El Papa reclamó que la vacuna contra el coronavirus sea universal y gratuita al expresar que sería "triste" si se beneficiase solo a quien pueda pagarla o si su aplicación se redujese al ámbito de un solo país propietario.
"Qué triste sería si en la vacuna se diera prioridad a los ricos o se convirtiera en propiedad de una nación", exclamó en la audiencia general de ayer que comenzó en agosto tras la pausa estiva de julio y que sigue celebrando en la biblioteca del Palacio Apostólico para evitar aglomeraciones en la plaza de San Pedro.
El Papa decidió dedicar sus reflexiones a los aspectos económicos y sociales de la pandemia así como sus consecuencias.
De este modo, explicó que en el caso de que el virus se intensificara de nuevo en "un mundo injusto", los cristianos deberán cambiar esta tendencia. "Sería un escándalo si la ayuda económica con dinero público se centrara en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión, a la promoción de los últimos, al bienestar común y al cuidado de la creación", avisó.
Así, recordó que muchos "quieren volver a la normalidad y reanudar la actividad económica" al mismo tiempo que advirtió que "esta normalidad no debería incluir la injusticia social y la degradación ambiental". "De una crisis no salimos iguales, salimos o mejores o peores, y deberíamos salir mejores", recalcó.
Por otro lado, en su catequesis hizo hincapié en que el "amor por los pobres es la misión de toda la Iglesia".
El Papa recordó así que algunos piensan que este amor por los pobres "es tarea de pocos" pero incidió en que es "la misión de toda la Iglesia".
En esta línea, también invitó a poner las periferias en el centro que según señaló ese es el verdadero significado de centrar la vida en Cristo, "que se hizo pobre" para enriquecer a todos con su pobreza.