El tiempo nos da la razón | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Diciembre de 2012

HACE más de una década El Nuevo Siglo sostuvo: “Colombia no tiene nada que ganar en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, sino mucho que perder”. Ahora, tardíamente, se acoge por quienes hicieron lo contrario. El argumento es simple, dicho Tribunal no tenía facultades para desconocer un Tratado como el Esguerra-Bárcenas, de 1928, anterior a la existencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya; en el cual Colombia y Nicaragua fijan la línea imaginaria del Meridiano 82, con fundamento en la soberanía que el Virreinato de la Nueva Granada tenía en el Archipiélago de San Andrés, Providencia, Santa Catalina, los islotes y cayos de la zona. Por Real Orden de 1803, el Rey de España dispone que la isla de San Andrés, la Costa de los Mosquitos, desde el Cabo Gracias a Dios inclusive hacia el río Chagres, quede segregada de la Capitanía General de Guatemala y dependiente del Virreinato de Santa Fe.
Es de anotar que militarmente la defensa de esa zona del Imperio Español en América, dependía de Cartagena. Y lo más interesante de esa famosa Orden Real es que responde a un avance importante de la Corona de España, mediante el cual se acepta la autodeterminación de los habitantes de San Andrés, puesto que un año antes ellos le dirigen una respetuosa solicitud a Su Majestad:
Noviembre 25 de 1802
Señor
“Los habitantes de San Andrés, humildemente postrados ante los pies de Su Majestad Real, pedimos establecer -a partir del favor que recibimos de su Majestad Real, y habiendo sido confirmado nuestro establecimiento bajo el cuidado y protección real- el nombramiento del capitán Don Tomás O´Nelly, que fue hecho en el año de 1775, por su gobierno, pero este último no llegó a la isla hasta abril de 1797, debido a que estaba comprometido en la parte francesa de Santo Domingo en asuntos del Servicio Real. Tan pronto llegó nos dedicamos al cultivo de nuestras tierras, y comenzamos a embarcar nuestro algodón que es el mejor de América, al puerto de Cartagena, y continuamos trabajando no solo en nuestras plantaciones sino en la rehabilitación de caminos y en la preparación para desarrollar la colonia, bajo la dirección y los puntos de vista de nuestro gobernador, pero a pesar de las razones dadas por él, al llegar, el Capitán General de Guatemala, incluyendo una solicitud de los habitantes y los esclavos, solicitando el embarque de 23 ó 30 hombres, un capellán y otras cosas que él necesita para el establecimiento de la colonia, después de seis meses, recibió respuesta de seguir hasta la Provincia de Nicaragua, por medo del río San Juan, para recibir órdenes o instrucciones con relación a la defensa de esta isla”.
Y agregan los isleños: “Durante la ausencia de nuestro gobernador hemos pasado por todas las calamidades que se pueden mencionar. Diariamente éramos invadidos por los corsarios de Jamaica, uno de los cuales, desembarcó con más de 50 hombres, con el propósito de robar negros y saquear nuestras casas; pero no habiendo tenido éxito en sus propósitos, debido a nuestra resistencia, se llevaron dos pequeñas embarcaciones del puerto. Se llevaron en varias veces, 6 embarcaciones cargadas de algodón, que debíamos enviar hacia Cartagena y por bastante tiempo sufrimos de la falta de comida porque estábamos desalentados para cultivar, debido al miedo de ser atacados por esos enemigos y que al no tener una persona autorizada para tomar decisiones a favor de nuestros héroes, éstos habrían hecho una serie de pillajes con todo lo que teníamos”. Este párrafo muestra las vicisitudes que soportaron los colonos de San Andrés para sobrevivir y mantener la lealtad a la Corona de España y la unidad del Imperio, en esa zona apartada del mundo, así como sus estrechos vínculos comerciales con Cartagena. En el escrito resumen la situación socio-política que afrontan y piden, entre otras cosas, que se remitan funcionarios españoles que entiendan inglés, así como españoles para que se crucen con los raizales y se fomente el castellano. Y, por sobre todo, para mejorar su situación le piden al Rey que si “la isla, como fue antes, dependa del Virreinato de Santa Fe, porque Cartagena es un puerto comercial, está al borde del océano y es un viaje de cuatro días de ida y vuelta, debido a que los vientos en general son favorables”. Y tras múltiples informes y detalladas sugestiones, insisten: “Pedimos que su clemencia real determine que estas islas (queden) bajo la jurisdicción del Virrey de Santa Fe”. Y el Rey de España oyó el clamor de sus súbditos, lo mismo que hizo el Libertador Simón Bolívar al recibirlos con honores por su expresa voluntad en el seno de la Gran Colombia.