Una esperanzadora FilBo | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Abril de 2023

* Repunte positivo de la inquietud cultural

* La pujanza de nuestra industria editorial

 

 

La Feria Internacional del Libro de Bogotá, que culmina mañana, confirma cómo se ha resucitado ese antiguo amor por la cultura que destacó a la capital del país en el siglo XIX y parte del XX, cuando la élite y muchas gentes podían recitar a poetas colombianos como Guillermo Valencia o Rafael Pombo, y también evocar sus frases repentistas más famosas. Por esas tertulias literarias que se hacían en el Palacio de San Carlos, con presidentes-humanistas como Rafael Núñez o Miguel Antonio Caro, un diplomático argentino se refirió a la ciudad como la “Atenas suramericana”.

En el siglo XX Bogotá mantuvo viva esa llama de la cultura, que cautivó en cierta forma a la sociedad y contribuyó a templar la pluma de grandes escritores, como es el caso del hoy famoso mundialmente Gabriel García Márquez, que ejerció con su narrativa cautivante el periodismo en la capital. Tuvimos políticos como Laureano Gómez o Alberto Lleras que fundaron periódicos y revistas, donde se expresaron en el mejor castellano y libraron denodadas polémicas o movilizaron la opinión en torno de nobles ideas, siempre con una carga intelectual admirable.

Además, la lista de eruditos que incursionaron en la política, como José Vicente Concha o Marco Fidel Suárez, honraría a cualquier país. Incluso tuvimos en el siglo XX políticos de la talla de Alfonso López Michelsen, autor de novelas y estudios constitucionales, lo mismo que Álvaro Gómez Hurtado, que sorprende a don Miguel de Unamuno, con su obra La Revolución en América, un político y estadista que movilizaba ideas en cada campaña, quedando expósita su tesis del desarrollismo, la misma que hoy cobra vigencia y nos podría sacar del estancamiento del sistema. Esos personajes influyeron positivamente en la conciencia colectiva, invitando a sus seguidores a pensar. Incluso Jorge Eliécer Gaitán escribió un interesante ensayo sobre el socialismo. Así como un Belisario Betancur, escritor y editor, como Antonio Nariño en los albores de la República… En alguno de los salones de la FilBo se hablaba de estos temas y los jóvenes de los colegios y los curiosos por los libros no solo se asombraban, sino que manifestaban una esperanzadora admiración e interés por la naturaleza literaria y cultural de nuestra ciudad.

Esa tendencia al humanismo y la lectura pareciera que tomó un nuevo aire en medio de la pandemia, cuando las personas encerradas en sus viviendas apelaron a la lectura para paliar la incertidumbre por el inmediato futuro. Al menos así lo dijeron varios expertos en esta edición de la fiesta de las letras en la capital del país. También se hizo patente un renovado interés por el género de la novela, que ofrece las más diversas posibilidades de distracción e información. Vale la pena resaltar lo positivo que resulta ver a personas de todas las edades interesadas por ojear y comprar libros de vieja y nueva data. También debe destacarse la pujanza de la industria editorial, tanto de las empresas consolidadas como de la producción especializada de varias universidades colombianas. Igualmente hubo ríos de visitantes en los pabellones que ofrecían productos literarios en temáticas de ciencia y tecnología, que suscitan creciente e inagotable expectativa.

En el campo del arte se nota un avance superlativo con ediciones de alta calidad sobre los mejores exponentes colombianos y extranjeros, que suscitaron gran curiosidad y demanda en el público. Provoca un henchido orgullo nacional la inquietud juvenil por conocer la obra de pintores de la calidad y la talla mundial de Fernando Botero o Alejandro Obregón. Los libros con temáticas de superación espiritual, que buscan fortalecer la autoestima, lo mismo que escritos de corte religioso, tienen un público cada vez más alto.

A todo ello deben sumarse la multiplicidad de eventos culturales, presentaciones de libros, conferencias y demás actos académicos, a los que el público asistió masivamente, ratificando una esperanzadora curiosidad intelectual de nuestra sociedad. En un mundo en donde la inmediatez tecnológica multimedia y las redes sociales priman en el día a día, refresca ver a niños y adolescentes curiosos por los libros.  

Finalmente, debe destacarse la positiva organización de la Feria. No es fácil manejar este flujo de visitantes y ofrecer un evento de alta calidad intelectual para personas de todas las edades. Una vez más, la FilBo es un respiro de aire fresco en este inusitado y por momentos caótico discurrir de los tiempos, en donde la rapidez y lo superficial se imponen. Un encuentro cultural en Bogotá comparable a los mejores de la misma índole en las capitales más importantes de Occidente y el resto del planeta.