El bumerán de Maduro | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Diciembre de 2023

* Esequibo y la firmeza de Guyana

* Crucial reunión en la isla San Vicente

 

Como se podía sospechar desde hace décadas, el régimen chavista siempre estuvo dispuesto a abrir un frente de tensión en cualquiera de sus fronteras. Para nadie es secreto que se trata de una conducta común a las dictaduras, cuando se sienten agobiadas. Y si bien podía pensarse que una de las opciones era Colombia, la autocracia venezolana se decantó por el Esequibo, el departamento más extenso de la Guyana ex inglesa.

En efecto, hasta hace muy poco era desconocido que ese país fronterizo con Venezuela, de ochocientos mil habitantes, se ha convertido en la joya de la corona suramericana. Un territorio que en un lustro estará, por demás, produciendo un millón doscientos mil barriles de petróleo al día. Porcentaje, asimismo, muy superior a la producción colombiana o venezolana.

Incluso se podría añadir que, si el régimen actualmente imperante en Colombia se empeña en la idea de aislar a nuestro país de la exploración petrolera, y abstenerse entre otras de los excedentes con destino a la transición energética, para ese instante (o antes), Guyana podrá asumir fácilmente las exportaciones dejadas a cuenta del vacío colombiano.

Desde 2015, cuando las compañías norteamericanas descubrieron el gran potencial de reservas petrolíferas en la zona, fue claro lo que podría significar la bonanza del crudo en el crecimiento geométrico del ingreso per cápita guyanés. En tal medida, y desde que se inició la explotación hace tres años, ya no solo por la Exxon sino muchas otras multinacionales, es un hecho que aquella nación entrará a hacer parte del boom suramericano de hidrocarburos, encabezado por Brasil y Argentina. Con la diferencia de que, en virtud de su geología, en Guyana es posible avanzar la producción a costos menores, más altos rendimientos y mejor desempeño ambiental.

Aun en este sentido, vale complementar que la emisión de gases de efecto invernadero, gracias a las posibilidades de la ciencia y en prevención del cambio climático, será de casi dos tercios por debajo del promedio mundial. Además, parte de los nuevos recursos se irá en combatir la erosión costera. En particular, en lo que toca con su capital, Georgetown.

Inclusive tampoco estaría de demás agregar que Colombia tiene una parte de su territorio geológico soportado en el Escudo guyanés. No se trata Guyana-Esequibo, entonces, de un lugar ajeno a nosotros. Y si bien no tenemos frontera de superficie, pero acaso en aras de las características antedichas, entre otros motivos, sería fácil compartir con las naciones que se han pronunciado y en especial Brasil, como ha dicho el presidente Lula desde el principio, que nadie quiere un conflicto en el área.

Efectivamente, sería un verdadero exabrupto abrir un tercer frente bélico dentro del ya caldeado e imprevisible teatro internacional. Al menos el gobierno colombiano, tan amigo de la dictadura venezolana, también ha dejado entrever, no sin cierto recelo, que se distancia de cualquier opción que no sea el arreglo limítrofe pacífico.  

Por supuesto, en el corazón de las fricciones palpita la encrucijada en que se encuentra la satrapía que dirige en Venezuela Nicolás Maduro. Visto que, de acuerdo con la última consulta popular entre candidatos de la oposición, María Corina Machado fue, de lejos, la designada para enfrentarlo en las próximas elecciones generales y que su desempeño ante el pueblo venezolano fue sobresaliente, Maduro, atorrante, además de mandar a inhabilitarla, buscó adicionalmente una supuesta cantera para sus espurios anhelos reeleccionistas, en la pugna limítrofe. Es, claro está, y en ambos casos, el inconfundible rasgo de quien se muestra exasperado y derrotado de antemano.

Por lo pronto, Guyana parecería tener un gran bastión jurídico, con base en la titularidad que le brinda el tratado de 1899 y la solicitud ante los órganos internacionales de ratificar su soberanía en los 160.000 kilómetros del Esequibo. Venezuela, por su parte, tiene argumentos, tampoco despreciables. No obstante, y con fundamento en las ínfulas antidemocráticas y corrupción chavista, son muchos en el mundo los que, como mínimo, dudan ipso facto y con razón de lo que allí nazca.

Fuere lo que sea, el díscolo referendo madurista para justificar la embestida guerrerista, de hace un par de semanas, así como la reciente pantomima de asumir anexiones por mapas y otras ridiculeces como expedir cédulas y nacionalidades, antes que favorecer cualquier alegato venezolano, han servido de acicate para llamar la atención sobre la soberanía guyanesa. Ahora que los presidentes de ambos países se reúnen -mañana- en la isla caribe de San Vicente, es claro que esa estrategia ha hecho agua. La única salida es el diálogo diplomático y el pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia.