La crisis judicial | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Marzo de 2015

Sin  importar que la Constitución de 1991 sea para unos un faro del constitucionalismo moderno y una auténtica obra maestra, como para otros un factor disolvente en la vida institucional del país, tema sobre el cual se podríadivagar por años, es evidente que  el edificio estatal se agrieta hasta afectar la eficacia de la democracia. Un sistema en el cual se copiaron e incorporaron instituciones de diversos países, de difícil articulación entre sí y ajenas a la tradición jurídica colombiana, avanzamos  a ciegas por el abismo del descalabro e inoperancia de la Ley. Las reformas y contrarreformas a la Constitución en el Congreso y por medio de la acción legislativa de la Corte Constitucional, suelen resultar  perniciosas y contrarias a su espíritu. El sistema de elección de la alta magistratura crea una serie de mecanismos de complicidad entre los funcionarios, contraproducentes para la eficacia del sistema y lindan con el contubernio, hasta el punto que en algunas entidades laboran protegidos y allegados de los magistrados, y parientes de diversos e influyentes servidores de la justicia. El exceso de cortes y su descomunal influencia tienden a forjar de manera instintiva un poderosísimo y perturbador partido judicial, mientras la corrupción y la ineficacia de la justicia prosperan.

Se vienen intentando diversas reformas a la justicia, de distinta estirpe y no siempre positivas, por cuanto antes o cuando pasan por el Congreso, las cargan de micos y en la Corte Constitucional las recortan o declaran inexequibles. El reconocido catedrático y tratadista, Hernando Yepes, reconoce que “hubo muchas equivocaciones en la Constitución del 91” y  con la actual reforma se avanza a “un desequilibrio de poderes”. El jurista pide  “una reingeniería para la Corte Constitucional”. Otros quieren su abolición, por  contradecir nuestra tradición, es propia de un sistema parlamentario y no se corresponde con el presidencial vigente. Sorprende que cuando hace agua  el Consejo de Judicatura se pretenda sustituirlo por un Tribunal compuesto por los presidentes de otras cortes, agobiados por sus responsabilidades y que al final de cuentas la magistratura se quede sin juez natural, lo que es una perversión absurda.