¿Reformas vía pupitrazo? | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Mayo de 2023

* Un llamado a la responsabilidad del Congreso

* No arriesgar en asuntos tan delicados para el país

 

 

Nada más peligroso para el proceso de confección de una ley o un acto legislativo que trabajar contra reloj en comisiones o plenarias de Senado y Cámara. Son incontables las normas declaradas inexequibles, parcial o totalmente, por vicios de forma y de fondo, cometidos en el afán parlamentario por aprobar iniciativas cuando la cuenta regresiva reglamentaria está por agotarse. De igual manera, el país tiene en la memoria muchos casos de yerros vergonzantes, descaches legislativos o sobre los comúnmente llamados ‘micos’ que se terminan colando en medio de atropellados debates. No menos lesivos resultan los acuerdos en el límite del tiempo que dan paso a articulados incompletos e incoherentes, cual ‘colcha de retazos’. Y  tampoco faltan las decisiones desesperadas in extremis en donde gobiernos y congresistas optan por la salida fácil de derivar los temas más importantes y determinantes a futuras reglamentaciones, violando de forma flagrante los principios básicos de la jerarquización normativa.

A ese caótico escenario está expuesto hoy el país, sobre todo en lo relativo al trámite de las tres reformas gubernamentales de mayor calado y carga controversial: salud, laboral y pensional. Aunque la primera se radicó a mediados de febrero y las otras un mes largo después, ya estamos a un poco más de cuatro semanas para que termine este primer periodo congresional y el panorama para esas iniciativas es muy complicado.

El ajuste al sistema de salud apenas si lleva tres artículos aprobados y solo el próximo martes la Comisión Séptima de la Cámara entrará a debatir el grueso de la reforma, que es precisamente el que ha generado un intenso rifirrafe partidista en las últimas semanas, al punto que no solo dio origen a la segunda crisis ministerial en escasos nueve meses de mandato de Gustavo Petro, sino al rompimiento de la coalición parlamentaria oficialista.

Las otras dos iniciativas no tienen un panorama más despejado. Por el contrario, la reforma laboral apenas si tendría mañana lunes ponencia para primer debate en la misma célula legislativa, en donde su discusión no podrá abocarse sino después de aprobar o hundir el proyecto de salud.

Y en lo que hace a la pensional, tampoco se ha rendido ponencia en la Comisión Séptima de Senado. Tras casi dos meses de análisis al proyecto radicado por la ministra del Trabajo y luego de las audiencias públicas de días atrás, se espera que esta semana se concrete esa primera propuesta de articulado para abrir el debate.

Aunque las sesiones ordinarias terminan el próximo 20 de junio y se da por descontado que se llamará a extras por no menos de dos semanas, la posibilidad de que algunas de estas tres reformas sean aprobadas en esta legislatura asoma difícil. Los respectivos articulados han dado lugar a intensos debates a nivel político, económico, gremial, social e institucional. Los críticos aducen que las iniciativas no solo buscan derruir sistemas que tienen fallas pero son claramente funcionales, sino que están marcadamente ideologizadas, plantean esquemas regresivos y comprobadamente fracasados, al tiempo que anulan la iniciativa privada, dando paso a una estatización anacrónica y disfuncional. Ello explica por qué las diferencias de las bancadas oficialistas, independientes y de oposición sobre sus alcances e implicaciones son muy grandes.

Aunque las colectividades han insistido a la Casa de Nariño que muestre una verdadera disposición a concertar los articulados, la respuesta del presidente de la República y tanto de los antiguos como de los nuevos ministros ha sido la radicalización. Es más, no solo se está acudiendo al peligroso expediente de llamar a las bases populares gobiernistas a presionar desde las calles la aprobación de las reformas, sino que ahora el Ejecutivo busca abiertamente romper la disciplina partidista y vulnerar la Ley de Bancadas, ‘reclutando’ votos de parlamentarios uno por uno.

Visto todo ello, resulta claro que el Gobierno y sus afines quieren acelerar de forma muy preocupante los debates, forzando votaciones de grandes paquetes de artículos en un solo bloque, sin mayor debate y atropellando incluso el reglamento y las garantías de los parlamentarios que quieren profundizar sobre muchos aspectos delicados. También se evidencia la inclinación por designar subcomisiones que en cuestión de horas deben llegar a acuerdos sobre temas que llevan meses discutiéndose sin acercamiento alguno por las posturas inamovibles de la Casa de Nariño.

Así las cosas, el llamado al Congreso es uno solo: evitar a toda costa los pupitrazos, ya que por esta vía se corre el riesgo de aprobar reformas antitécnicas, incoherentes o viciadas. Son temas de alto impacto público en donde el afán gubernamental no debe llevar a dar vía libre a articulados que no solo agravarían las falencias en salud, pensiones y régimen laboral, sino que difícilmente pasarán el examen de la Corte Constitucional.