España o la caída de Sánchez | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Mayo de 2023

* El voto de desconfianza está dado

* Los “populares” contra el populismo

 

Paulatinamente, en diferentes partes del mundo, se comienza a dar un giro cardinal del populismo y la trapisonda identitaria a la seriedad y congruencia en el manejo del Estado. Con ello, poco a poco, la democracia vuelve por sus fueros legítimos y se aleja del abismo en que de este modo la han querido sumir últimamente los aventureros de la política, quienes han hecho de la libertad democrática una cangrejera de noticias falsas. Y del odio una deleznable y suicida vocación de poder para entrampar a la sociedad y a los pueblos en la polarización, la mentira y el dicterio.  

Fue, precisamente, lo que ocurrió anteayer en España, donde se dio un rotundo plebiscito contra Pedro Sánchez, el socialismo y ese desatinado fermento conocido como Podemos, coalición que resultó, como era de presuponerse para cualquiera que tuviera un mínimo de sentido democrático, una propuesta fallida y alejada de las verdaderas necesidades populares. Y fue así mismo otra demostración del camino que se ha venido abriendo la democracia legítima a partir de congregar las mentes sensatas, en otros países, como en Chile, donde una conducta política similar a la española dio recientemente una negativa contundente a la deriva populista de Gabriel Boric, o también en diferentes expresiones de la misma índole, como en Italia o Suecia, donde los conservadores ganaron la primera magistratura.

Con lo cual, visto lo anterior, no es difícil deducir que programas de este tipo populista, con la intención de apropiarse del alma del pueblo, creándole falsas ilusiones y al mismo tiempo demostrándose incapaz del buen gobierno, no han servido sino para constatar la tremenda equivocación de caer en esos espejismos temerarios cuya única bandera real es el resentimiento. Que, desde luego, solo termina en eso: melancolía y conmoción. Y pare de contar. De resto, ni una política plausible, ningún resultado favorable para todos. En vez del cambio pregonado: regresión, daño y desolación.   

De la misma manera, para nadie es secreto cómo el presidente español se aproximó a las elecciones autonómicas y regionales del pasado domingo bajo la lanza del sectarismo y suscitando el miedo, pero a la larga dándose de bruces, ya que pocas veces el pueblo había inferido una derrota tan expresiva a los voceros del socialismo en todas partes de la Península. En efecto, de poco vale hacer el listado de las muchas provincias y capitales perdidas por los agentes de la coalición gubernamental en retirada, aun con la nítida voz de Madrid por afianzar el viraje y la durísima réplica de Andalucía, donde incluso el símbolo socialista de Sevilla pasó a manos conservadoras (como muchas capitales andaluzas), entre otras sorpresas que ni eran esperadas por los más agudos analistas políticos. De lo que, en suma, vale exaltar el No generalizado de España a los mecanismos e ideas actualmente en el poder porque, quiérase o no, Sánchez intentó mostrarse como el gran redentor del país. Y como dice el refranero: fue por lana y salió trasquilado. La verdad, bien trasquilado.

Ciertamente, pocas veces, como ahora, luego de la transición de la dictadura franquista, los peninsulares serán gobernados de tal modo en las autonomías, las alcaldías y los concejos municipales por el conservatismo, encarnado en el Partido Popular. Que por demás fue el ganador indiscutible y arrollador de la última jornada electoral. Justamente, porque la propuesta del conservatismo democrático (que allá llaman la centro derecha) logró convertirse en el eje de la política española, una vez hizo una rápida recomposición de sus cuadros directivos. De esta forma, los “populares” podrán situarse también a la vanguardia de Europa, como otros partidos de su misma naturaleza. Y de la misma manera cambiar la nefanda aproximación “sanchista” a las realidades latinoamericanas. Por supuesto, incluida Colombia.

Ahora a Sánchez no le quedó más opción que adelantar las elecciones nacionales para finales de julio. Lo hizo ayer con el objeto de ahorrarse una mayor oposición en el Parlamento y jugarse el todo por el todo en una justa anticipada. Pero no será en un póquer de última hora como pueda recuperar el liderazgo perdido en una sola mano. Seguirán jugando al divisionismo y al espectro de Vox. No obstante, el voto de desconfianza está dado por la mayoría de españoles.

Por lo cual el Partido Popular habrá de entender el triunfo del domingo como apenas una etapa. Será en dos meses cuando se pueda dar el verdadero parte de victoria. De modo que manos a la obra. No hay tiempo para más celebraciones. Porque la caída de Sánchez debe quedar atada. Y bien atada. De nuevo en otra inolvidable expresión de la fortalecida democracia española.