Debate por deuda en EE.UU. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Mayo de 2023

* Disputa entre demócratas y republicanos

* Un mal desenlace desataría crisis mundial

 

 

Estados Unidos, la primera potencia y la economía más importante del planeta, podría comenzar a incumplir pagos del gobierno el próximo 1 de junio si el Congreso no aumenta o suspende para entonces el llamado “límite de la deuda”.

Asistimos a otro episodio inquietante del singular funcionamiento de esa democracia, que podría tener consecuencias mayores para los demás países, porque un mal desenlace -que por ahora se descarta- desataría una grave crisis para la economía mundial.

En ese país, además de aprobar las leyes de impuestos y de presupuestos, el Congreso debe precisar cuánto se puede endeudar el gobierno para cumplir con sus obligaciones. Es el llamado “límite de la deuda”, que termina por definir qué programas puede o no puede desarrollar el Ejecutivo. Dado que en los últimos años se ha presentado rotación en la Casa Blanca y en el control de Senado y Cámara de Representantes por los partidos Demócrata y Republicano, y que ninguno logra en el legislativo amplias mayorías sobre el oponente, el “límite de la deuda” se convirtió en una álgida contienda para imponer voluntades, interferir o forzar decisiones, a cambio de dar u obtener concesiones.  

El anuncio, esta semana, de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, de que se avizora el “límite de la deuda”, puso en alerta a los mercados por las enormes inversiones que acumula la deuda de Estados Unidos y por la debacle que supondría una cesación de pagos.

Actuando en nombre de los republicanos, el actual presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, dijo que buscan contener el crecimiento y el gasto del gobierno, la deuda y los déficits, para lo cual plantean un recorte sustantivo de gastos federales que afectaría importantes iniciativas del gobierno Biden -energías limpias, préstamos estudiantiles, entre otros-.

Los demócratas, por su parte, les recuerdan que fueron los republicanos, en tiempos de Trump, quienes autorizaron los mayores aumentos en el gasto con el consecuente incremento de los déficit y los llaman a la responsabilidad porque, en su parecer, -con inocultables intenciones políticas-, solo quieren arruinar la gestión de Biden al comprometedor costo de afectar la economía y perjudicar a los estadounidenses de clase media y, sobre todo, a los más pobres.

Hasta ahora el gobierno y los congresistas demócratas se muestran inflexibles en no negociar sobre el “límite de la deuda” e incluso han anunciado que solo una vez que los republicanos lo aumenten, entrarán a revisar con ellos el capítulo de los gastos. 

La respuesta republicana vino desde la Cámara que aprobó por 217-215 votos, un proyecto de ley que patenta el proyecto de su partido de condicionar el aumento de “límite de la deuda” a cambio de un recorte sostenido de 14% de los gastos durante una década. McCarthy dice que las decisiones al respecto están ahora en el lado demócrata.

Chuck Schumer, líder de la mayoría en el Senado, respondió que son los republicanos quienes tienen que negociar a la baja sus parámetros y que la reversión de políticas del gobierno Biden está descartada. En la Casa Blanca estudian para ello la posibilidad de que, si no se lograra acuerdo en el Congreso, sea el propio presidente quien apruebe el aumento del “límite de la deuda”, con base en una disposición de la 14 enmienda, que dice que la validez de la deuda pública de Estados Unidos no será cuestionada. Si se llegara a producir, ese hecho generaría un enfrentamiento sin antecedentes entre los partidos y entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, lo que llevaría la decisión final a la Corte Suprema, dominada por conservadores.

El tema está en un punto de máxima tensión y la marcha del reloj es angustiosa pero es posible que presiones de la comunidad empresarial y del sector financiero pongan a los partidos en la ruta de la negociación en las próximas semanas. Hay buenas bases para lograrlo, en particular porque los republicanos ya anunciaron que no afectarán el gasto militar, la seguridad social ni el Medicare, que acumulan el mayor porcentaje del presupuesto. La turbulencia envía de todas maneras otro mensaje a la sociedad acerca de la urgencia de corregir algunas reglas de la democracia que abren espacios al juego sucio y a presiones espurias entre los partidos.