Tensión entre Bogotá y La Habana | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Diciembre de 2012

*El sofisma agrario

*Las Farc por la beligerancia

Dicen  que la situación agraria en donde se concentra la propiedad ente el 1,15 de propietarios del 52% de los predios, es causa y combustible permanente del conflicto.  Tema prioritario para el Gobierno y las Farc: lo agrario. Asunto que para los negociadores de la subversión comprende, no solamente las tierras cultivables y ganaderas, también el subsuelo; que incluye la riqueza minera, el petróleo, el oro y minerales estratégicos como el coltán o el uranio; se dice que en las montañas de Chima, en Santander, se encuentran grandes yacimientos, lo mismo que en otras zonas de la periferia del país. El coltán ha sido explotado en el sur  por las Farc, según informes de prensa, lo compran a los indígenas por una miseria y lo negocian con agentes del exterior. En la periferia se encuentran las mayores reservas de agua del país, líquido más valioso que el petróleo, sin el cual la especie no podría sobrevivir. Hasta donde nos llega saltuariamente la información desde La Habana, los voceros del  Gobierno se mantienen firmes en el tema de la cuestión agraria.

El discurso según el cual la desigualdad de la propiedad de la tierra en los campos es lo que genera la violencia, no pasa de ser un sofisma. Si en Colombia en los campos no vive sino el 30%, de la población, la propiedad de la tierra se debe calcular entre  ese 30 y el  número de propietarios en el 52% del territorio. Las zonas de tierras de mejor calidad y  capa vegetal son relativamente pequeñas, se concentran en algunos valles o en la Sabana de Bogotá, la que enladrillamos y encementamos, en vez de construir la ciudad en los Llanos, que quedan más cerca del mar por el lado del Orinoco, donde la capa vegetal es débil. También es obligatorio dividir las tierras menos productivas y compararlas con las más productivas o las que requieren grandes inversiones, y la visión cambia. Como estamos en días navideños, de ocio para muchos, les dejamos ese asunto para que  analicen y hagan sus propios cálculos. Después de estas cuentas simples de suma y resta, es  positivo sumar otro dato de tinte sociológico; la violencia en los campos no la hacen ni los campesinos, ni los indígenas, ni los propietarios, que son las victimas; buena parte de la violencia se da por cuenta de las mafias que en algunos casos trabajan con las Farc,  muchos de los que portan armas en esas zonas son oriundos de otras regiones. Sin contar que los violentos tuvieron en los inicios un gran apoyo de Fidel Castro desde Cuba y de elementos citadinos en Colombia. La distorsión salarial en los campos tiene que ver con el pago a los raspachines, más elevado que el de las fincas productivas. Lo  mismo que se repite en las zonas petroleras en donde las gentes no quieren trabajar en el campo puesto que los salarios de las multinacionales son mejores. Y con factores de atraso, como es el caso de la falta de infraestructura, que no se debe en exclusiva a la corrupción, tiene que ver con la violencia que en cincuenta años ha dificultado el desarrollo, incluso volando puentes e impidiendo el avance de cuadrillas de obras públicas.

El ministro del Interior, Fernando Carrillo, dijo que:"El Gobierno espera que para Semana Santa ya se haya evacuado el tema agrario y se comience con la discusión del segundo punto”.  Cuando  barruntaba  el editorial con la finalidad de resaltar tan importantes y claras declaraciones del ministro de la política, mientras saboreaba un estimulante café negro, al repasar las noticias encontré las declaraciones en contrario del Jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle,  consumado político, quien desmintió al ministro. Dice el  negociador que “no habrá plazos”. Y agrega: “ni el Presidente ni la delegación del Gobierno han puesto términos al punto uno”: el agrario. Y el presidente Juan Manuel Santos ha sido cauto en el manejo del tema a la espera de resultados, apenas dijo: “estamos avanzando, pudiéramos avanzar más, pero estamos avanzando”. Lo que es claro y que también reseñamos oportunamente, es que el Jefe de Estado ha insistido en un plazo de un año para concretar un acuerdo, de lo contrario se retiraría de la mesa de negociaciones. Las Farc, entre tanto, buscan conseguir el estatus de beligerancia, que impediría que el Gobierno se retire de la mesa. Lo grave del entuerto es que,  le estaría dando la razón a  dirigentes como José Félix Lafaurie del gremio ganadero, quien no asistió al foro agrario con las Farc y  teme se distorsione en La Habana la política oficial e irrumpa un cogobierno de facto. Confusión  que el presidente Juan Manuel Santos debe esclarecer, dirimir y desmentir.