La delicada salida de EU de Afganistán 20 años después | El Nuevo Siglo
Expertos temen que el retiro de tropas de Estados Unidos pueda llevar a Afganistán a una guerra civil. Cortesía: Anadolu
Anadolu
Domingo, 6 de Junio de 2021
Redacción internacional

Estados Unidos socializó dos importantes noticias esta semana: la primera, que devolverá su principal base militar operativa en Afganistán, denominada Bagram, antes del 20 de junio. Y, la segunda, que Washington podría estar completando la retirada de sus efectivos castrenses antes del 11 de septiembre, fecha que se fijó a comienzos de este año el presidente Joe Biden para tal fin.

Eso significa que en el verano de este 2021, tras dos décadas de presencia norteamericana en Afganistán, motivada por el ataque que Al Qaeda perpetró el 11 de septiembre de 2001 en suelo norteamericano, podría estársele poniendo un punto definitivo a la guerra más larga que ha tenido la potencia americana en toda su historia.

Es claro que este hecho, que en su momento lo contemplaron las administraciones de Barack Obama y Donald Trump, plantea muchos interrogantes desde el punto de vista geopolítico y de seguridad en esa atribulada región.

Los analistas ya empiezan a contemplar balances de lo dejado por las dos décadas de presencia norteamericana en Afganistán y qué implicaciones tendrá no solamente para Estados Unidos sino para la política doméstica afgana y la geopolítica regional la salida de las tropas.

El internacionalista y profesor de política exterior norteamericana de la Universidad Javeriana, Emerson Forigua, considera que frente a los objetivos que a largo plazo se trazó el primer gobierno de George W. Bush con relación a Afganistán, el balance no es ni remotamente positivo. 

“La intervención norteamericana en Afganistán dista de ser positiva porque hubo unos objetivos de largo aliento que fueron los que no se cumplieron como se esperaría. Al mirar objetivos más estratégicos y que requerían más esfuerzo, como el de estabilizar a Afganistán, moverlo hacia criterios más democráticos, fortalecer el desarrollo del país y sembrar la semilla para resolver muchos de los problemas estructurales que azotan al país, ahí es en donde el balance no es tan positivo”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el internacionalista Forigua.

Agregó que a corto plazo, frente al objetivo de evitar que Afganistán fuera una amenaza a los intereses de Estados Unidos, sobre todo tras los ataques del 11S, la presencia de las tropas sí fue justificable.


Le puede interesar: Acuerdo "histórico" en el G7 sobre impuesto a multinacionales


Un nuevo vacío

Para varios analistas la partida de Estados Unidos y sus respectivos aliados de Afganistán podría generar los escenarios negativos que se vieron cuando este mismo país anunció su retirada de Irak en 2011.

Como se recuerda, la retirada en ese momento coincidió con la primavera Árabe en Siria, y la suma de ambos fenómenos permitió el posicionamiento de un actor tan radical como Isis, que se convirtió en poco tiempo en una nueva amenaza global.

“La salida de las tropas genera dudas porque el gobierno de Kabul tiene un control relativamente firme en las ciudades, pero mucho del control de las zonas rurales está en manos de los talibanes. Esta retirada ha generado un interrogante: cuándo se vayan (las tropas de EU), ¿está el gobierno central afgano lo suficientemente sólido para enfrentar el vacío que dejará dicho retiro? El Gobierno no es lo suficientemente fuerte para contrarrestar la influencia que han venido ganando los talibanes y creo que podría haber un escenario de inestabilidad, como el que vimos en Irak”, añadió el profesor Forigua.

No obstante, es imperativo recordar que Estados Unidos ya mencionó que seguirá apoyando al gobierno afgano. Aún así tras la disminución de su presencia en la zona es probable que las potencias regionales entren a jugar un rol más significativo.

“Estamos hablando de Rusia, Irán, China y Pakistán. Ya ha habido esbozos muy generales, sobre todo por parte de Rusia, en donde están viendo cómo abordar el tema una vez se produzca la retirada (estadounidense). Cuando esta misma se dé se incrementará una inestabilidad y eso se puede proyectar hacia otras zonas y al Kremlin le preocupa que le pueda pegar a Tayikistán. Ahí podría haber una convergencia de intereses”, finalizó diciendo el profesor Forigua.

Retirada a buen ritmo

Punto aparte, desde que el presidente Joe Biden ordenó la salida de las tropas estadounidenses en abril, han salido de Afganistán el equivalente a 300 aviones de carga C-17 con material, según el Comando Central del Ejército de Estados Unidos. Así mismo, se entregaron más de 13.000 piezas de equipo a una agencia del Pentágono para su destrucción. 

Estas cifras muestran una fuerte aceleración de la retirada, iniciada oficialmente el 1 de mayo. La estimación anterior, publicada el pasado 25, informó de 160 cargas C-17 y 10.000 piezas para destruir, o entre 16 y 25% del proceso de retiro completado. El Comando Central dijo que también entregó el control de seis instalaciones al Ministerio de Defensa afgano, una más que la semana pasada. 

El ejército estadounidense se niega a dar más especificaciones sobre la velocidad de la retirada y su fecha final para "preservar la seguridad de las operaciones", pero el secretario de Defensa, Lloyd Austin, indicó que las operaciones estaban "ligeramente adelantadas" en relación a lo programado.


Además lea: Cristiana Chamorro… o cuando combatir dictaduras se lleva en la sangre  


El Departamento de Defensa de Estados Unidos debe retirar a los últimos 2.500 militares y 16.000 contratistas civiles antes del 11 de septiembre, aniversario de los ataques de 2001 que llevaron a la invasión estadounidense. 

Aunque el abandono podría adelantarse al cronograma, también podría verse retrasado por las operaciones de evacuación de los intérpretes afganos que han ayudado a la coalición y que temen por sus vidas tras la salida de las fuerzas extranjeras.

Y no solo a los intérpretes de los norteamericanos sino también de otras organizaciones como la OTAN y el Reino Unido, que también avanza en su retirada del país.

“Tenemos miedo de los insurgentes. Conocen nuestras caras. Ellos, especialmente los talibanes, se vengarán y nos cortarán la cabeza pues el grupo yihadista nos considera ‘espías’ y ‘aliados extranjeros’", le dijo a la AFP Nazir Ahmad, un traductor afgano de 35 años que hoy teme por su vida, avizorando la salida de las tropas extranjeras del país.

Ahmad, que ahora vive en Kabul, trabajó con el ejército británico durante dos años en la provincia de Helmand, en el sur del país, y ahora pidió que lo envíen al Reino Unido. 

A este respecto el jefe de Estado Mayor de Estados Unidos, el general Mark Milley, dijo la semana pasada que se están haciendo planes "muy, muy rápidamente" para evacuar a estos intérpretes y sus familias, así como a otros afganos que han cooperado con Estados Unidos.

Washington, además, ha admitido en varias oportunidades que "reconoce su deuda con quienes se juegan la vida por Estados Unidos", asegura Ross Wilson, encargado de negocios de ese país en Kabul, que considera una "obligación moral" ocuparse de los casos atrasados.  

Por esta razón, las autoridades están acelerando el proceso de evaluación "lo más rápidamente posible", pero el presidente Joe Biden aún no ha dado luz verde a estas evacuaciones.  /AFP –EL NUEVO SIGLO