Tarjeta roja a los violentos | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Mayo de 2023

* Redefinir estrategia de seguridad en el fútbol

* Los tres flancos de una misma problemática

 

La violencia alrededor del fútbol profesional repunta de nuevo. Para solo hacer un recuento de las acciones más recientes: agresión de un desadaptado a un jugador de Millonarios que ingresó al campo de juego en el estadio del Tolima, en Ibagué; la asonada de una barra de Nacional en el Atanasio Girardot (Medellín), motivada por la decisión del club de recortarle algunos apoyos; la invasión de hinchas al gramado del estadio Palogrande (Manizales) y la agresión a jugadores del Once Caldas; la batalla campal el fin de semana en un sector aledaño al estadio de la capital antioqueña entre barras de Nacional y Medellín, que dejó dos muertos y una decena de heridos; la agresión de hinchas del América, el domingo pasado, a un motociclista y su progenitora al norte de Cali, por el simple hecho de portar la camiseta del equipo azucarero…

La situación es muy complicada. De hecho, ya días atrás los 36 clubes afiliados a la Dimayor tomaron una serie de medidas para enfrentar este pico de violencia. A ello se suma que la semana pasada sesionó la Comisión Nacional para la Seguridad, Comodidad y Convivencia del Fútbol. El Congreso, a su turno, ya citó sendos debates por Senado y Cámara, invitando no solo a voceros de equipos y barras, sino también a la Policía, alcaldes y otras instancias oficiales. Es más, tras el saldo fatal del fin de semana en Medellín la Defensoría del Pueblo urgió implementar un Puesto de Mando Unificado y activar directrices incluidas en el Plan Decenal del Fútbol, como la Mesa de Concertación Nacional del Barrismo Social…

En principio hay tres problemas muy puntuales. El primero es el referido al comportamiento de las barras en los estadios. Aquí la norma es clara en torno a que la logística de seguridad en los estadios es responsabilidad de los clubes y sus esquemas. Sin embargo, la Policía debe concurrir en esta tarea, no solo por su experticia para enfrentar graves hechos de violencia sino por el principio de autoridad que reviste a los uniformados. Ahora, mientras no se carnetice a la hinchada, se haga obligatorio el registro biométrico en las taquillas de entrada y se instalen cámaras de alta definición en las tribunas para identificar en tiempo real a los desadaptados, capturarlos y judicializarlos drásticamente, será muy difícil garantizar un clima de convivencia total.   

Los casos de invasión del campo de juego son un asunto más complicado aún. Los clubes ya propusieron reinstalar mallas metálicas que separen a los aficionados de los jugadores, cuerpos técnicos, periodistas y demás personal autorizado. Al nuevo Ministro del Interior no le sonó mucho la idea, en tanto que la mayoría de las barras organizadas se oponen, aduciendo que es un retroceso y que las hinchadas son muy pacíficas, salvo algunos pocos grupos que deben ser vetados de los estadios de por vida y se acaba el problema.

El otro lío de fondo es el relativo a los enfrentamientos de los hinchas en sectores que no son aledaños a los estadios o en las rutas interdepartamentales, intermunicipales o urbanas de llegada o salida a las ciudades en donde se juegan los partidos. Este un asunto típicamente policial y requiere una tarea más eficaz en patrullaje preventivo y sobre todo en inteligencia para hacer seguimiento a las concentraciones de las ‘barras bravas’, prevenir asonadas, capturar a los violentos de forma rápida y oportuna. El desespero de algunos comerciantes por las afectaciones y saqueos está llegando al límite, amenazando incluso con armarse así como demandar a alcaldías y otras instancias oficiales.

En tercer lugar, es claro que las relaciones entre clubes y barras organizadas se salieron de contexto. De una interacción natural, que puede incluir apoyos en boletería y patrocinios logísticos, se pasó a acuerdos millonarios, con pliegos de peticiones a bordo por parte de los líderes de las hinchadas e incluso amenazas de saboteos a los partidos si no se cumplen algunas peticiones… La Dimayor ya cortó por lo sano: están prohibidos este tipo de ayudas. Las barras sostienen que las están castigando a todas por unas pocas violentas, que son las que deben ser erradicadas de los estadios. Las autoridades, a su turno, advierten una peligrosa lumpenización de algunas de estas organizaciones, incluyendo desde directrices de actos violentos, pasando por tráfico de estupefacientes hasta lucro con la boletería y los transportes de aficionados…

¿Qué hacer? Urge una estrategia integral, que combine seguridad preventiva en estadios y alrededores, mayor capacidad de reacción ante desórdenes, pedagogía ciudadana y sanciones drásticas a los violentos. Clubes, barras, Dimayor, Policía, Fiscalía, alcaldías y Gobierno nacional tienen que redefinir toda la estrategia para garantizar la paz y convivencia en los estadios. Se necesitan medidas de fondo, aquí y ahora.