Brexit y la esperanza de la república en Escocia | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 21 de Diciembre de 2019
Giovanni Reyes
Los escoceses, liderados por, Nicola Sturgeon, insistirán al Reino Unido en un referendo por su independencia. Inclusive no descartan una desobediencia civil

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Los resultados de los fenómenos dan prueba de la verdad que les asiste, de su verdadera naturaleza. En general uno podría haber percibido, hasta ahora, que la cultura y civilidad del pueblo inglés eran notables y generalizadas. Los hechos actuales parecen contradecir esas apreciaciones. Es cierto que la sociedad inglesa tiene dos de las 10 mejores universidades en el mundo: Oxford y Cambridge.  No es posible negar los avances y los aportes que los ingleses hicieron a la cultura del mundo. 

Sólo con el fin de citar un caso ilustrativo, allí está Isaac Newton (1642-1727) quién habría contribuido decisivamente en al menos cuatro ámbitos científicos: (i) mecánica o física clásica también llamada newtoniana, que se complementa en la actualidad con el enfoque de la física cuántica y la física relativista; (ii) óptica; (iii) gravitación universal; y (iv) cálculo infinitesimal, esto es, diferencial e integral.

Estas observaciones surgen a raíz del resultado de las votaciones en el Reino Unido el pasado domingo 15 de diciembre. Las cuales navegan en contra-vía de esa percepción de cultura notable y generalizada a que se hacía referencia.

Como se sabe ahora, el mandatario Boris Johnson -con todo su personal y por demás polémico estilo- obtuvo una indiscutible victoria y logró hacerse con la mayoría absoluta en el nuevo parlamento británico.  El resultado da respaldo a la salida del Reino Unido de Europa.  El actual mandatario desde el 10 de Downing Street -una oficina inaugurada en 1684- ha prometido un “brexit duro si es necesario, para el 31 de enero próximo”.

No valieron las aclaraciones sobre las mentiras en que se basó la campaña del “brexit”, incluso las proferidas desde junio de 2016, no valieron las advertencias de los cientistas sociales, de la academia.  No valieron las aspiraciones de los más jóvenes en tener sus esperanzas en las oportunidades que indiscutiblemente brinda Europa.  Nada de nada. 

Sin embargo es de destacar que hay matices. En general quienes se inclinaban por permanecer en Europa, incluían personas de superiores niveles educativos y condición urbana.  De hecho los resultados de la votación en Londres y otras ciudades relativamente grandes, contrastan las posiciones de los votantes de las áreas más rurales.

En medio de esto, emerge la situación de Escocia. Allí, en uno de los cuatro componentes del Reino Unido -los otros son Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte- triunfó el sí, el quedarse en Europa.  Es evidente que el populismo en esta región habría hecho menos estragos y que desde ya puede perfilarse la esperanza de una república en esa región.

Casi de manera inmediata a partir de los resultados, la Ministra Principal de Escocia, Nicola Sturgeon (1970 -) puntualizó: “No podemos seguir siendo prisioneros del Reino Unido en contra de nuestra voluntad”.  La líder del Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) ha sido enfática en varias oportunidades en señalar que no descartaría recurrir a la desobediencia civil, ante el la posición obstruccionista que tiene Johnson en cuanto a que se celebre en 2020 un referéndum de independencia.

El escenario para la diatriba esté servido cuando, por otra parte, se presenta como indiscutible la posición del Ejecutivo desde Londres: el Jefe de Gabinete de Johnson, Michael Gove, ha declarado que “nos dijeron en 2014 que se trataba de una decisión sobre independencia, que tendría cobertura para toda una generación”. 

No obstante, el respaldo y fortaleza de las posiciones de Sturgeon se basan en que su partido, SNP, prácticamente arrasó en todos los distritos electorales de Escocia.  Las opciones están vivas y desde ya se están ahondando las nunca anuladas diferencias entre Inglaterra y Escocia.  De nuevo estarían teniendo validez, en contextos contemporáneos, los muros de Adriano y de Antonino -de los años 122 y 142, respectivamente- que establecen separaciones entre ingleses y escoces en el norte del actual Reino Unido.

Es de elaborar precisiones, no obstante, respecto a este referéndum independentista que en 2014 ganaron en Escocia quienes deseaban continuar perteneciendo al Reino Unido.  Este resultado por permanecer unidos a Inglaterra se logró con base en algo que ahora ha cambiado totalmente. Los votantes contra la independencia lo hicieron debido a que de esa manera todo el Reino Unido permanecería integrando la Unión Europea.  No necesariamente haciendo parte de la Zona del Euro, pero sí, del bloque comunitario.

Ahora con las intransigencias nacionalistas de Johnson y los conservadores, esa condición fundamental ha cambiado y los independentistas también son claros en tener lo que llaman una oportunidad histórica: se separan del reino, mientras por otra parte continúan perteneciendo a Europa. La razón esencial de esta posición es que Escocia necesita y se beneficia con mayor intensidad de las prerrogativas comerciales con la Europa continental.

Los independentistas de Escocia saben que, actualmente, cobra legitimidad la realización de un nuevo referéndum sobre la soberanía de su territorio.  Se ven alentados con la perspectiva de establecer por fin, una República. Con ello, se estaría dejando atrás, el anacronismo de la monarquía, misma que logró sobrevivir a pesar de la Revolución Inglesa (1642-1651) y el triunfo de los “parlamentarios” de Oliver Cromwell (1599-1658).

Reiteradamente se han anunciado las desventajas de un supuesto “brexit”.  En materia de nexos culturales, comerciales, financieros, educativos, en todo ello, la separación afecta negativamente al Reino Unido.  Por razones geográficas Europa es el mercado natural de la isla, quiérase o no aceptar este hecho.

Mientras Johnson parece encaminado a conducir a su país a los grandes costos que se verán aparejados, tanto de manera directa como indirecta y a mediano plazo, con el “brexit”, los escoceses parecen comprometidos a torcerle el brazo a Londres. Las apuestas están abiertas.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario

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