Un llamado a la esperanza | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Marzo de 2021

* Los mensajes en arranque de Semana Santa

* Fortalecer espíritu en medio de la pandemia

 

En un mundo agobiado por el inmediatismo y un materialismo desbordado, así como golpeado en todos sus niveles por la pandemia del covid-19, se inició ayer la Semana Santa, la celebración más importante del cristianismo, que es la confesión religiosa más extendida en todo el planeta y mayoritaria en Colombia. En este Domingo de Ramos, que se llevó a cabo en una combinación de ceremonias con aforo reducido en los templos y la transmisión de los actos litúrgicos por medios digitales, la feligresía participó masivamente, adecuándose en su mayoría a las restricciones sanitarias y protocolos de bioseguridad.

Tanto en su tradicional ángelus como en la liturgia que conmemora el ingreso a Jerusalén de Jesucristo, el papa Francisco renovó su llamado a vivir con vocación y espiritualidad estos días santos. No solo recordó que esta era la segunda Semana Mayor que el planeta celebra en el contexto de la pandemia, sino que enfatizó que la humanidad estaba en esta ocasión más fuerte ante la crisis social y económica. En ese marco circunstancial, el Pontífice renovó su invitación a ser solidarios con los que más sufren y necesitan. “… A lo largo del vía crucis cotidiano, nos encontramos con los rostros de tantos hermanos y hermanas en dificultad: no pasemos de largo, dejemos que nuestro corazón se mueva a compasión y acerquémonos”, dijo.

El Papa centró su mensaje litúrgico en invitar a los católicos a recuperar la capacidad de asombro, estupor y a dejarse sorprender por el ejemplo de sacrificio y desprendimiento por el prójimo que dio Jesucristo y lo que esto significa en medio de los momentos más difíciles de la humanidad. “Su amor se acerca a nuestra fragilidad, llega hasta donde nosotros sentimos más vergüenza. Y ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz. Por eso las palmas y la cruz están juntas”, indicó el Pontífice.

Ese llamado a renovar la fe y fortalecer la espiritualidad en medio de las difíciles circunstancias que atraviesa el mundo y en particular Colombia, también es el eje central que al inicio de la Semana Santa recalcó monseñor Oscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.

En entrevista dominical con este Diario, el alto prelado reiteró que en estos días santos el llamado es a crecer en la fe, la esperanza y el amor, ya que ello permitirá a los colombianos seguir afrontando estos momentos críticos. Una coyuntura en la que también se llama al cristianismo a acercarse a los que sufren y acompañarlos en sus tristezas y desánimos.

Llama la atención que monseñor Urbina señale que una de las consecuencias de la crisis que vive el país desde hace un año es que los colombianos “hemos aprendido a ser familia, todos, independientemente de nuestro credo, formación académica, cultura, estrato. Hay un referente común, la casa y la familia. Cuando estuvimos confinados nos tocó volver a ser familia”. Todo ello, precisamente, ha permitido a muchas personas redimensionar y valorar el concepto de la humanidad, de priorizar a la persona por encima de cualquier otra circunstancia.

Sin duda, se trata de un avance sustancial en un mundo en donde, como lo han advertido muchos diagnósticos sociológicos y líderes religiosos, no solo del cristianismo sino de otras doctrinas, el materialismo y el individualismo se han venido imponiendo en medio de un día a día agitado en el que la tecnología, si bien importante y necesaria, también ha llevado al riesgo de la deshumanización.

De allí la importancia de lo señalado por monseñor Urbina en torno a que en medio de la pandemia y su impacto sobre todas las familias, “… hemos visto un redescubrir y despertar en la fe de muchas personas. En familia se participa de la oración, de la Santa Misa, del rosario y otros momentos de piedad”. Y de forma paralela también se ha visto una mayor solidaridad con los más golpeados por la inédita crisis.

Como se ve, el inicio de la Semana Santa estuvo rodeado de un llamado a la unión, a la solidaridad, al retorno a la humanización y a redimensionar los valores más caros del cristianismo. Un llamado más que necesario en momentos en que la persistencia del embate pandémico continúa cobrando vidas a diario y sembrando dolor e incertidumbre en miles y miles de familias en Colombia y todo el planeta. Un llamado, finalmente, a la resiliencia espiritual y a la esperanza en que todo mejorará.