Pulso entre Batuta y Mincultura | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Febrero de 2014

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo

 

SI LOS asuntos culturales fueran tomados en serio el país –pero se sabe que no es el caso- el asunto de la presión ejercida desde el Ministerio de Cultura para forzar el retiro de Juan Antonio Cuéllar de la presidencia de la Fundación Nacional Batuta habría ya generado un huracán y habrían rodado las cabezas de más de un funcionario antes que la suya.

 

Porque vistas las cosas en plata blanca las cosas son así: Cuéllar, que es músico de profesión, ha sido la primera persona cualificada artísticamente que ha estado al frente de Batuta desde su fundación y su labor es reconocida por respetables sectores del medio artístico.

 

Batuta, olvido decirlo, es la fundación creada durante el gobierno de César Gaviria, a la manera del Sistema de orquestas juveniles de Venezuela, que es el proyecto cultural más importante allí, tiene reconocimiento internacional y lo ha presidido desde su creación José Antonio Abreu. La supervivencia del Sistema, todo el mundo lo sabe, depende del gobierno venezolano, y por cuenta de ello Abreu ha tenido que tragarse más de un sapo, especialmente desde la irrupción del régimen chavista. No hay que ser ningún genio para darse cuenta que si el Sistema se hubiera convertido en blanco de la voracidad de los malquerientes de Abreu –que los hay- hoy ya sería un cadáver más de los miles de proyectos culturales que cada día brotan y mueren en esta pobre América latina.

 

Hay que aclarar que El Sistema de orquestas de Venezuela recibe recursos archimillonarios del Estado y por lo mismo el cubrimiento de sus programas deja boquiabierto al más escéptico de los observadores: centenares de miles de jóvenes.

 

En Colombia, donde todo se hace en mínima escala, el cubrimiento es de apenas 40.000 jóvenes, porque la cultura, la cultura, no la burocracia cultural, no importa y los recursos que Batuta recibe del Estado distan obviamente de las expectativas que el mismo Estado tiene con ella.

 

La Ministra de Cultura Mariana Garcés Córdoba tiene puesto en la junta de Batuta, de hecho la preside y aparentemente su posición es tan poderosa que le permite asumir su vocería y visitar al maestro Cuéllar el pasado 4 de febrero para manifestarle que no va más. El pasado 10 de febrero le dirige una carta, en compañía de Gabriel Vallejo director del DPS, a algunos de los miembros-empresarios de la junta (Pablo Gabriel Obregón, Fernando Cortés, Juan Antonio Vargas y Carlos Alberto Sandoval) para comunicarles que es «necesario en esta etapa de la Fundación contar en la presidencia ejecutiva de la Fundación con una visión comercial»… ¡una visión comercial! ¡Válgame Dios! ¡Pero a dónde hemos llegado en la frivolización y comercialización de la cultura!

 

¿Y dónde están los límites del poder?... ese Poder de la burocracia de Bogotá que Garcés criticaba tanto en el pasado.

 

La carta que Cuéllar dirige a la ministra el pasado lunes tiene otro talante: habla de lo que debería ser la esencia de Batuta, habla del cubrimiento del plan, de música, de asuntos sociales, es otra cosa.

 

Los términos de las misivas no dejan duda en el sentido de a quién le asiste la razón. Pero el Poder, ya se sabe, tiene que ganar la partida, no creo que nadie se atreva a contradecir los deseos de la ministra Garcés, cuyo sentido de la autoridad es de sobra conocido. La junta, mayoritariamente acatará su voluntad, que dice ella, es la del Gobierno Nacional, es decir, la del presidente Juan Manuel Santos y así, en los próximos días, la junta le servirá obediente la cabeza de Cuéllar en una bandeja de plata, como Herodes hizo con del Bautista a Salomé.

 

El escándalo, porque culturalmente estamos hablando de un hecho escandaloso, ya se veía venir desde hace varias semanas, y los nombres de quienes, presuntamente, aspiran al cargo de Cuéllar, son vox populi; de hecho la Ministra sugiere a los miembros-empresarios de “su junta, a quienes se dirigió el pasado 10 de febrero enviarle hojas de vida.

 

Como quien dice, sale Cuéllar, que es músico y con una trayectoria cultural intachable, porque entra un lagarto, o una lagarta a reemplazarlo, la misma da, un experto en conseguir limosnas de la empresa privada, asistir a cocteles, gestionar viajes, gozarse las parrandas vallenatas de la vida social de Bogotá y que la música se vaya al diablo.

 

Porque en el Ministerio de Cultura no han entendido la lección de Abreu.

 

Hace unos años alguien dijo que de las dos fundaciones del Gobierno de Cesar Gaviria, Colfuturo y Batuta, Colfuturo quedó mejor creada porque lograron ponerla a kilómetros de distancia de la voracidad de la burocracia y que Batuta era vulnerable: ¡Era verdad!

Cauda

Por si acaso: jamás en años he recibido siquiera un boletín de prensa de la Fundación Batuta y no me une con sus ejecutivos ningún tipo de relación, es más, jamás he pisado sus dependencias.