Sangiovanni: gente con ideas | El Nuevo Siglo
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Viernes, 27 de Abril de 2018
Emilio Sanmiguel

En esto de la música, debo confesar que le tengo pánico a la “gente con ideas”. El ex ministro de hacienda Rudolph Hommes se despertó una mañana y descubrió que le caía gorda la Orquesta Sinfónica de Colombia. Encendió su computador y escribió una encendida diatriba contra la orquesta que apreció publicada con gran despliegue. Un par de meses después, el entonces presidente Álvaro Uribe, mandó cerrar la Orquesta, para crear una nueva, que les quedó mal hecha y no ha podido reemplazar a una institución como la Sinfónica de Colombia.

Al presidente Virgilio Barco, tal parece, lo irritaba la Ópera de Colombia y mandó a su director de Colcultura, Carlos Valencia, a terminar con ese embeleco. Carlos Valencia cargó con esa cruz por el resto de sus días, nadie culpó a Barco y tiempo después perpetuaron su memoria con una Biblioteca en Bogotá.

A un ejecutivo en Colsubsidio se le ocurrió la brillante idea de trasladar la Serie Internacional de Grandes Pianistas, que desde hace diez años era la encargada de inaugurar el año musical, no en Colombia, sino en todo el país, de fines de enero a fines de abril y principios de mayo. Porque el “Festival de Cartagena es un evento, sí, encantador, pero más social que musical.

Sencillamente porque se le ocurrió. Y tengo la duda de si ese “genio de la estrategia pianística” alguna vez se tomó el trabajo de asistir a alguna de las “Series”, o se ha tomado el trabajo de pasar por el teatro a mirar el resultado de su iniciativa: el teatro casi vacío.

A lo largo de diez temporadas, Colsubsidio logró instalar la Serie Internacional de Grandes pianistas en la sensibilidad del público de la capital del país. Pero, como se sabe, el público también es de costumbres, y si a ello se añade una campaña de divulgación -si es que la ha habido- errática, pues no hay que extrañarse de que el italiano Scipione Sangiovanni haya tenido que tocar en la inmensidad de la sala, para un público de apenas un par de centenar de espectadores.

Me sorprendió, sí, que el joven italiano no se haya amilanado y haya cumplido con su compromiso, como lo hizo la noche del pasado sábado. Con una limpia y graciosa versión de la Suite en Re menor  de Georg Friedrich Händel, que estuvo seguida de una novedad, de esas que jamás se habían oído en Bogotá, la Sonata nº 5 en Do mayor del italiano Baldazzare Galuppi, estrella del siglo XVIII y luego olvidado, casi por completo, salvo por figurones como Arturo Benedertti-Michelangeli, que tocaba justamente esta sonata, que Sangiovanni reconoce, tal y como ocurrió en el Colsubsidio, como una obra de primera línea del teclado italiano dieciochesco, cuyos contenidos se amplían al ser trasladados al piano, y así lo demostró.

La primera parte del recital -que seguramente no oyó el ideólogo pianístico de Colsubsidio- fue la transcripción de Busoni sobre la Ciaccona de la Partita nº 2 para violín solo, BWV 1004 de Johann Sebastian Bach: una selección perfecta para ilustrar los criterios musicales de quien ha declarado internacionalmente su interés por el repertorio del siglo XVIII, pero, transcrito al piano. Pues la brillante versión de Busoni, en los límites del virtuosismo le permitió desplegar la brillantez de su pianismo deslumbrante y su sonido robusto que inundó la sala… medio vacía.

La segunda parte trajo transcripciones suyas. Primero la de El invierno, es decir, el último de los conciertos de Las 4 estaciones de Antonio Vivaldi, donde quedó claro para el público su fina inteligencia y habilidad interpretativa para colorear una de las obras más paradigmáticas del barroco veneciano del XVIII.

Después el golpe de gracia con la de las 4 Estaciones porteñas de Astor Piazzola, porque si llevar Vivaldi al piano ya era un reto, hacer lo propio con Piazzolla lo fue aún más. Aquello fue un despliegue de virtuosismo y de audacia, algo que dejó al auditorio embelesado, un Tour de force de esos que apenas se reservan para artistas de primera línea. Fue entonces inevitable poner a volar la imaginación en el sentido de que si eso hubiera ocurrido con el auditorio con el lleno hasta la bandera se habría desencadenado la locura en los tendidos.

 

Pese a ello, la respuesta del escaso público fue cálida y Sangiovanni respondió con su versión del Libertango, también de Piazzolla.

La reflexión que seguramente no ha pasado por la cabeza de quien resolvió trasladar la Serie sin una campaña de divulgación adecuada, es que, más que una serie de conciertos, se trata de un Patrimonio musical de la ciudad, y con eso no se debería jugar.

Cauda in Memoriam

Sinceramente lamento la partida de este mundo de Edith Zalainsky de Drezner, señora de Manuel Drezner, crítico de música de El Espectador durante más de cincuenta años. Ella, como Manuel, fue una de esas personalidades íntimamente ligadas a la vida musical de Bogotá; su presencia y sus siempre muy atinados y discretos comentarios, teñidos de un fino sentido del humor, formaron parte del paisaje de la vida musical de Bogotá. Queda un recuerdo imborrable de la muy querida Edith. Paz en su tumba.