Pasito a pasito, presidente Bolsonaro gana terreno electoral | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Jueves, 6 de Octubre de 2022
Redacción internacional con Europa Press

EN medio del fundamentado escepticismo por su equivocado vaticinio para la primera vuelta presidencial en Brasil, se revela la primera medición sobre intención de voto para el balotaje del próximo 30 que si bien registra favoritismo -aunque no tan marcado como hace una semana- del expresidente Luis Inácio Lula da Silva, también evidencia un repunte del candidato-presidente, Jair Bolsonaro.

Tras los resultados de los comicios generales del domingo pasado, donde la ola bolsonarista no sólo llevó a que el actual mandatario alcanzara el 43% de los votos -ocho puntos porcentuales más del vaticinio delas encuestas, forzando el balotaje ante Lula (48%)- sino que tuvieran un marcado avance en el Congreso y gobernaciones claves, como la de Río de Janeiro, Mina Gerais y Sao Paulo, esta última donde habrá segunda vuelta entre el candidato derechista Tarcisio Freitas,  a quien los sondeos lo ubicaban en un tercer lugar, y la carta de la izquierdista Partido de los Trabajadores.

Solo tres días después del batacazo electoral del presidente brasileño y los candidatos de la formación de derecha, se reveló la encuesta de Ipec (Inteligencia en pesquisa y consultoría estratégica) donde destaca que, por primera vez, Bolsonaro supera en intención de voto a Lula en algunos sectores poblacionales y regiones, al igual que mejora la calificación a su gestión.

Revela, así mismo, que el porcentaje de indecisos es superior al 4%, y si bien son claves para inclinar la balanza en uno u otro sentido, lo es más convencer a los abstencionistas -que fueron más de 32 millones- de participar en la decisiva cita programada.

Por grupo etario, el candidato-presidente logra un respaldo del 47% de los hombres blancos, frente a un 45% que se apoyaría a su rival. Es la primera vez que ello ocurre y descontando el férreo apoyo de los evangélicos, gana terreno entre el electorado católico.

En el escenario abierto que dejó la primera cita en las urnas, la medición en los primeros días de campaña evidencia tanto que la misma está muy pareja y que se ha dejado de la agresividad, porque ambos candidatos son conscientes de que la ‘guerra’ verbal genera hartazgo ciudadano e, inclusive, desmotiva su participación.

De esta forma, con emociones controladas, pasos hacia el centro y estratégicas alianzas, Bolsonaro y Lula están a la caza de votos que les den la victoria, que significaría para el primero continuar en el Palacio de Planalto y, al segundo, regresar luego de dos décadas.

Ipec ubica de nuevo a Lula al frente de la intención de voto de cara a la segunda vuelta, con 51%, mientras su rival derechista registra 43%.

Por otro lado, el electorado brasileño tiene claro el sentido de su voto, así lo ha manifestado el 92 por ciento de los encuestados, ya que solo un 8 por ciento asegura que todavía podría cambiarlo. Un 40 por ciento no votaría de ninguna manera por Lula, mientras que un 50 por ciento opina igual con respecto a Bolsonaro.



Si se mira la encuesta en el factor socioeconómico, Lula por su agenda izquierdista, con promesas de “disparar las ayudas sociales” y discurso populista mantiene el favoritismo entre los pobres, los negros y las mujeres.  En el otro extremo, evaluando tanto su avance económico como social, los votantes de rentas altas, más de cinco salarios mínimos (unos 960 hacia arriba), el sector empresarial, el agronegocio y los evangélicos, Bolsonaro es primero, sumando apoyos con el paso de los días.

Así el 65% de la llamada clase alta se inclina por el candidato derechista, frente al 30% por ciento que apostaría por Lula, al igual que en la media, donde el apoyo es de 49% contra 44% del aspirante izquierdista.

En lo que definimos en ediciones anteriores de este diario como una elección entre continuismos antagonistas, el líder del Partido de los Trabajadores mantiene inamovible su predilección entre los electores racializados y los de ingresos más bajos. Aquí la intención de voto del 55% entre los votantes del primer grupo, así como entre el 64% del segundo estamento.

Por su parte, solo el 39% de los negros y el 29% de quienes tiene rentas más bajas, alrededor de un salario mínimo (192 euros), votaría por la reelección de Bolsonaro.

Por género, Lula gana también mantiene el favoritismo en el electorado femenino (52% contra 40%) y en el masculino, pero con un margen mucho menor (49% vs. 45%). La campaña bolsonarista tuvo a bien apoyarse en la imagen de la primera dama, Michelle, para ganar terreno en las mujeres, lo que lentamente está consiguiendo.

En la distribución territorial, la medición vaticina una ‘voto-finish’ en varias regiones, especialmente en el sureste en la que se encuentran los tres mayores centros electorales -Río de Janeiro, Minas Gerais y Sao Paulo-, que representan el 40% del padrón de votantes.

Bolsonaro es el preferido en el sur con 53% de intención de voto frente al 36% de Lula, al igual que en el norte donde obtiene el 50% de respaldo frente al 42% de su competidor izquierdista. Igual que en el centro oeste.

En el noreste, la ventaja es amplia para Lula (69% frente a 25% de Bolsonaro) y, como reseñamos anteriormente, en el sureste la pelea está muy pareja, ya que el 45% está dispuesto a respaldar al candidato ‘petista’ contra 42% que lo haría por el derechista. Ipec destaca que dichos porcentajes están dentro del margen de error.

Es por ello que el mayor énfasis de la campaña bolsonarista se concentra en esta última región donde sus reelectos gobernantes, los de Minas Gerais y Rio de Janeiro, Romey Zema y Claudio Castro, respectivamente, no sólo respaldaron al candidato-presidente, sino que están movilizando las bases para que el 30 de octubre sea el más votado.

En la primera región hay una polarización inédita. Y de allí que se intensifiquen los esfuerzos de los cuadros de derecha, especialmente en algunas que tradicionalmente han sido sus bastiones y en los que, por un escaso margen, ganó el lulismo.

Igual ocurre en la gigantesca Sao Paulo, el dinámico centro financiero de Brasil, donde el antiguo ministro de infraestructura de Bolsonaro, Tarcisio de Freitas, buscará revalidar su impensable triunfo este 30 de octubre al enfrentarse a Fernando Haddad, la carta lulista y excandidato presidencial, a quien todas las encuestas le auguraban una contundente victoria el domingo anterior.

 

Así se mueven las campañas

El lulismo, sin tiempo ni motivo para celebrar, ‘contrario sensu’ a los bolsonaristas, tras los resultados, ambas campañas comenzaron a moverse rápidamente ante un país dividido electoralmente y las escasas semanas que tienen para cazar votantes.

Tras una ‘mea culpa’ del expresidente Lula por haberse concentrado más en ataques personales que en exhibir sus propuestas, prometió hablar más con la gente, “con aquellos que al parecer no nos quieren, o quieren nuestros partidos”, así como la conformación de lo que bautizó “bloque de demócratas" a fin no sólo de restar fuerza a Bolsonaro sino de aunar apoyos más allá de la izquierda, lo que sin embargo es de vieja data, ya que por ello eligió al centroderechista Geraldo Alckim como su vicepresidente.

Para ello gestó un nuevo lema "'Lulinha paz y amor' está listo para conversar con todo el mundo" y con el mismo dio la bienvenida a los apoyos de los candidatos derrotados, Simone Tebet del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB) y Ciro Gomes (centroizquierdista Partido Democrático Laborista), aunque este último a regañadientes, más por disciplina de partido que por convicción personal.

Está en duda que el 7.2% de brasileños que apoyaron a estos aspirantes se decanten por el expresidente izquierdista porque en ambas formaciones políticas están dividas, con una creciente inclinación hacia el candidato conservador.

Por ejemplo, en el MBD hay dos corrientes bien diferenciadas, con la zona norte y noreste apoyando a Lula y el sur y centro oeste decantándose por Bolsonaro. Y aunque Tebet adhirió a Lula argumentando “compromiso con la democracia y la Constitución” pese a los llamados de sus militantes de mantenerse neutral, no dejó en libertad a los militantes para la próxima votación, lo que sin embargo se dará ante la realidad descrita.

Por su parte Gomes, veterano político y crítico del exmandatario del Partido de los Trabajadores, hizo lo propio, pero por decisión partidaria unánime.

En el otro extremo de la tendencia política, Bolsonaro también ha recibido apoyos clave y ha dedicado estos primeros días a hacer ajustes a su plan programático para otros cuatro años.

"Contra el proyecto de poder del PT, declaro, en la segunda vuelta, el apoyo a Bolsonaro", dijo el exjuez Moro y recién electo senador por el sureño estado de Paraná, quien se convirtió en ícono de la lucha contra la corrupción que salpicó a Lula y a su Partido de los Trabajadores, llevando a prisión a éste por 580 días, hasta que la Corte Suprema de justicia ordenó excarcelarlo y rehabilitarle sus derechos políticos por errores procedimentales, más no por los delitos de corrupción por los que fue condenado.