Captagon, la droga que convirtió a Siria en narcoestado | El Nuevo Siglo
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Domingo, 6 de Noviembre de 2022
Agence France Presse

DIEZ años de guerra civil han hecho de Siria un fragmentado campo de ruinas, pero con algo en común detrás de cada línea de frente: el captagon, una droga que ha convertido al país en un narcoestado.

El estimulante, asociado inicialmente a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), ha generado una industria ilegal de 10.000 millones de dólares, beneficiosa no sólo para el régimen del presidente Bashar al Asad, sino también para muchos de sus enemigos.

Esta droga es, de lejos, el primer producto de exportación de Siria y supera todas las exportaciones legales juntas, según estimaciones elaboradas a partir de datos oficiales recabados por AFP.

El captagon es una anfetamina derivada de un medicamento que se supone sirve para tratar la narcolepsia o el déficit de atención. Esta droga ilícita se ha expandido por Oriente Medio y Arabia Saudita constituye su mayor mercado.

AFP interrogó a lo largo de su investigación a más de 30 fuentes, incluyendo antiguos y actuales miembros de los servicios de seguridad de Siria y de otros países, a traficantes, activistas, diplomáticos extranjeros y expertos en estupefacientes, para entender la magnitud del fenómeno. La mayoría pidieron no ser identificadas.

En Arabia Saudita, se considera a menudo como una droga festiva, aunque su consumo se extiende más allá de la clase pudiente.

Muchos saudíes modestos y trabajadores inmigrantes consumen esta droga barata, discreta y sin el estigma del alcohol en un país musulmán.

Con el captagon "puedo trabajar sin parar durante dos o tres días, lo cual me ha permitido duplicar mi salario y me ha ayudado a saldar mis deudas", comenta Faysal, un obrero de unos veinte años, recién casado. Según dice, gasta cada semana 150 riales (unos 40 dólares) en comprar los comprimidos de captagon.

"Termino mi primer trabajo agotado, al amanecer". Gracias a la droga, puede aguantar el tirón para desempeñar su otro trabajo como chófer.

La pastilla de lujo vendida a la élite saudita puede valer hasta 25 dólares, pero las de menor calidad se consiguen a un dólar.

La droga comienza su viaje en las zonas menos vigiladas por las autoridades entre Siria y Líbano.



Barones y tribus

Con una máscara y los ojos ocultos tras gafas oscuras, un traficante del valle libanés de la Bekaa cuenta cómo organiza los envíos. "En general se asocian cuatro o cinco peces gordos y comparten el costo de una carga de 10 millones de dólares, por ejemplo, para cubrir las materias primas, el transporte y los sobornos", explica en medio de un viñedo.

"El costo es bajo y los beneficios altos", añade este traficante, y precisa que aunque sólo salga bien uno de cada diez envíos, "sigues ganando". Añade que "hay un grupo de más de 50 barones. Forman una gran red y son sirios, libaneses y saudíes", explica.

El tráfico de captagon abarca varios países y numerosos actores clave tienen vínculos tribales, por lo esencial a través de los Bani Jaled, una confederación beduina que se extiende de Siria y Líbano a Jordania, Irak y Arabia Saudita.

De esta manera, una carga puede mantenerse bajo la esfera de influencia de los Bani Jaled desde la fabricación en Siria hasta la entrega en Arabia Saudita, según fuentes coincidentes. Y las cifras son vertiginosas.

Más de 400 millones de pastillas fueron incautadas en Oriente Medio y otros países sólo en 2021, según datos oficiales. Este año se espera que las incautaciones sean aún mayores.

Sin embargo, por cada cargamento que se intercepta, nueve llegan a destino, afirman responsables de aduanas y de la lucha antinarcóticos. Eso significa que, incluso partiendo de un precio medio de cinco dólares por comprimido, y con solo cuatro cargas de cada cinco llegando a su destino, el captagon representa una industria de al menos 10.000 millones de dólares.

Siria es el origen del 80% del tráfico mundial, según responsables de los servicios de seguridad, por lo que este comercio representa al menos el triple de sus presupuestos.

 

El hermano de Asad

Según expertos en estupefacientes, el Estado sirio está en el corazón de este tráfico en las zonas controladas por el régimen de Bashar al Asad.

De acuerdo con esos especialistas, la opaca red de señores de la guerra y oportunistas en los que se ha apoyado el presidente sirio para ganar el conflicto ha salido muy beneficiada con el tráfico del captagon.

Citan en particular al movimiento chiita libanés Hezbolá, apoyado por Irán, que según ellos desempeña un importante rol en la protección del tráfico a lo largo de la frontera libanesa.

"Siria tiene una necesidad acuciante de divisas extranjeras y esta industria es capaz de alimentar el tesoro público gracias a una economía paralela, desde la importación de materias primas hasta la fabricación y por último la exportación" de los comprimidos, explica un exconsejero del gobierno sirio.

El nombre que se repite una y otra vez en las entrevistas realizadas por AFP es el de Maher al Asad, hermano del presidente sirio y líder de facto de la Cuarta División, la unidad de élite del ejército. Una decena de fuentes cuestionaron la labor de esa brigada.

La AFP solicitó una reacción por parte de las autoridades sirias, a través de la embajada de Siria en París y en la ONU, pero estas declinaron hacer comentarios.

"Maher al Asad obtiene una parte de las ganancias del captagon, que sirven incluso para pagar, en parte, los sueldos de un grupo armado vinculado a la Cuarta División", afirma Rami Abdel Rahman, jefe del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una oenegé radicada en el Reino Unido.

"La Cuarta División tiene un papel activo en la protección, facilitación y fabricación de captagon y en el transporte del cargamento hasta los puertos de Latakia y Tartús", en el noroeste y el oeste de Siria, afirma Caroline Rose, experta en el New Lines Institute.

En el momento álgido de la guerra, las armas entraban clandestinamente en Siria por la región de Wadi Jaled. Hoy en día, el captagon y los migrantes que se aventuran hacia Europa hacen el trayecto inverso.

Los rebeldes, implicados

En el sur de Siria, las provincias de Sueida y Deraa, en la frontera con Jordania, son dos vías fundamentales en el contrabando hacia Arabia Saudita. Deraa alberga además varios laboratorios donde se fabrica la droga.

En Sueida proliferan las bandas que transportan el captagon. Las tribus beduinas llevan las cargas desde las principales fábricas alrededor de Damasco y de la ciudad de Homs.

En Siria el tráfico de esta droga ha puesto fin a muchas enemistades. "El captagon ha reconciliado a todas las partes en conflicto", es decir, "el gobierno, la oposición, los kurdos y el Estado Islámico", asegura un exconsejero del gobierno sirio.

Incluso en el norte, que alberga las últimas bolsas de resistencia rebelde y de yihadistas, la droga ha propiciado alianzas improbables.

"Trabajo con gente en Homs y Damasco que reciben los comprimidos de los almacenes de la Cuarta División. Yo distribuyo los comprimidos aquí o me encargo de la coordinación con los grupos rebeldes para enviarlos a Turquía ", declaró un contrabandista de la zona rebelde dominada por Turquía.

Aseguró que también le vende captagon a jefes del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham, que controla el enclave de Idlib, en el noroeste de Siria y sostiene que el  nuevo amo del tráfico en la región es Abu Walid Ezza, un comandante de la facción Sultán Murad del Ejército Nacional Sirio, un grupo proturco.

"El éter dietílico, una especie de cloroformo, es uno de los principales componentes en la fabricación del captagon y la mayor parte de este material viene de Turquía", subraya un investigador judicial de la zona.

Además de los productos químicos, la inversión más importante para montar un laboratorio de captagon es una prensa para comprimidos o una máquina de caramelos.

Una web china propone incluso una "prensa para comprimidos de captagon" por 2.500 dólares, capaz de fabricar decenas de miles de pastillas por hora.

Una vez obtenidos los precursores químicos, basta con 48 horas para poner en marcha un laboratorio de captagon con un equipamiento relativamente modesto.

El "rey del captagon", Hasan Dekko, dirigía su emporio desde Tfail, un pueblo libanés fronterizo con Siria, hasta que fue detenido en abril tras una serie de importantes decomisos.

Este sirolibanés, que mantiene relaciones políticas de alto nivel en ambos países, negó cualquier relación con el narcotráfico, según documentos judiciales obtenidos por AFP, pero los responsables de la lucha antidrogas en Líbano aseguran que algunas de sus empresas, en particular una fábrica de pesticidas en Jordania, una concesión de coches en Siria y una flota de camiones cisterna, son tapaderas habituales para los barones de la droga.

Fuentes del aparato de seguridad y varios desertores del ejército sirio mencionan también el nombre del diputado sirio Amer Jiti, quien se encuentra bajo sanciones de Estados Unidos y que, según ellos, sería una figura destacada del narcotráfico.