Todos los ojos en El Niño | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Mayo de 2023

* Urge activar desde ya planes de contingencia

* Evitar racionamientos y rebrote inflacionario

 

Es inminente el comienzo del fenómeno climático de El Niño. Los pronósticos de la Organización Meteorológica Mundial, así como de otras agencias trasnacionales y nacionales coinciden en que comenzaría a mediados o finales de junio, creciendo en intensidad en el tercer trimestre. De hecho, ya los monitoreos evidencian un calentamiento atípico de las aguas de océano Pacífico.

En el mejor de los casos, sus efectos en materia de aumento de los promedios históricos de temperatura, con la consecuente sequía, tendrían su principal pico antes de que termine este año, pero otros pronósticos señalan que debido a la agudización del cambio climático buena parte del 2024 se vería impactado por una curva alta de esta contingencia. No en vano, ya se advirtió la semana pasada que el planeta enfrentará ahora los cinco años más cálidos en toda la historia. No hay que olvidar que solo a finales de 2022 se pudo dejar atrás el fenómeno de La Niña, que duró más de catorce meses en sus fases de maduración

Como es apenas obvio, todos los países, en especial los de la zona ecuatorial, deben activar planes de contingencia para amortiguar las consecuencias del Niño, que en algunas naciones significa un verano extremo y en otras lluvias torrenciales. En Colombia, ocurrirá lo primero. Según el Ideam, a mediados de julio se estiman precipitaciones por debajo de lo normal, entre un 10 a 40%, sobre todo en las regiones Caribe y Andina, así como en el centro de la Pacífica.

Por eso, a la par de enfrentar una adelantada temporada de huracanes y tormentas tropicales, hay que prepararse para el Niño. Uno de los principales campanazos se da en cuanto a la fiabilidad en el suministro de energía eléctrica, toda vez que gran parte de la cadena de suministro está basada en la generación hidroeléctrica, que depende, por obvias razones, de los niveles de llenado de las represas y embalses. Ya algunos expertos han señalado que los niveles de lluvias en esta primera temporada invernal no han sido los esperados, lo que dispara aún más las alertas por la inminente llegada de El Niño.

Si bien la ministra de Minas y Energía ya descartó el riesgo de un racionamiento en el segundo semestre, afirmando que los niveles de embalses son adecuados, se tiene el respaldo de las termoeléctricas y un mayor aporte del parque de generación solar y eólico, en el sector energético hay llamados a no confiarse, pidiendo incluso una revisión a la evolución de la Bolsa de Energía y su impacto tarifario. Ese riesgo de sequía obliga, asimismo, a un plan de alistamiento en agua potable y saneamiento básico, dado que el servicio de acueducto depende de un buen nivel de los ríos y represas.

Por otra parte, los gremios agrícolas pidieron al Gobierno que se active una estrategia de apoyo técnico y crediticio para reforzar distritos de riesgo, optimización en el uso del agua en actividades de producción e incluso esquemas de asistencia para amortiguar el efecto de las altas temperaturas en el ciclo de cosechas. En momentos en que el precio de los alimentos empieza a ceder, lo que ha sido clave para desacelerar la escalada inflacionaria (pese incluso al incremento sostenido en el valor de la gasolina), es imperativo disminuir el riesgo de un oneroso cambio de tendencia por efectos climáticos.

De otro lado, como lo hemos advertido en estas páginas, el fenómeno de El Niño incrementa de forma sustancial el peligro de incendios forestales, debido a una disminución extrema de la humedad en la superficie de los suelos y la capa vegetal. En el último episodio climático de este tipo en Colombia este fue uno de los mayores dolores de cabeza, ya que hubo cientos de conflagraciones de distinta dimensión que arrasaron con miles y miles de hectáreas. La Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres debe proyectar ya un plan de choque, sobre todo ante la deficiencia estructural del servicio de bomberos en muchas regiones del país.

Por último, pero no menos importante, es urgente que se comience a instruir a la población sobre procedimientos sencillos para ahorrar agua y luz. No es necesario esperar a que la situación se complique para tomar medidas en esta dirección. Igual debe pasar con el sector público, en donde todavía quedan instalaciones con luces prendidas toda la noche…

Visto todo lo anterior, queda claro por qué el país, en su conjunto, tanto en el sector oficial como en el privado, tiene que prepararse para enfrentar al Niño. Toda precaución debe activarse para disminuir los riesgos directos y colaterales lo más posible. El Gobierno está llamado a liderar la estrategia, aquí y ahora, sin dilaciones ni excusas.