Volver a verte | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Noviembre de 2018

Desde la ventana, contemplando el horizonte, un padre repasa lo que ha sido la vida de su hijo mientras permanecieron juntos. 

Comienza así un recorrido insospechado por todo aquello que vivieron pero de lo que solo fueron conscientes cuando sobrevino la separación. 

Es un viaje en el que juntos, de la mano, se resisten a pensar que el amor se desvanezca.

Es una travesía en que lo único importante es esperar que llegue el momento de volver a verse. 

Es un libro para entender el verdadero amor entre padre e hijo cuando estalla el divorcio.

Es la novela que un servidor acaba de presentar en la Editorial Ibáñez y que hace parte de la colección ‘Textos Cautivos’.

Una novela breve que ayuda a enfrentar desafíos insospechados, a no amilanarse frente a las adversidades y a sonreír vigorosamente para descubrir el milagro de la vida en cada tramo.

El epígrafe de don Rafael Alberti lo atestigua: “Padre, ¿por qué me trajiste acá? 

Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

iza al aire este lamento:

¡Ay, mi blusa marinera;

siempre me la inflaba el viento

al divisar la escollera!”

Y el texto sugiere esa tensión fecunda entre la ausencia y la alegría del reencuentro:

“Remonto el puente, el largo puente que nos separaba.  Hasta hace poco tiempo era un puente más, pero en este momento es toda una muralla, un emblema, una fortificación que debía traspasar cada mañana antes de que el sol saliera para esperarte en el andén y verte salir por la puerta blanca, la misma puerta que siempre abrimos juntos.

... Sales sonriente, fresco, con un mechón humedecido y te lanzas a mis brazos mientras la maleta que llevas a la espalda amenaza con tumbarte. 

... Me miras como si durante mucho tiempo no me hubieses visto y sonríes nuevamente mientras me das la mano. 

... ¿ Sabes cuántas veces te apreté para que no escaparas, o para no escapar de ti y así darte la sorpresa de aparecer más adelante, a pocos metros, detrás de un árbol o al otro lado de la esquina ? 

... ¿Sabes cuántas veces me aferraba a tu cuerpo para no perderte, para que nada ni nadie pudiera separarnos siquiera un minuto?