Presionar, presionar y presionar para forzar a Putin a negociar | El Nuevo Siglo
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Domingo, 13 de Marzo de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

NO FUE UNA guerra relámpago como se creyó inicialmente. Con el paso de los días hay consenso de que será prolongada, que no debe extenderse territorialmente y que la única salida es la negociación.

Las sanciones impuestas a Rusia han hecho mella no sólo en su economía, sino que empiezan a impactar la global, con un panorama preocupante, por el alza en precios de combustibles y previsiblemente en varios alimentos, producto del cierre en la cadena de suministros.

La comunidad internacional ha cerrado filas para presionar al Kremlin que mantiene su ofensiva militar en todo el territorio ucraniano, con un alto costo de vidas y forzado a huir a 2.5 millones de personas. Varios países, entre ellos Turquía, Israel, Francia y Alemania han intensificado la gestión diplomática, con repetidos contactos tanto con el presidente Vladimir Putin como con su par, Volodomir Zelenski para impulsar un acuerdo que ponga fin a la guerra.

Y si bien la mesa de negociación ruso-ucraniana se mantiene en territorio bielorruso, es verdad sabida que no sólo deberá escalar de nivel, sino que la llave para una solución final la tiene el presidente estadounidense, Joe Biden, como miembro y cabeza de la Otan, ya que la mayor exigencia rusa es que la misma no se siga ampliando hacia el este, porque argumenta pone en riesgo su seguridad.

Pero mientras ello ocurre -lo que analistas consideran inevitable- se disparan los temores de que Putin, ante el alud de sanciones escale la ofensiva en Ucrania, asalte Kiev e instale un régimen a favor de Moscú. Sin embargo, el mandatario ha sido reiterativo en que no pretende controlar territorial ni políticamente ese país vecino.

La directora de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos, Avril Haines, sostuvo esta semana que pese a las sanciones económicas y militares, Putin "puede escalar" el conflicto aún más. "Evaluamos que Putin se siente agraviado (porque) Occidente no le da la debida deferencia y percibe esto como una guerra que no puede permitirse perder", indicó.

Haines ha agregado, además, que "incluso si Putin ignora la condena del mundo y las sanciones cada vez más efectivas" dirigidas contra Rusia, "será especialmente difícil para los rusos mantener y controlar el territorio ucraniano e instalar un régimen pro-ruso sostenible en Kiev".

Para el director de la CIA, William Burns, "Creo que (Putin) está mucho más aislado de otros puntos de vista y de personas que le desafiarían o cuestionarían, pero en mi opinión eso no lo vuelve loco, pero los hace (a los rusos) extremadamente difíciles de tratar debido al endurecimiento de sus puntos de vista y un estrechamiento de su círculo íntimo".

Así, Burns ha recalcado que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha comentado tanto en privado como en público a lo largo de los años "que no cree que Ucrania sea un país real" y ha dicho que "está equivocado en eso". "Los países reales se defienden. Y eso es lo que los ucranianos han hecho de manera bastante heroica en los últimos doce días", aseguró en reciente entrevista a la cadena ABC News.

En este sentido, ha asegurado que "la reacción occidental y la resolución de los aliados" han "inquietado" al presidente ruso. "Creo que lo ha inquietado el desempeño de su propio Ejército", sostuvo al tiempo que enfatizó que "los países grandes no pueden tragarse a los países pequeños solo porque pueden".

"Evaluamos que Moscú subestimó la fuerza de la resistencia de Ucrania y el grado de desafíos militares internos que estamos observando, que incluyen un plan mal construido, problemas de moral y problemas logísticos considerables”, señaló Haines.


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Evitar que la guerra se degenere

Estados Unidos quiere ayudar a Kiev a resistir, pero siempre limitando el conflicto a Ucrania para evitar que degenere en una "Tercera Guerra Mundial".

La estrategia militar de Washington consiste en ceñirse a esas exigencias, según declaraciones de líderes estadounidenses y entrevistas realizadas por la AFP a funcionarios que han pedido permanecer en el anonimato. 

La guerra en Ucrania "podría no terminarse pronto", estimó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, durante una gira por Europa. 

La inteligencia estadounidense temía inicialmente una guerra relámpago que provocaría la caída de Kiev en cuestión de días. 

Pero el Pentágono constató rápidamente "retrasos" en los planes de batalla, debido a problemas logísticos y a una "resistencia" más "creativa" de lo esperado.

Los militares estadounidenses son bastante pesimistas a corto plazo, debido al efecto masivo del asalto ruso. Porque "no debemos subestimar" la "potencia de fuego" de Moscú, resume un funcionario de defensa estadounidense.

La situación "empeorará probablemente antes de mejorar", advirtió Antony Blinken. Pero Vladimir Putin "está condenado a perder", zanjó. 

En privado, los funcionarios estadounidenses van más lejos y no dudan en afirmar que el presidente ruso ya ha perdido. Y en función de ello adaptan su estrategia. 

La prioridad: seguir ayudando masivamente a la resistencia ucraniana para que aguante, aunque las ciudades empiecen a caer.

Los estadounidenses han establecido un "intercambio considerable de información y de inteligencia con Ucrania", explica un diplomático, sobre todo para permitir que la defensa antiaérea frustre algunos de los ataques rusos. 

Ya se entregó una ayuda militar sin precedentes de 350 millones de dólares (322 millones de euros) anunciada a finales de febrero, en gran parte al ejército ucraniano en forma de misiles antitanque Javelin y misiles antiaéreos Stinger.

Estados Unidos desembolsará ahora una nueva partida de al menos 10.000 millones de dólares (9.200 millones de euros), que incluye un apartado económico y otro humanitario, así como más armas y municiones.

Será una ayuda militar "sin límite" siempre que no se trate de armamento pesado, promete un funcionario estadounidense.

Porque el gran temor de los estadounidenses es que Vladimir Putin se sienta "provocado" y extienda la guerra más allá de Ucrania, con el riesgo de una confrontación directa, potencialmente nuclear, con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Por lo tanto, se trata de "contener al presidente ruso", aseguran varios funcionarios estadounidenses.

Línea roja

Otro funcionario resume así esa línea roja: "No queremos la Tercera Guerra Mundial". 

Incluso antes de la invasión rusa, el presidente Biden había advertido de que cualquier participación directa en Ucrania provocaría "una guerra mundial" y dio órdenes para evitarlo, lo que limita la capacidad de intervención estadounidense. 

Washington se centra, por lo tanto, en los despliegues preventivos y disuasorios de soldados en los países aliados a las puertas de Rusia y descarta cualquier opción que Putin pueda interpretar como un escalamiento para evitar que un país de la OTAN sea considerado por Moscú como "cobeligerante" con Ucrania

Si los rusos atacan las fuerzas de un Estado miembro de la Alianza Transatlántica, todos los demás, incluido Estados Unidos, tendrían que acudir en su ayuda militar en nombre del sacrosanto artículo 5 del tratado que Joe Biden se ha comprometido a respetar. 

Tanto Estados Unidos como la OTAN descartaron establecer una zona de exclusión aérea sobre el país atacado, que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski pidió a gritos. 

Y es que para imponerla, los aviones de la Alianza deberían derribar a los cazas rusos, y "esto podría conducir a una guerra total", explicó Blinken. 

Por la misma razón, Estados Unidos no parece muy convencido ante la posibilidad de que países de Europa del Este como Polonia entreguen a Kiev aviones de combate de fabricación soviética que las fuerzas ucranianas saben manejar.

Esta semana Biden descartó tal posibilidad ante el alto riesgo de que ello sea combustible para una gran guerra y ha enfocado su estrategia en imponer fuertes sanciones que iniciaron con las financieras, siguieron con el embargo al petróleo, gas y carbón ruso para encaminarse ahora a excluir a Rusia del comercio internacional.

Es decir, aumentar la presión sobre el Kremlin a golpe de sanciones, con la esperanza de que Vladimir Putin llegue a la conclusión de que continuar con la guerra es más costoso para él que retirarse. 

Para ello, es necesario mantener abiertos los canales diplomáticos para ofrecerle "puertas de salida". 

Los estadounidenses han cesado los contactos de alto nivel con los rusos desde el 24 de febrero, pero quieren y han visto con muy buenos ojos que otros lo hagan, como acaba de ocurrir con el encuentro de cancilleres ruso y ucraniano gracias a la mediación de Turquía.

También el intento de mediación de Israel o la llamada de Blinken al ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, en un momento en el que China, que presume de su amistad "ilimitada" con Rusia, no descarta mediar.