Los países de América Latina y el Caribe requieren una ambiciosa agenda de crecimiento para superar las significativas brechas de inversión y productividad, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Mientras que la economía mundial enfrenta potenciales riesgos de mayores tasas de interés y una corrección a los precios mundiales de los activos, la perspectiva general de la región es positiva, con un índice de crecimiento esperado de 1,9% este año. Sin embargo, esto se encuentra muy por debajo del índice mundial previsto en 3,9%; América Latina y el Caribe seguirá a la zaga a menos que se promulguen sustanciales cambios de política en el frente económico.
Los factores que impulsaban el crecimiento anteriormente –como tendencias demográficas positivas, el aumento de los precios de materias primas y los estímulos fiscales disponibles– se han revertido o restringido, según La Hora del Crecimiento, informe presentado en la Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del Grupo BID.
“América Latina lleva muchas décadas acumulando un déficit de crecimiento”, expresó Santiago Levy, vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID. “La estabilidad macroeconómica es un buen punto de partida para lograr que la economía avance. Pero para crecer más vigorosamente, necesitamos invertir más y más productivamente, además de atacar los cuellos de botella que limitan el crecimiento, incluyendo el diseño de sistemas impositivos, bajos niveles de ahorro, restricciones crediticias y carencia de mercados competitivos que recompensen la productividad”, agregó.
Inversiones de calidad
América Latina y el Caribe decididamente necesitan más inversiones, especialmente en infraestructura. La tasa de inversión promedio del período comprendido entre 1990 y 2017 fue 17% del PIB, por debajo del 26% correspondiente a Asia Emergente. Asimismo, la región es 40% menos efectiva que Asia Emergente en la generación de crecimiento del PIB por cada dólar adicional invertido. La economía de América Latina sería tres veces mayor si hubiera logrado igualar las tasas de inversión y eficiencia de Asia Emergente desde 1990.
Entre los desafíos de la región se encuentran bajos índices de ahorro con sistemas financieros reducidos e ineficientes, sistemas de pensión con poca cobertura, y en el frente fiscal, poca recaudación y sesgos contra la inversión pública en relación con el consumo.
América Latina también presenta un desempeño productivo deficiente. La mayor parte del crecimiento de la región desde 1960 se debe a la acumulación de capital, capacitación y crecimiento de la fuerza de trabajo. Tras el ajuste por la capacitación, el impulso adicional producto del desarrollo productivo fue nulo. De hecho, la región redujo en cierto grado su productividad en las últimas seis décadas.
En el centro del déficit productivo se encuentran la magnitud y carencia de dinamismo de las empresas de la región, según el informe.
Existen muchas compañías muy pequeñas que no son productivas, las no productivas sobreviven más de lo que deberían, y las que sí son productivas no crecen tan rápidamente como serían capaces. En México y Perú, por ejemplo, el 95% de las empresas tiene menos de cinco empleados. En los EU, esa cifra es del 40%. En México, las firmas parecen dejar de crecer tras diez años y las empresas productivas son tan propensas a abandonar el mercado como aquellas que son improductivas.
Las causas destacadas en el informe incluyen imperfecciones del mercado financiero, impuestos desiguales, bajo cumplimiento de las regulaciones del mercado laboral, elevados costos de ingreso y otras barreras para la competencia.
“Los países deberían revisar sus políticas impositivas y laborales para garantizar la competitividad que otorga un campo de juego equilibrado en el que puedan prosperar empresas más productivas”, dijo Eduardo Cavallo, un economista líder del BID y coautor del informe. “Estas reformas son complejas, por supuesto, pero a cambio la región obtendría grandes beneficios imprevistos de crecimiento”, añadió.