Construcción en crisis | El Nuevo Siglo
Jueves, 18 de Mayo de 2023

* Se profundiza la desaceleración edificadora

* Apenas se supera ‘cuello de botella’ de subsidios

 

 

Las señales de alerta de la economía continúan encendiéndose, ahora casi de manera permanente. Uno de los sectores que más preocupa es el de la construcción, que en la última semana ha generado dos noticias muy graves.

De un lado, el DANE dio a conocer la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre, que fue de 3%, indicador que, según lo recalcamos en estas páginas, si bien está muy lejos del 8,5% logrado en igual periodo del año pasado, terminó siendo medianamente positivo en medio de la descolgada que viene registrando el aparato productivo colombiano. Como se sabe, mientras en 2021 se creció a un impresionante 10,7%, se pasó en 2022 a un 7,3% y para este año la mayoría de los pronósticos advierte que se caería a un 1,5% o máximo a un 2%.

Como lo indicamos, entre enero y marzo la actividad económica que tuvo el peor desempeño fue la construcción, que cayó un 3,1%, siendo la única en números rojos, ya que otras de bajo desempeño, como la agricultura, industria manufacturera y comercio, crecieron levemente, aunque sin llegar al 1%.

Sin duda se trata de una noticia muy mala para el dinamismo económico, no solo porque la construcción tiene efectos transversales en todo el sector real de productos, bienes y servicios, sino porque hoy por hoy está generando alrededor de 1,5 millones de empleos directos y derivados.

A ese campanazo debe sumársele lo advertido por la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), cuyo más reciente reporte alertó de una grave contracción en las ventas de vivienda nueva en abril, equivalente al 62% en comparación con el mismo mes del año pasado. La marcada disminución se dio tanto en el rango de Vivienda de Interés Social (VIS) como en el de no VIS.

Las cifras son impactantes: en abril solo se comercializaron 5.674 unidades residenciales tipo VIS, lo que significa una reducción de 11.117 frente a las vendidas en el mismo lapso de 2022. Lo más complicado es que esta tendencia negativa se viene profundizando. Por ejemplo, durante los cuatro primeros meses de 2023 las ventas totales cayeron 55%. Si se quiere hacer un cálculo a más largo plazo, es decir entre abril del año pasado y el reciente, se encuentra que, según Camacol, se vendieron 186.416 viviendas nuevas, lo que implica una disminución anual superior al 30%.

Como es sabido, una parte importante de esta crisis se debe a los problemas que se han presentado en la asignación de subsidios estatales para compra de vivienda. El gobierno actual culpa al anterior de haber copado, antes de acabar su mandato, el total de ayudas para todo el 2022. En tanto, algunos voceros de la administración Duque replican que el cuello de botella en el giro de subsidios a más de 25 mil familias que tenían adelantado el trámite se debió, en realidad, a la demora del Ministerio de Vivienda en definir los cambios que aplicaría al programa “Mi Casa Ya”.

En medio de ese rifirrafe, lo cierto es que el sector edificador se desaceleró aún más, profundizándose la crisis, especialmente porque muchas familias, empujadas por la demora en el giro de los subsidios, la escalada de alzas en las tasas de interés, así como por el impacto del incremento salarial en el precio final de las casas y apartamentos, se vieron obligadas a desistir de la compra y frustrar así sus sueños de ser propietarios.

Esta circunstancia, unida al impacto de la inflación en la canasta de precios e insumos del sector edificador, explican la caída no solo en las ventas de vivienda nueva, sino en las iniciaciones de proyectos. A ello habría que sumar que esta actividad económica no escapa tampoco a la incertidumbre por la accidentada gestión gubernamental, especialmente en lo relativo al impacto de los proyectos de reforma laboral, pensional y de salud.

Aunque el Gobierno ya empezó a despejar el tema de los subsidios, destinando inicialmente 1,24 billones de pesos para “Mi Casa Ya” y espera una adición presupuestal por un billón de pesos que permitiría desembolsar 75 mil auxilios este año, es claro que este flanco no es suficiente para reactivar esta crucial actividad. Se requieren otras medidas contracíclicas, especialmente en materia de combate a la inflación sectorial y reducción de tasas de interés. Pero, sobre todo, urge más seguridad jurídica y un clima de negocios estable, empezando por determinar que los cambios laborales y pensionales no ahoguen al empresariado constructor ni lleven a una mayor desaceleración edificadora, con el consecuente aumento del desempleo.