojos de leer.   

@AndresRivera89 af.rivera233@hotmail.com