GEOGRÁFICAMENTE está ubicada dentro de Norteamérica, su capital está más cerca de Nueva York que de Copenhague, el 80% de sus 2.166 millones km² de superficie es hielo y, por tanto, está escasamente poblada. Así es Groenlandia, que vuelve a estar en la mira no solo de Estados Unidos, sino también de otros dos gigantes: China y Rusia.
Ésta, la mayor isla del mundo, es de interés geoestratégico por sus potenciales recursos minerals; ubicación, ya que está a medio camino entre los océanos Atlántico y Ártico, pero sobre todo -actualmente- porque el deshielo del Ártico posibilita la apertura de rutas marítimas que impulsarían el comercio mundial más rápido y con menores costos.
La colonización de Groenlandia se remonta al siglo X, con una ocupación nórdica que no terminó de resolverse del todo hasta el siglo XIX, cuando la isla ya quedó bajo control de Dinamarca. Ahora, tres siglos después, vuelve a concitar interés de grandes potencias por los motivos anteriormente expuestos y porque el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, expresó recientemente que controlar esa isla era una "necesidad absoluta" para la "seguridad nacional y la libertad en el mundo".
Y, a la pregunta de los periodistas concentrados en Mar-a Lago (residencia del magnate republican en Florida) sobre si contemplaría usar la fuerza para lograr ese objetivo, Trump respondió que “no la descartaría”. Y pese a que es altamente improbable que ocurra, sus palabras si fueron un claro mensaje a terceros países interesados en la gigantesca isla.
Vale destacar que el interés de Estados Unidos en Groenlandia es de vieja data y Trump no ha sido el único mandatario en hacerlo público. Cuando en 1867 el entonces presidente demócrata Andrew Johnson, en desarrollo de la política nacional de expander el territorio compró Alaska al imperio ruso, planteó adquirir también la mencionada isla. Ocho décadas después, su copartidario Harry Truman ofertó, formalmente, 100 millones de dólares en oro.
Años antes de ello, Estados Unidos adquirió otros territorios que estaban en manos de potencias extranjeras como Luisiana, en 1803, a Francia; Florida a España, en 1819 y las Indias Occidentales Danesas, en 1917, desde entonces bautizadas y conocidas como Islas Vírgenes de Estados Unidos.
La Segunda Guerra Mundial frenó esa política de Estado norteamericana (expansión comprando territorios) y en aras de su seguridad nacional, cuando las tropas de Hitler ocuparon Dinamarca, tropas estadounidenses tomaron el control de Groenlandia, una presencia militar que se mantiene, pero bajo circunstancias diferentes.
Más de una década después de acabo ese conflicto global y en plena Guerra Fría (1958), Estados Unidos hizo alianza con Canadá, para mantener contingentes en la gigantesca y fría isla, tras haber construido bases militares y otras instalaciones dedicadas a la salvaguarda de la misma y a labores de inteligencia para detectar potenciales amenazas. Dicho acuerdo se conoce como Mando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (Norad, por sus siglas en inglés).
Trump no ha dicho cuánto estaría dispuesto a pagar ahora, pero expresó su interés por Groenlandia, preocupado por el constante movimientos por la isla de barcos rusos y chinos, lo que recibió de inmediato la disposición del gobierno danés para entablar un diálogo.
El reino de Dinamarca, que incluye Dinamarca continental, Groenlandia y las Islas Feroe (otro territorio autónomo bajo control danés), está "abierto a un diálogo con los estadounidenses sobre cómo podemos cooperar, quizás incluso más estrechamente de lo que ya hacemos", sostuvo días atrás el canciller Lars Løkke Rasmussen.
Agregó en ese momento que el derretimiento del hielo y la apertura de nuevas rutas marítimas en el Ártico estaban provocando una "creciente rivalidad entre las grandes potencias" en la región, con presencia tanto de China como de Rusia y que por ello es "legítimo que Estados Unidos y la Otan, y por lo tanto también el Reino de Dinamarca, sean conscientes de esto".
Autónomo sí, pero…
Desde 1979 Groenlandia goza de autonomía con respecto a la metrópoli y en 2008 Copenhage renunció a la mayor parte de las competencias, con la salvedad de ámbitos clave para la seguridad como política exterior o Defensa.
En la actualidad, apenas 55.000 personas viven en Groenlandia (la inuit, popularmente conocidos como esquimales) y sus intereses están representados directamente por dos diputados en el Parlamento central danés, tal como ocurre con las islas Feroe. Sin embargo, el sentir mayoritario entre la población groenlandesa pasa por seguir rompiendo lazos con Copenhague, una carta que está ya contemplada.
Desde 2009, esta gran isla tiene derecho a declarar su independencia mediante referendo, una aspiración agitada de nuevo en estas últimas semanas por el primer ministro local, Mute Egede.
Así, aunque es un territorio autónomo, las cuestiones de justicia, política monetaria, política exterior, defensa y seguridad dependen del gobierno danés.
"Groenlandia no está en venta", coinciden tanto Egede como la jefa del Gobierno central de Dinamarca, Mette Frederiksen, al responder a las declaraciones de Trump, anhelo que también expresó durante su primer mandato presidencial (2017-2021).
Sin embargo ayer Egede dijo que buscará estrechar los vínculos con Estados Unidos. "Necesitamos hacer negocios con Estados Unidos. Hemos empezado a entablar un diálogo y a buscar oportunidades de cooperación con Trump…Tenemos puertas abiertas en materia de minería, tenemos que hacer comercio con ellos", expresó.
La historiadora del Instituto Danés de Estudios Internacionales, Astrid Andersen explicó a la AFP que "durante la guerra, cuando Dinamarca fue ocupada por Alemania, Estados Unidos se apoderó de Groenlandia. En cierto modo nunca se fueron".
Estados Unidos dispone de una base activa en el noroeste de la isla, en Pituffik. El territorio es así la trayectoria más corta para disparar misiles hacia Rusia.
Washington se queja "legítimamente de la falta de vigilancia del espacio aéreo y de las zonas submarinas al este de Groenlandia", señaló por su parte el politólogo Ulrik Pram Gad, del mismo instituto que Andersen.
En un momento en que el deshielo libera las rutas marítimas, "el problema es legítimo, pero Trump está utilizando términos exagerados", opinó.
¿Recursos minerales?
Desde 2009, son los propios groenlandeses los que deciden qué uso dar a sus materias primas. Pero el acceso a los recursos minerales de la isla se considera vital para los estadounidenses, que firmaron un memorando de cooperación en ese sector en 2019.
Los europeos les siguieron el paso cuatro años después con su propio acuerdo de colaboración. La Unión Europea identificó 25 de los 34 minerales de su lista oficial de materias primas fundamentales en la zona, incluidas las tierras raras.
El sector de la minería, sin embargo, es inexistente. Solo hay dos minas activas en Groenlandia, una de rubíes, que busca nuevas inversiones, y otra de anortosita, un metal que contiene titanio.
"Los actores (internacionales) son cada vez más conscientes de la necesidad de diversificar sus fuentes de suministro, sobre todo en lo que respeta a la dependencia de China de las tierras raras", subrayó Ditte Brasso Sørensen, experta en geopolítica y directora adjunta del grupo de reflexión Europa.
A esto se añade el temor a que China se haga con los recursos minerales, añadió.
Groenlandia busca emanciparse de Dinamarca, aunque depende de una subvención de Copenhague, que representa una quinta parte de su PIB, y de la pesca.
Muchas esperanzas están puestas en la apertura en noviembre de un aeropuerto internacional en Nuuk, la capital, que debería contribuir a desarrollar el turismo.
El tema de las infraestructuras es clave tanto para el turismo como para la minería.
Pero Sørensen subraya las dificultades locales de esta actividad: "condiciones climáticas muy rudas, un entorno protegido y muchos costos por la necesidad de desarrollar las infraestructuras físicas y digitales".
La oposición de la población a la extracción de uranio en el sur de Groenlandia impulsó una legislación que prohíbe la extracción de productos radiactivos.
Otro potencial recurso a explotar es el petróleo, pero actualmente está paralizado.
Con Trump de nuevo en la Casa Blanca el debate sobre el helado territorio empieza a calentarse.