Desafíos tecnológicos y desarrollo sostenible en Latinoamérica | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Octubre de 2022
Giovanni Reyes

Uno de los rasgos más importantes que presentan actualmente los procesos productivos relacionados con alta tecnología es que se requiere de mucha más inversión para la generación de empleo productivo. No es lo mismo la creación, digamos, de empleo agrícola en al ámbito de las hortalizas -por lo general cultivos de corto plazo e intensos en la utilización del suelo- que posiciones laborales para una industria de semiconductores.

Debido a este factor de mayor requerimiento de inversión, entre otras consideraciones, las tasas de crecimiento económico de un país no necesariamente jalonan con tanta eficiencia como antes, la creación de empleo. De allí que los crecimientos de producción de muchas economías deben exhibir tasas más altas para que se genere un nivel aceptable en la creación de oportunidades para la población.

No sólo son los empresarios los que deben invertir más, sino también los que deben competir por mercados segmentados, especializados, mucho más específicos.  Además, se requiere de niveles de preparación más especializados en la mano de obra.  Se demanda que los recursos humanos posean mayor nivel de formación.

Estas condiciones del desarrollo tecnológico y productivo constituyen desafíos permanentes para las economías latinoamericanas y caribeñas. Uno de los retos más importantes para la región es la transformación de la naturaleza de sus exportaciones. Continuar vendiendo al exterior postres, tales como azúcar, café, banano, o bien productos muy relacionados con materias primas, es continuar dependiendo de bienes exportables que se proyectan en general hacia una baja de precios en el mercado externo.

Esta tendencia recurrente a la baja en los precios de las exportaciones pertenecientes a las materias primas puede tener algunos períodos de excepcionalidad: los ocurridos entre 1880 y 1914; además del surgimiento de los precios de esos productos de 2003 a 2014.  Las proyecciones, se reitera, se mantienen a pesar de estos períodos especiales. Y las recuperaciones de los precios no alcanzan por lo general a alcanzar los niveles previos.

De allí que el desafío es generar productos exportables que tengan mayor valor agregado. No es lo mismo vender el café en cereza o uva, que la distribución de la bebida directamente a los consumidores.  Esto último genera mayores rentabilidades.

Este tema de la innovación tecnológica, productividad, competitividad y comercio exterior, es abordado en un estudio del Banco Mundial.  En ese documento se sostiene que “se debe adoptar y promover la tecnología y la innovación para impulsar el crecimiento económico, la reducción de la pobreza e incrementar las oportunidades para todos, en lugar de generar barreras”.

Exactamente, se trata de facilitar accesos al desarrollo tecnológico en lugar de forjar lo que en administración y teoría de mercados se conoce como barreras de entrada. Se requiere que se fortalezcan los nexos entre crecimiento económico y desarrollo. Para ello se han identificado tres mecanismos: (i) sistemas de seguridad y protección social; (ii) generación de empleo y emprendimientos; y (iii) transferencias de gobierno en particular en los casos de ayuda humanitaria de emergencia (AHE). 

Estas últimas concebidas como ayuda para la auto-ayuda; con períodos específicos, perentorios de aplicación. De lo contrario, exacerbar estas políticas, puede comprometer los patrones de crecimiento y desarrollo en la sostenibilidad de los mismos; algo que fatalmente se ha ignorado en los regímenes del denominado “socialismo del Siglo XXI”.

El mismo Banco Mundial puntualiza otro aspecto por demás crucial en todo esto de los desafíos tecnológicos: “Será clave mejorar la educación y la capacidad para garantizar que los jóvenes puedan aprovechar plenamente el mundo digital y estar preparados para los trabajos del futuro”. Absolutamente indispensable. La transformación de la naturaleza de las exportaciones transita por la vía de la educación y la capacitación, por la senda de la ampliación de las capacidades de las personas y de amplios sectores de la población.



De manera puntual, como parte de lo que serían políticas públicas, se tienen tres aspectos considerados prioritarios en cuanto a la adopción de nuevas tecnologías, como medio para generar el modelo DDI: desarrollo, democracia e innovación.  En lo esencial, el Banco Mundial se refiere estos componentes.

Un primer aspecto, poner la tecnología a “disposición de empresas locales, a precios globalmente competitivos”. Se trata aquí de colocar el énfasis no sólo en la viabilidad técnica o de existencia material de la tecnología, sino hacer que la misma tenga conveniencia en función de las utilidades y rentabilidad de los proyectos.

Un segundo componente: promover que las empresas tengan incentivos “para invertir en actualización tecnológica y exportaciones, en lugar de protegerse de la competencia”.  En esto se tendrían los apoyos prioritarios a micro, pequeñas y medianas empresas. El desafío es enfrentar las dinámicas que impone la nueva globalización que vivimos, inserta en los cambios tecnológicos que son inevitables.

Finalmente: “Capacitar a los trabajadores a fin de que estén preparados para los empleos del futuro”. Se trata de innovaciones relacionadas con el recurso más importante para toda empresa y país, el talento humano.  Esto es por demás clave y se encuentra articulado a lograr la sostenibilidad del crecimiento y el desarrollo.

Los desafíos tecnológicos son apremiantes. El mundo ha cambiado, ha cambiado drásticamente. Actuar de manera tardía frente a los desafíos del mundo digital puede hacer que los procesos puedan estar a destiempo, desfasados, y resulten más caros.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna).