El primer ministro australiano, Scott Morrison, dijo en una entrevista radial que vacunarse debería "ser obligatorio". "Siempre hay excepciones a la vacuna, por razones médicas, pero deberían ser las únicas", agregó.
Adelantándose a posibles movimientos antivacuna, Morrison afirmó que había demasiadas cosas en juego para dejar que la enfermedad siga propagándose.
"Estamos hablando de una pandemia que ha destruido la economía mundial y causado cientos de miles de muertes", dijo.
Del otro lado del mundo, el médico epidemiólogo y asesor de la Casa Blanca Anthony Fauci dijo que cuando exista una vacuna su aplicación no será forzada por el gobierno federal en Estados Unidos, aunque podría ser obligatoria por normas locales para los niños.
"No podemos forzar o intentar obligar a las personas a que se vacunen, nunca lo hemos hecho", dijo Fauci en una charla por video con la Universidad George Washington.
Frente a un virus que ya ha cobrado más de 783.000 vidas y contagiado a más de 22 millones de personas, la disponibilidad de una vacuna o un tratamiento eficaz es la esperanza a la que se aferra el planeta.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se están desarrollando 168 posibles vacunas, pero hasta ahora ninguna está lista para ser comercializada.
En Estados Unidos, el laboratorio Moderna cuenta con uno de los proyectos más avanzados, en fase 3 de los ensayos clínicos en seres humanos, la última etapa antes de la comercialización.
Brasil, aprobó también los ensayos clínicos finales de la vacuna experimental de la firma Johnson & Johnson, el cuarto proyecto que recibe luz verde en el país para ser ensayado, antes de su aprobación definitiva.
Y el laboratorio suizo Roche anunció un acuerdo con el estadounidense Regeneron para la fabricación y la distribución de un tratamiento contra el Covid-19 en fase final de los ensayos clínicos.
En esta carrera acelerada para hacerse con el buscado remedio, la OMS pidió a sus países miembros que se unan a su programa de acceso a la vacuna y luchen así contra el "nacionalismo de las vacunas".
La pandemia sigue haciendo estragos en América Latina y el Caribe, donde ya se registran más de 247.000 fallecidos y 6,3 millones de casos. La región acaparó en la última semana prácticamente la mitad de las muertes mundiales.
Chile registró ayer 1.233 nuevos contagios de coronavirus en las últimas 24 horas, la menor cifra en más de tres meses, mientras el país avanza medidas de desconfinamiento e impone nuevas cuarentenas por sectores.
Las autoridades sanitarias informaron que el balance de la última jornada es el mejor desde el pasado 11 de mayo, cuando la pandemia comenzaba a recrudecerse en Chile. En total, el país contabiliza 390.037 casos positivos desde el primer infectado reportado el 3 de marzo.
Al otro lado de la cordillera de los Andes, su vecino Argentina vive una realidad muy diferente y superó la barrera de 300.000 contagios.
Bolivia, en tanto, recibió de Estados Unidos una donación de 200 respiradores, valuados en más de 2,5 millones de dólares, para enfermos de Covid-19, gesto que la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, agradeció a su par estadounidense, Donald Trump.
La OMS advirtió además que la pandemia entró en una "nueva fase", especialmente en la región Asia-Pacífico, y los contagios se producen entre los menores de 50 años, a menudo asintomáticos.
"La epidemia está cambiando. Las personas de 20, 30 o 40 años son cada día más una amenaza", según Takeshi Kasai, director de la institución para el Pacífico occidental.
En otros países como Italia, donde las autoridades buscan frenar una nueva ola de contagios, también aparecen numerosos testimonios de jóvenes contagiados durante sus vacaciones.
Desde el lunes, el uso de las mascarillas es obligatorio por la noche en las zonas más concurridas de la capital italiana, medida que se suma al cierre de discotecas.
Pero en la emblemática Fontana di Trevi, la prioridad de los turistas no es protegerse del coronavirus sino hacerse una buena foto. Delante de esta imponente obra barroca, uno de los lugares más turísticos de Roma, la policía italiana tiene serias dificultades para imponer el uso de la mascarilla.