Chilenos votan pero definición presidencial sería en diciembre | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 21 de Noviembre de 2021
Redacción internacional

SON las elecciones más polarizadas en la historia de Chile porque si bien hay siete aspirantes a la presidencia, los dos claramente favoritos, representan los extremos del centro político y, por ello sus propuestas son claramente antagónicas: restituir el orden o un cambio de modelo.

Esas son las propuestas del derechista José Antonio Kast, candidato del Frente Social Cristiano (Partido Republicano) y del izquierdista Gabriel Boric, aspirante de la alianza "Apruebo Dignidad", quienes serían este domingo los más votados (punteando el primero) pero les sería insuficientes para proclamarse presidente en esta primera vuelta. La definición se daría el 19 de diciembre.

El abanico presidencial lo completan Yasna Provoste, candidata de la alianza de centroizquierda Nuevo Pacto Social; el derechista Sebastián Sichel, candidato de la coalición Chile Podemos Más, apoyada por el actual Gobierno de Sebastián Piñera; Franco Parisi, Partido de la Gente; Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista; y Eduardo Artés, Unión Patriótica.

Las encuestas divulgadas al cierre de semana, antes de entrar a operar el silencio electoral, coinciden en señalar que el favoritismo de las cartas de la derecha republicana y la izquierda. Una de ellas indica que Kast obtendría entre el 22% y el 36% de los votos, mientras que su rival Boric estaría entre el 18% y el 30%. Otra, la de Activa Research muestra a Kast con un 21.7%, Boric con 17.7%, Provoste recibiría el 10,9%, Sichel el 8,2%, Parisi el 7,3%, Enríquez-Ominami el 3,9% y Artés el 1,9%.

Estos son los perfiles de quienes serían los más votados:


Devolver el orden: Kast

"¿Dicen que soy extremo, pero extremo en qué?", se preguntó el candidato derechista José Antonio Kast, quien tanto en sus declaraciones como en su plataforma de gobierno ha evidenciado sus férreas raíces conservadoras. "No me traten de ultraderecha, porque no lo soy", dijo a un periodista extranjero que lo conminó a definirse entre las posiciones clásicas de izquierda y derecha, al tiempo que sostuvo que “espero que me califiquen como un candidato del sentido común".

De 55 años, este abogado militó por 20 años en el partido conservador Unión Demócrata Independiente (UDI) hasta que en 2019 creó el Partido Republicano que hoy lo lleva a su segundo intento electoral. En 2017 había alcanzado el cuarto lugar, con 7,93% de los votos.

Hijo de inmigrantes alemanes, casado y con nueve hijos, es un activo miembro del movimiento católico conservador Schoenstatt. Es defensor a ultranza del derecho a la vida, el orden y la libertad. En su programa de gobierno, propone la disminución del gasto público, una reducción tributaria y eliminar varios ministerios. Es el único de los siete candidatos que propone mantener el sistema de pensiones privados. Plantea la intervención de las Fuerzas Armadas en la región de La Araucanía, en el sur del país, agobiada por el conflicto con indígenas mapuches y subir las penas de cárcel para los delitos comunes. 

En el cierre de campaña instó a reflexionar porque en esta elección “se enfrentan dos modelos de sociedad. El que representamos nosotros, de libertad y justicia, y el del Partido Comunista y Gabriel Boric, un país que no queremos y que tendría un pasaje seguro al caos, al hambre y a la violencia". Aseguró que votar por él es votar por erradicar "el miedo" a la delincuencia y la violencia.

Boric, el líder milenial

El diputado de 35 años, Gabriel Boric,  lleva "un faro que ilumina en una isla desierta" tatuado en un brazo y se relaja leyendo, pero su vida real es la de un activista de izquierda que desde muy joven anhela un Chile con bienestar social.

Su mayor reproche a la democracia en la que se crió -nació en 1986- es que continuó un modelo económico instaurado en dictadura que hizo de Chile un país individualista, con una clase media y baja endeudada para pagar educación, salud y pensiones privadas.

Buena parte de sus seguidores y detractores lo han visto crecer como dirigente político desde 2011, cuando lideró protestas estudiantiles por una enseñanza gratuita, en uno de los países con la educación más cara del mundo. "Nuestra generación irrumpe en política el 2011 despercudiéndose un poco de los miedos que había generado la dictadura y los pactos de la transición", dijo a la AFP. 

En la recta final electoral, este joven de ascendencia croata y catalana abandonó su estilo de universitario rebelde por una imagen de 'alumno ordenado', coherente con el tono moderado y de negociador.

Llegó la revuelta social que sacudió el país en 2019, jugó un papel protagónico al firmar el acuerdo político que desembocó en la Constituyente que hoy redacta una nueva Constitución.

Soltero, sin título universitario y oriundo de la austral Punta Arenas, asegura que "los países no se resetean, no parten de cero, por lo tanto, estamos en un constante aprendizaje de los que nos antecedieron, tanto de sus aciertos como de sus errores" y sostiene que si llega a ser presidente quiere "algo que en Europa sería bastante obvio, que es asegurar un estado de bienestar para que todos tengan los mismos derechos sin importar cuánta plata tienen en la billetera".



Por la unidad: Provoste

La abanderada de la centroizquierda, Yasna Provoste, vive una verdadera revancha política al disputar este domingo la presidencia, luego de haber sido destituida por el Congreso cuando era Ministra de Educación y obligada en 2008 a pasar cinco años fuera de la actividad pública. Hoy, con 51 años, representa a la coalición Unidad Constituyente y es la única mujer en el abanico presidencial.

En su programa de gobierno, Provoste reivindica lo realizado en los últimos 30 años de democracia.  "Soy heredera de una coalición que durante 30 años gobernó en nuestro país, que enfrentó momentos bien difíciles tras la recuperación de la democracia, (porque) nos tocó recibir un país con un 40% de pobreza (...) que la logró disminuir a un 3%. Los niveles de desempleo cayeron a los límites de la normalidad", dijo sobre ese Chile próspero de mediados de 1990 hasta la primera década del 2000.

Católica practicante, es liberal en temas como el matrimonio y adopción homosexual, y también ha manifestado su apoyo a una nueva Constitución que garantice el derecho a la salud, educación, vivienda, y un medioambiente limpio.

Reivindica con orgullo su descendencia diaguita, un pueblo indígena originario del norte del país. Al cerrar su intensa campaña sostuvo que "es momento de recuperar la unidad nacional. Nadie sobra y nadie puede restarse" y agregó que si gana llevará a cabo "las transformaciones profundas que Chile ha elegido, partiendo por cuidar la gran semilla del cambio institucional y político que brota de la Convención Constitucional".

Finalmente advirtió que "esta no es una elección cualquiera. Esta es probablemente la elección más importante después de aquella con la que iniciamos la reconstrucción de la democracia en 1989. Y precisamente es una elección para iniciar otra reconstrucción".



Sichel, el ´sueño chileno’

El abogado Sebastián Sichel, quien se considera a sí mismo como un caso exitoso del "sueño chileno" tras una niñez carenciada bajo la dictadura, llegó en democracia a codearse con la élite y convertirse en candidato presidencial de la coalición oficialista de centroderecha.

Se define como independiente, reniega de las opciones políticas extremas de izquierda y derecha. "Estoy tratando de construir esa identidad liberal de centro", dijo a la AFP.

A sus 44 años, este exministro de Desarrollo Social del actual gobierno y presidente del Banco Estado, cargo que dejó para ser candidato presidencial, está convencido de que los chilenos quieren posiciones "moderadas" tras dos años de convulsión política por la revuelta social que se inició en octubre de 2019. 

"El mundo cambió y los políticos tienen que asumirlo", dijo Sichel, quien en 2013 se presentó sin éxito como candidato a diputado. Para él, los extremos de izquierda y derecha se estancaron en una lógica de 1990.  Luego de su triunfo en las primarias, su popularidad fue decayendo por una serie de errores "no forzados", según analistas. Esos errores lo hicieron caer en las encuestas y ayudaron a levantar la figura del otro aspirante de derecha, José Antonio Kast, a quien varios miembros de la coalición gobernante han apoyado.

Casado y con tres hijos, cree que desde 2019, el país atraviesa "una revolución democrática, una clase media que se formó en los 90 con un país que creció pero con una clase media que está aburrida de una élite que define las rutas del país".

Está a favor del matrimonio igualitario, la adopción entre parejas homosexuales, apuesta a la equidad de género y apoya el aborto tal como rige hoy con tres causales: riesgo de vida, inviabilidad fetal y violación.