A lo largo de estas dos semanas se han repetido escenas de violencia callejera en el Reino Unido que recuerdan a las series sobre hooligans o a la película de Sheane Meadows “This is England”. Hombres y mujeres, muchos con tatuajes de la bandera británica, han atacado locales comerciales y centros de refugiados y asilo en al menos 30 pueblos y ciudades durante el “brote de violencia más extendido de extrema-derecha desde la posguerra (1948)”, según la oenegé Hope no Hate.
El hecho que ha generado esta erupción violenta fue la violación y el asesinato de tres niñas en Southpol, cerca de Liverpool, por parte de un joven inglés de 17 años, Axel Rudakubana, cuyos padres migraron hace más de 20 años, desde Ruanda.
Las autoridades inglesas anunciaron que el homicida “era cristiano” y no profesaba el islam, una declaración hecha luego de que por varios días los manifestantes atacaran a la comunidad musulmana del Reino Unido, tras una campaña de desinformación sistemática en redes sociales que buscó posicionar al homicida como un “musulmán” que “buscaba asilo”.
Pasados los días, y con protestas a favor y en contra en varias ciudades, se empieza a conocer que esta oleada de violencia, que explotó con la terrible violación de tres niñas, tiene un trasfondo muy complejo que evidencia una sociedad dividida y descontenta –algunos sectores– con las políticas migratorias. También, y no menos importante, refleja el papel que están jugando las campañas de desinformación, hoy capaces de movilizar miles de ciudadanos violentos bajo noticias falsas que despiertan el odio.
Ultraderecha y marginalidad
Ya hace una semana y media, las primeras imágenes que llegaron de Southpol mostraban grupos de ultranacionalistas que vandalizaron los comercios y centros comunitarios de los musulmanes de la ciudad, en una explosión de orgullo nacional en contra de “una invasión del islam”. De pronto, unas horas después, los actos violentos en esta ciudad periférica del Reino Unido comenzaron a replicarse en otras 30 ciudades, demostrando que se trataba de algo más que un hecho aislado de grupos de ultraderecha formados en el hooliganismo y la xenofobia.
Los primeros análisis han apuntado a que grupos de ultraderecha organizaron sistemáticamente estos actos vandálicos y a la cabeza de este movimiento se señala a Alternativa Patriótica (AP), “la organización fascista más activa del Reino Unido, y sus grupos escindidos”, según un reporte de abril de 2023 de la oenegé Hope not Hate, con sede en Londres.
“The Guardian”, en un amplio análisis, dice que influenciadores de extrema derecha como Tommy Robinson, un reconocido ultra que suele organizar mítines políticos en los que defiende públicamente la expulsión de migrantes, su aliado “Danny Tommo” y el influenciador Andrew Tate, reconocido por su marcado estilo personal, de bigote pulido y traje camel, han liderado algunas de las marchas violentas.
Aunque todos ellos han reconocido públicamente su apoyo a las movilizaciones en las calles y redes sociales, los actos violentos de estos días no se pueden resumir simplemente en una erupción de violencia neofascista. Esta interpretación es algo reduccionista y sobreestima, por un lado, el papel de la ultraderecha británica, muy poco significativa en comparación con la de Francia o Alemania, y desconoce, por el otro, que a las movilizaciones se han sumado sectores obreros y pobres que se sienten marginados y culpan, en parte, a los migrantes de esta situación.
“Lo que estamos presenciando es uno de los brotes regulares de matonismo en Gran Bretaña, aunque tiene su base en algunos agravios genuinos. Muchos pueblos marginales, especialmente en las Midlands (zona meridional) y el norte, pueden quejarse razonablemente de que han sido dejados de lado por una economía que se centra cada vez más en las grandes ciudades. El fracaso a la hora de atajar la inmigración ilegal realmente ha dado lugar a casos en los que Gran Bretaña ha acabado dando cobijo a terroristas y criminales graves”, escribe Ross Clark en “The Spectator”, una revista conservadora del Reino Unido.
Como apunta Clark, estas manifestaciones violentas se han dado por una mezcla de motivos, que van desde la indignación de las comunidades por un hecho tan doloroso como la violación y el asesinato de tres niñas, pasando por el oportunismo de grupos ultranacionalistas, hasta la movilización de obreros pobres y marginados por políticas migratorias que, según ellos, favorecen al migrante por encima del ciudadano inglés.
‘Fake news’
A las razones anteriores se le suma el preocupante rol que ha jugado la desinformación, una amenaza que no se manifiesta simplemente en la órbita digital, sino que es capaz de crear narrativas falsas que se posicionan en redes sociales y cambian completamente el curso de los hechos en las calles y ciudades. Axel Rudakubana, el homicida, no es musulmán, ni tampoco busca el asilo, pero las cadenas de desinformación se han encargado de posicionarlo como tal. ¿Qué hubiera pasado si se decía que era un ciudadano británico, nacido en Cardiff, de origen africano y cristiano, lo que verdaderamente es?
Las investigaciones de “The Guardian” muestran que las cadenas de desinformación han sido desplegadas por grupos supuestamente vinculados a Channel 3 Now, que es manejado por rusos y produce noticias por medio de inteligencia artificial. Este canal, que mezcla contenidos de Estados Unidos y el Reino Unido, creó una noticia en la que presentó al homicida con el nombre Ali Al-Shakati, quien supuestamente era musulmán. A partir de esta información, miles de cuentas falsas (bots) compartieron las noticias en redes sociales, que fue viralizada por importantes cuentas reales que promovieron el odio y las acciones violentas.
Noticias falsas, cadenas de odio, islamofobia, indignación social por la violación, derrotados de la globalización y el desarrollo. Lo visto las últimas semanas muestra un país que termina enfrentándose a varias de las amenazas actuales: desinformación, crisis migratoria y violencia ética e intracomunal, un coctel explosivo.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.