Contra la ‘cultura del descarte’: Francisco y el buen samaritano | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Septiembre de 2020
Hernán Olano

El pasado martes se dio a conocer la Carta Samaritanus bonus de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, donde se analiza la parábola del buen samaritano, donde el hombre debe sentirse llamado personalmente a “testificar el amor en el sufrimiento", tema de gran debate en Colombia, desde la aprobación de la sentencia C-239 de 1997 por la Corte Constitucional.

Es que según el cardenal Ladaria, prefecto de esa congregación, la vocación al amor y al cuidado del otro, lleva consigo ganancias de eternidad.

Ya el 25 de julio de 1968, san Pablo VI publicó su encíclica Humanae vitae, cuyo tema central fue el de la vida y la dignidad de la persona, del matrimonio y de la familia, saliendo al paso de deformaciones morales y sociales en torno a la regulación de la natalidad, el aborto y la eutanasia, entre otros, tema que también se aborda en esta carta, aprobada por el papa Francisco desde el 25 de junio de 2020.

El Buen Samaritano, está en el centro del corazón, en el rostro del hermano en dificultad, de quien tiene una necesidad y, es quien “ofrece todo el bien necesario para levantarlo de la herida de la desolación y abrir en su corazón hendiduras luminosas de esperanza”.

En doce capítulos, Samaritanus bonus, detalla algunas normas morales y de comportamiento, sobre las cuales destaco las siguientes:

1. La prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido. Siguiendo las enseñanzas del Magisterio, la Iglesia considera que debe reafirmar como el significado definitivo de que la eutanasia es un crimen contra la vida humana porque, con este acto, el hombre elige directamente causando la muerte de un ser humano inocente.

2. La obligación moral de evitar y ensañamiento terapéutico. No es lícito suspender los cuidados que sean eficaces para sostener las funciones fisiológicas esenciales, mientras que el organismo sea capaz de beneficiarse (ayudas a la hidratación, a la nutrición, a la termorregulación y otras ayudas adecuadas y proporcionadas, y otras más, en la medida en que sean necesarias para mantener la homeostasis corporal y reducir el sufrimiento orgánico y sistémico).

3. Los cuidados básicos: el deber de alimentación e hidratación, los cuales necesarios para el mantenimiento de la homeostasis del cuerpo, en la medida en que y hasta cuando esta administración demuestre alcanzar su finalidad propia, que consiste en el procurar la hidratación y la nutrición del paciente.

4. Los cuidados paliativos. Estos se acompañan de asistencia, alivio del dolor y necesidades emotivas, afectivas y espirituales. En algunos países del mundo, las legislaciones nacionales que regulan los cuidados paliativos (Ley de cuidados paliativos) así como las leyes sobre el "final de la vida" (Ley del fin de la vida), prevén, junto a los cuidados paliativos, la llamada Asistencia Médica a la Muerte (MAiD), que puede incluir la posibilidad de pedir eutanasia y el suicidio asistido. Estas previsiones legislativas constituyen un motivo de confusión cultural grave, porque creer que la asistencia médica a la muerte voluntaria hacen una parte integral de los cuidados paliativos y que, por lo tanto, moralmente lícito pedir la eutanasia o el suicidio asistido.

5. El papel de la familia y los hospicios para cuidados paliativos. En el cuidado del enfermo terminal es central el papel de la familia, así como el apoyo con los cuidados paliativos, en los que los enfermos terminales cuentan con un apoyo médico, psicológico y espiritual cualificado, para que pueden vivir con dignidad, confortados por la cercanía de sus seres queridos, en la fase final de su vida terrenal.

6. El acompañamiento y el cuidado en la edad prenatal y pediátrica. Su vida es sagrada, única, irrepetible e inviolable, exactamente como la de toda persona adulta. En el caso de las llamadas patologías prenatales "incompatibles con la vida", se proscribe la eliminación deliberada de una vida humana inocente, lo cual nunca es lícito, ni moralmente aceptable.

7. Terapias analgésicas y supresión de la conciencia. El uso de analgésicos es, por tanto, parte de los cuidados del paciente, pero las administraciones que provocan directa e intencionalmente la muerte es una práctica eutanasia y es inaceptable. La sedación debe por tanto excluir, como su objetivo directo, la intención de, inclusive con es posible un condicionamiento a la muerte en todo chance inevitable. Se hace también claridad sobre los analgésicos en el ámbito pediátrico.

8. El estado vegetativo y el estado de mínima consciencia. Es siempre engañoso pensar que el estado vegetativo, y el estado de mínima consciencia, en sujetos que respiran autónomamente, sean un signo de que el enfermo haya cesado de ser persona humana con toda la dignidad que es propia.

9. El objetivo del convenio de formar parte de los agentes sanitarios y de los institutos de salud católicas. Se debe negar siempre cualquier cooperación formal o material inmediata como ayuda al suicidio asistido. Asimismo, las instituciones sanitarias deben superar las fuertes presiones económicas que a veces les inducen a aceptar la práctica de la eutanasia.

10. El acompañamiento pastoral y el apoyo de los sacramentos. Evitar la indiferencia, apatía, prejuicio, miedo a mancharse las manos, encerrarse en sus propias preocupaciones y, poner en práctica la atención, escucha, compasión y discreción.

11. El discernimiento pastoral hacia quien pide eutanasia u homicidio asistido (assisted suicide). Nadie debe dar escándalo mostrando de alguna manera cómplices de la supresión de una vida humana.

12. La reforma del sistema educativo y la formación de los agentes sanitarios. Recomienda a las universidades el desarrollo de cursos sobre cuidados paliativos, así como preparar modelos de asistencia psicológica y espiritual para los agentes sanitarios que tienen a su cargo los pacientes en las fases terminales de la vida humana. Hacerse cargo de quienes cuidan es esencial para evitar que sobre los agentes y los médicos recaiga todo el peso (burn out) del sufrimiento y de la muerte de los pacientes incurables.

El papa Francisco ha hablado de la "cultura del descarte" y es lo que se quiere evitar con esta nueva instrucción.

*Investigador Sénior.