Campanazo económico | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Mayo de 2023

* La resiliencia del sistema productivo colombiano

* Urgente corregir factores internos de incertidumbre

 

 

La resiliencia de la economía colombiana sigue demostrándose en medio de un clima de incertidumbre nacional e internacional. Por lo menos así se desprende del informe del DANE sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de este año, que llegó al 3%.

Es evidente que se trata de un guarismo mucho menor al 8,5% del mismo lapso del año anterior, pero debe entenderse que el aparato productivo de nuestro país viene en un lento pero sostenido proceso de desaceleración, a tal punto que los pronósticos del Gobierno, el Banco de la República, los centros de estudios especializados, así como de la banca mundial multilateral, la OCDE y la Cepal coinciden en que este año el promedio final estaría alrededor del 1,5%. Sin duda, una descolgada muy sustancial, sobre todo si se tiene en cuenta que se viene de un 10,7% en 2021 y 7,3% en 2022.

De hecho, para algunos analistas ese 3% logrado entre enero y marzo de este 2023 resulta positivo, pues en términos intertrimestrales hubo un crecimiento del 1,4%. El dinamismo de las actividades financieras y de seguros, las relacionadas con administración pública y defensa, así como las festividades del arranque de año fueron determinantes para que la economía no retrocediera de una forma más drástica.

Sin embargo, hay alertas tempranas que desde ya requieren un plan de choque. Por ejemplo, mientras que la mayoría de las actividades económicas tuvo un crecimiento positivo, la construcción fue la excepción. Esto no constituye una sorpresa, ya que los sucesivos informes sectoriales este año advierten de una caída casi en picada de los índices de edificación y ventas. Sin duda alguna, el vacío que se presentó con el tema de los subsidios de vivienda mientras el Ministerio del ramo ajustaba las nuevas reglas del juego y conseguía los recursos para más de 40 mil familias en vilo, es un factor clave en esta grave desaceleración de uno de los sectores que más empleo genera e impacta de forma transversal el sector real de la economía.

Ese crecimiento del primer trimestre, como se dijo, si bien no da para soltar las campanas al vuelo sí confirma que la economía colombiana tiene una serie de columnas vertebrales que la sostienen por más fuerte que sea el oleaje a nivel externo o interno. No hay que olvidar que el arranque de este 2023 a nivel global ha estado marcado por el riesgo de un efecto dominó recesivo en las grandes potencias, las alarmas sobre los altos niveles de endeudamiento, los efectos de la escalada de intereses como medida contracíclica para contener la inflación, la crisis en algunas entidades financieras de Estados Unidos y Europa así como las tensiones geopolíticas y geoeconómicas derivadas del alargamiento de la guerra en Ucrania o la sequía en la Unión Europea, entre otras.

En materia interna es innegable que, además de la inflación incesante, el alza de los combustibles y los altibajos cambiarios, el sistema productivo se desenvuelve en un clima de incertidumbre permanente debido a factores de alto impacto, especialmente los advertidos efectos lesivos de los proyectos oficiales de reformas laboral, pensional y de salud que discute el Congreso. Tampoco se puede desconocer que las crisis ministeriales así como una gobernabilidad cada vez más debilitada, aunado ello a una marcada ideologización de la política económica, con inclinación a una anacrónica estatización y el regreso a sistemas de productos, bienes y servicios comprobadamente fracasados, están generando un escenario en donde los flujos de inversión extranjera, el clima de seguridad jurídica y la confianza para abocar nuevos proyectos productivos se están deteriorando mes tras mes.

Visto todo lo anterior, es palpable que la economía nacional resiste el embate. En medio de una desaceleración global, Colombia continúa dando muestras de resiliencia. De allí que ese guarismo del 3% en el primer trimestre resulte, como se dijo, positivo en medio de tan complicadas circunstancias locales e internacionales. Sin embargo, si el Gobierno sigue enviando mensajes tan contradictorios para la mayoría de los sectores productivos y que generan empleo, radicalizando el alcance de las reformas, lesionando el escenario empresarial e incluso amenazando la propiedad privada, esa resistencia intrínseca de la economía se agotará más rápidamente.

Ojalá, entonces, que ese campanazo que significó el PIB del primer trimestre sea escuchado en las más altas esferas de la Casa de Nariño. Es urgente actuar en consecuencia, aplicar políticas realistas, abandonar el radicalismo ideológico. Solo así, la economía colombiana podría esperanzarse en llegar a diciembre con posibilidades de crecer más allá del 1,5% que se pronostica y que, por obvias razones, significará un coletazo político, económico, social e institucional de graves consecuencias.