El avispero emocional | El Nuevo Siglo
Jueves, 27 de Abril de 2023

* Fedecafé en el turbión de los trinos

* Fraccionamiento partidista como estrategia

 

Todo indica que el Gobierno, en vez de tomar una ruta reflexiva para sacar avante su agenda, tiende a sumirse en el abismo de sus propias emociones. Al menos esto es lo que se desprende de los trinos presidenciales de las últimas horas. Y lo mismo puede decirse frente a la insólita estrategia insinuada ayer por el nuevo ministro del Interior, como primer resultado de la crisis de gabinete, de andar buscando congresistas al detal con el fin de sumarlos en una bolsa electoral, una vez hechos trizas los partidos, y se logre por esta vía furtiva la configuración de unas mayorías parlamentarias sometidas al espeso influjo y el dictamen irrestricto de la Casa de Nariño.

Frente a lo primero, queda claro que el primer mandatario perdió sus cabales con la elección del nuevo presidente de la Federación de Cafeteros, que por anticipado no era de su gusto, enrostrándole unos trinos políticos que, como ciudadano común y silvestre, había emitido contra él hace no se sabe cuántos años. Es decir que, dentro de esa mentalidad regresiva, tan en boga en muchas de las manifestaciones de este gobierno (no solo las emocionales sino las conceptuales), al joven elegido en la democracia interna de los cafeteros, por lo demás designado acorde con sus capacidades y logros, le cayeron rayos y centellas, quedando anulado de antemano como interlocutor válido. Algo parecido, según es fácil recordarlo, había sucedido con el presidente de la ANDI hace unos meses cuando, a través de un emisario presidencial, se produjo igual efecto en medio de las discusiones de la reforma tributaria. Y no poco menos de lo mismo se ha repetido en otros gremios. Ahora, pues, el organismo cafetero, cuya importancia indiscutible es un activo fijo en el balance nacional, puesto que de su buen desempeño dependen más de 500.000 familias colombianas y desarrolla una actividad que es garantía de excelencia mundial, ha quedado irremediablemente subordinado a la lesiva irritación del ambiente divisivo creado.

En cierta medida, algo similar ocurrió con el proceso de elección del presidente de Ecopetrol, cuando para lograr el resultado pretendido por el Presidente hubo de saltarse varios matones emotivos hasta llegar a la persona de sus preferencias. No faltó un minuto, luego de finalizarse el prolongado trámite, hace unos días, cuando el entrante funcionario anunció que no se firmarían nuevos contratos para exploración y explotación de petróleo y gas, causando estragos inmediatos en la cotización de las acciones y levantando un manto de duda sobre la modificación de los cronogramas establecidos al mediano y largo plazos para el sano desenvolvimiento de la empresa. Posteriormente echó reversa, porque desde luego una intempestiva declaración en ese sentido podría ser causal de detrimento patrimonial para el Estado colombiano y al mismo tiempo causar un pánico económico inconsecuente para los accionistas privados.

Pues bien, es en ese ir y venir emocional en el que también transcurre buena parte de la política colombiana. Y como caso emblemático pueden apuntarse los sucesos que hoy se viven, luego de la sorpresiva crisis ministerial ocurrida entre el martes y el miércoles de esta semana. A decir verdad, esta ha sido una puesta en escena al estilo contemporáneo de las series por temporadas y episodios. El primero de ellos, con la salida de los tres ministros iniciales, unas semanas previas, dejando una estela de incidencias emotivas por el modo en que fueron cesados. En el segundo episodio, durante estos días, siete adicionales fueron removidos y, al igual que en el primer caso, con la reforma de la salud de hilo conductor básico. No se sabe, por tanto, si un tercer episodio completará la temporada.

En todo caso, mucho de la trama dependería de la suerte de la reforma antedicha. En principio, esta permanece en el congelador y casi muerta en la Comisión Séptima de la Cámara, ya que el Gobierno no tiene las mayorías entre las bancadas. Las tuvo hasta hace unos días, pero ante la palabra concertación, pedida por la mayoría de sectores oficialistas para llegar a un acuerdo aceptable en el Parlamento, el Ejecutivo, irritado, salió despavorido y optó por un castigo que cree descomunal y definitivo al retirarles las cuotas burocráticas. Y ahora, contra la propia Ley de Bancadas y los mandatos legales que rigen a los partidos políticos, el gobernante manda a su nuevo ministro del Interior para atacar y romper a las colectividades por la puerta de la cocina. Y de paso le ayuda a su novel funcionario con un trino de ayer donde incita a una aguda polarización emocional, tratando de sublevar al liberalismo contra su jefe, para que su ministro pueda merodear en el baúl de anzuelos prescrito. Bajo esa estrategia, por supuesto, causará más bien una solidaridad automática liberal contra su nuevo enemigo declarado… Y así, dentro del avispero emocional que se pretende, se irá preparando la nueva temporada con un clímax anunciado para el próximo 1 de mayo. Porque de eso se trata: polarizar a más no poder.