Mensaje navideño del Papa | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Diciembre de 2012

* Por un nuevo orden mundial

* No al matrimonio gay, el aborto y eutanasia

 

El Papa Benedicto XVI, en ocasión de  la llegada del hijo de María a Belén, en improvisado hogar y humilde pesebre, transmite sus sentimientos mas hondos y la conmovedora emoción: “Esta noche hemos escuchado de nuevo las palabras del ángel a los pastores y hemos revivido el clima de aquella Noche santa, la Noche de Belén, cuando el Hijo de Dios se ha hecho hombre y, naciendo en una humilde gruta, ha puesto su morada entre nosotros. En este día solemne resuena el anuncio del ángel, que es una invitación para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio, a acoger al Salvador. Que los hombres de hoy no duden en recibirlo en sus propias casas, en las ciudades, en las naciones y en cada rincón de la Tierra”. Puesto que: “en la Navidad el espíritu se abre a la esperanza contemplando la gloria divina escondida en la pobreza de un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es el Creador del universo reducido a la impotencia de un recién nacido. Aceptar esta paradoja, la paradoja de la Navidad, es descubrir la Verdad que nos hace libres y el amor que transforma la existencia. En la noche de Belén, el Redentor se hace uno de nosotros, para ser compañero nuestro en los caminos insidiosos de la historia. Tomemos la mano que Él nos tiende: es una mano que nada nos quiere quitar, sino sólo dar”.

El Pontífice medita sobre el milenio anterior con extensión a los últimos siglos, con sus portentosos adelantos en el campo técnico y científico, que nos aporta “ingentes” recursos materiales de los que hoy podemos disponer. Lo que a su juicio plantea una dolorosa contradicción, por tanto: “el hombre de la era tecnológica, si se encamina hacia una atrofia espiritual y un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso es importante que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser humano”. Y agrega: “A menudo se presenta la edad moderna como inicio del sueño de la razón, como si la humanidad hubiera salido finalmente a la luz, superando un período oscuro. Pero, sin Cristo, la luz de la razón no basta para iluminar al hombre y al mundo”. Y no se trata simplemente de la luz, de iluminar el entorno, fenómeno de por sí excepcional en épocas de desesperanza, como esclarece el evangelio. Se trata de: “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre”. Luz que se siente y  “resuena más que nunca como anuncio de salvación para todos”. Puesto que según la Iglesia. “El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”. Lo que recuerda la famosa expresión de ese místico y esclarecido escritor católico León Bloy, cuando resume sus inquietudes espirituales y la búsqueda de la verdad y sentencia: “En el misterio estamos y en el misterio vivimos”.

El Sumo Pontífice convida al hombre moderno a la humildad, que no se deje llevar ni por la sinrazón ni por el envanecimiento pueril. Es preciso revisar nuestra propia vida, para interpretar el empleo de la libertad y el modo como la concebimos. Puesto que “Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”. Pese a los avances de todo orden, el ser se muestra “débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él! La fuerza vivificante de su luz te alienta a comprometerte en la construcción de un nuevo orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Su amor guía a los pueblos y esclarece su conciencia común de ser ‘familia’ llamada a construir vínculos de confianza y de ayuda mutua”. ”Una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la acechanza terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental que amenaza el futuro del planeta”.

El Nuevo Sigloinvita a meditar sobre el  mensaje de paz y justicia del Sumo Pontífice, donde condena el aborto, el matrimonio gay y la eutanasia; al tiempo que le agradecemos que haya  honrado a Colombia con el reconocimiento a la célebre monja superiora Lura Montoya, fundadora de comunidades misioneras, virtuosa milagrosa exaltada al santoral como Santa Laura. Y por elevar al distinguido prelado Rubén Salazar Gómez a cardenal,   consagrado en su ministerio a servir al país con  ardor infatigable y apoyo a los humildes.