El lunes 29 de julio, en la madrugada, un grupo de generales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se reunió en El Helicoide, en Caracas, para ultimar detalles de la operación sistemática contra opositores y “guarimberos” tras las fraudulentas elecciones en las que, como denunciaron el equipo de María Corina Machado y el Centro Carter, Nicolás Maduro perdió por más de 37 puntos frente a Edmundo González Urrutia.
“Viva Chávez”, gritaron los generales, que cerraron la reunión con la consigna: “Leales siempre, traidores nunca”.
La directora ejecutiva de Casla Institute, Tamara Suju, una de las voces más importantes en la defensa de los Derechos Humanos en América Latina, ha denunciado que a esta reunión asistió la “plana mayor de la represión”, entre ellos el general Rubén Santiago, director de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), y el comisario Miguel Domínguez, subdirector de la PNB y jefe del DAET, una entidad creada por Maduro para perseguir opositores. Además de ellos, denuncia la abogada, también estuvieron miembros de otros cuerpos de seguridad del Sebin y DGIM.
Oficialmente, los líderes de todos los cuerpos de seguridad de Venezuela activaron en la madrugada del lunes un plan para reprimir a todo aquel que afecte “el orden público” y “la paz” y que a la fecha (sábado 3 de agosto) ha dejado 11 fallecidos y 711 personas detenidas, según Foro Penal, una de las principales oenegés venezolanas que protege presos políticos.
Dictadura
Desde hace años, el régimen de Nicolás Maduro es conocido por sus prácticas represivas y los miles de muertes causadas durante su gobierno. En 2014, a pocos meses de haber asumido el poder, arrestó a centenares de jóvenes universitarios que protestaban en todo el país y de esta forma se dio a conocer como un presidente que, sin problema, iba ser capaz de usar toda la fuerza del Estado (legal e ilegal) para mantenerse en el poder.
La represión se ha repetido sistemáticamente en 2017, en 2019 y en 2021, al punto que el dictador venezolano ya tiene una causa abierta ante la Corte Internacional de Justicia por la violación sistemática de derechos humanos, una práctica que continúa y, como se ha visto esta semana, está dispuesto a intensificar.
En un escenario hipotético, algunos analistas llegaron a pensar que Maduro iba a reaccionar frente a su evidente derrota el domingo pasado con una posible flexibilización del régimen que abriera alguna puerta a una futura transición a la democracia. Todo lo contrario. Encerrado en Miraflores, palacio presidencial de Venezuela, todo indica que el dictador está consolidando un régimen cívico-militar que profundiza el poder de los generales leales a su gobierno y recrudece la violencia estatal –y paraestatal– contra los opositores políticos.
La apuesta de Maduro es, por lo visto, copiar el modelo de Daniel Ortega en Nicaragua. Progresivamente, el dictador nicaragüense ha ido profundizando un régimen que pasó de ser semiautoritario a autoritario y que ha abandonado por completo algunas instituciones liberales, como la prensa libre, los partidos políticos y las instituciones electorales.
En 2018, Ortega le ordenó al Consejo Supremo Electoral que inhabilitara a los candidatos Cristiana Chamorro Barrios, Arturo Cruz Sequeira, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena y Noel Vidaurre. Luego, apresó a decenas de opositores y cerró varios medios de comunicación. Hoy, seis años después, Ortega ha consolidado una dictadura cívico-militar tan cerrada como la cubana en lo político, pero más abierta en lo económico.
Días de terror
Entre la madrugada del lunes, en la que los generales gritaron las acostumbradas consignas de Chávez para iniciar el plan represivo, y este sábado, varios hechos han ocurrido en contra de la oposición y demuestran que el régimen ha estructurado un plan para reprimir luego de las elecciones y evitar grandes movilizaciones, como las de 2017.
Además de las 11 personas asesinadas por el régimen y los 711 capturados, paramilitares al servicio de Maduro entraron ilegalmente a las oficinas de Vente, el partido de María Corina Machado, el jueves en la madrugada, robándose material de primera importancia, incluyendo algunas actas electorales recolectadas por el equipo de campaña. Estos paramilitares suelen ser o son parte de los colectivos chavistas, grupos de ciudadanos armados por Chávez desde 2002, que actúan en connivencia con las fuerzas de seguridad y muchas veces llevan a cabo tareas represivas.
Maduro, igualmente, ha hablado sistemáticamente en televisión pública desde el lunes. En sus intervenciones ha anunciado el lanzamiento de una aplicación para denunciar a toda persona que participe en actos de violencia y ataque al régimen en redes sociales. Estas denuncias terminan en cualquier tipo de acto contra el régimen, así lo contempla la “Ley contra el fascismo”, del 2 de abril. Un video que circula en redes muestra como un joven en el estado Miranda es capturado por hombres de las fuerzas de seguridad por simplemente reclamar el conteo real de las actas el lunes pasado.
Precisamente, Maduro ha dicho este jueves que más de 75 jóvenes se han convertido en “soldados bolivarianos” tras ser “aconductados” por las fuerzas de seguridad luego de ser detenidos el lunes y apresados en el centro penitenciario “Región Capital”. Los jóvenes, como se puede ver en el video emitido por el dictador, aparecen con las cabezas rapadas y levantan sus manos al grito de “Chávez vive, la patria vive”.
“Todos los guarimberos van para Tocorón y Tocuyito. Tenemos a 1.200 capturados y buscamos 1.000 más y los vamos a agarrar a toditos. No va a haber perdón”, ha dicho el dictador, luego de anunciar que va a construir dos cárceles más en “15 días” para encarcelar a todo aquel que se alce contra su régimen.
Otra señal que indica que Maduro está profundizando su modelo autoritario ha sido la presencia de miembros del grupo ruso de mercenarios “Grupo Wagner”. Diferentes líderes y medios de comunicación han mostrado un video en el que uno de estos mercenarios participa de una reunión militar frente a la estatua de Chávez –una de las pocas que han quedado en pie– en Nueva Esparta, Venezuela.
No es la primera vez que estos mercenarios participan de un acto militar en Venezuela. En 2019 ya se había revelado que varios miembros de este grupo operaban en Caracas. Con este video, sin embargo, se reafirma que Maduro no sólo cuenta con el apoyo del ejército y la policía venezolanos –que no han mostrado fracturas por ahora–, sino que, además, está protegido por el grupo de mercenarios más grande del mundo y cuenta con grupos paralelos de las guerrilleras colombianas y los sandinistas.
La dictadura venezolana entra en una faceta más radical y autoritaria. Ha pasado de un régimen híbrido a uno en el que es posible que los partidos políticos, la prensa libre y el ejercicio de la ciudadanía estén prohibidos, como en Cuba y Nicaragua.
Es un régimen que está dando patadas de ahogado ante su inminente salida. El punto es cuánto más va reprimir. La respuesta es dolorosa: mucho.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.