Mujeres, políticas y dilemas | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Marzo de 2015

A  propósito de la celebración el próximo domingo del Día Internacional de la Mujer se ha prendido de nuevo el debate sobre el nivel de participación femenina en los cargos de poder y decisión en nuestro país, así como el porcentaje de éxito o fracaso cuando se trata de cargos de elección popular. De acuerdo con un estudio de una dependencia de la ONU, si bien el rol protagónico de este género ha crecido en los últimos años, aún se está lejos de un equilibrio frente a los hombres. Se calcula, en consecuencia, que las mujeres solo llegan a ocupar el 12 por ciento de los cargos de elección popular, aun cuando representan el 51 de la población. Para ser más específicos, por ejemplo, de los 268 integrantes de Senado y Cámara, sólo 52 son mujeres.

¿Cómo hacer para que esta participación aumente? He ahí el problema. Para algunas organizaciones que impulsan la adopción de políticas de igualdad de género, tienen que ampliarse normativas como la llamada “Ley de cuotas” que ordena que el 30 por ciento de los altos cargos públicos de poder y decisión sean ejercidos por mujeres. Igualmente, en el marco del proyecto de reforma constitucional llamado de “equilibrio de poderes”, que entra a segunda vuelta en el Congreso, se llegó a plantear la posibilidad de que las listas de candidatos a los cuerpos colegiados estuvieran compuestas por un número equitativo de hombres y mujeres, alternados, propuesta que se conoció como “lista cremallera”.

En la otra orilla están las opiniones de quienes consideran que esas normas de cuotas o topes mínimos de participación femenina, terminan siendo discriminatorias para las mujeres. Alegan que los nombres de las mujeres en las ternas terminan siendo en muchos casos apenas una formalidad legal, pues los entes que postulan no escogen a las candidatas con las mejores calidades. Igual sostienen que en muchas de las listas para concejos, asambleas e incluso Congreso tampoco se seleccionan a las dirigentes con mayor potencial o proyección electoral, sino a mujeres con poca experiencia y capital político, que no pongan en peligro la posibilidad de elección de los caciques de turno.

¿Qué hacer, entonces? La polémica no es fácil de dilucidar, pues cada bando interpreta distinto las mismas estadísticas sobre participación efectiva femenina en la política. Algo así como el eterno dilema de ver el vaso medio lleno o medio vacío…