Sociedades americanas: repercusiones religiosas en la política | El Nuevo Siglo
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Domingo, 22 de Mayo de 2022
Giovanni Reyes

Las influencias religiosas en los procesos políticos latinoamericanos han tenido un último evento en las elecciones presidenciales de Costa Rica, llevadas a cabo en abril y mayo pasados, con sus dos rondas de votación. Rodrigo Chaves es ahora el nuevo mandatario y su ascenso al poder tiene como mínimo, dos implicaciones importantes: (i) reafirma lo que sería el fin o el desgaste por demás pronunciado de los partidos tradicionales en su país; y (ii) subraya la importancia de los grupos neopentecostales en la política.

Comprender la influencia de estos grupos en las luchas electorales se ubica en la senda de lo que sería la contravía del juego eminentemente civil por el poder representativo. Es de tomar en consideración que el proceso de secularización, es decir del paso de lo eclesiástico a lo civil, tuvo un importante punto de inflexión a partir de la Revolución Francesa, en el Siglo XVIII, el Siglo de las Luces. 

Esto constituyó un relevante hito en el desarrollo de la humanidad, mediante el cual -con todas las ventajas y riesgos que implicaba, y que tiene aún hoy en día- el centralismo más metafísico o teocéntrico, fue substituido por nuestra fe en la razón, el esfuerzo, el trabajo creativo, la solidaridad social, la preeminencia de la lógica, la persona humana y la sociedad.

Como parte de esa transformación de la Revolución Francesa, del inicio de la Edad Contemporánea de la humanidad, se tiene el concepto de la división de poderes. Este principio fue uno de los postulados centrales de la obra de Charles Louis de Montesquieu (1689-1755) “El Espíritu de las Leyes”, publicado en 1748. 

Se trata de un planteamiento por demás fundamental en el concepto de conducción política de la sociedad al margen de las creencias religiosas y conforme el cual, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial deben operar con autonomía, aunque siguiendo la convergencia de intereses y finalidades de toda una nación.

No obstante, esos cimientos de nuestras instituciones no dejan de ser en buena parte un mito al considerar las condicionantes sociales actuales. Allí encaja el mencionado caso de Costa Rica. Esas nociones de la Ilustración del Siglo XVIII, del gran valor del conocimiento, del humanismo, del alejamiento de las creencias religiosas, están llegado a ser planteamientos, muchas veces, más basados en el “pensar y hablar con el deseo” que en la realidad. 



En particular esto se hace presente con mayor evidencia en los procesos electorales, tanto de Estados Unidos como de América Latina.

Es cierto que en el caso de Costa Rica ha existido desgaste notorio de los partidos tradicionales, pero son los grupos cristianos alentados luego del Concilio Vaticano II, de los años sesenta, quienes han planteado una propuesta atractiva para decepcionados grupos de electores. Uno de los más distinguidos indicadores lo tenemos, al respecto, en el comportamiento psico-social de grandes grupos humanos a la hora de votar. 

Y no sólo es Latinoamérica. En la situación de Estados Unidos, el fenómeno Donald Trump se inscribe en estas tendencias de corte premoderno. No fue tan importante que Trump desinformara o mintiera abiertamente. Sus seguidores lo han continuado apoyando, más allá de los acontecimientos del 6 de enero de 2021 y de los constantes llamados a que “las elecciones fueron robadas” sin que al respecto se aporten pruebas.

Véase cómo los seguidores de Trump son esencialmente vehementes, seres que parecen tener la creencia ensimismada, sin prestar mayor consideración a las evidencias. Es el pensamiento que busca su propia profecía. En medio de las redes sociales y las “posverdades”, esto es las mentiras, parecieran vivir en una realidad propia o alternativa, de grupo.

En el caso latinoamericano, países en donde los neo-pentecostales cristianos han influido notablemente en la política serían Guatemala, Costa Rica y Brasil, para sólo mencionar los casos más notables.  En esas naciones han llegado a colocar presidentes. Véase el caso especialmente importante, por el gran peso de Brasil en la región, que ha llegado a tener la elección del excapitán Jair Bolsonaro. No sólo por los métodos religiosos y de persuasión basada en la subjetividad colectiva, sino por el impacto que indudablemente tienen en toda la sociedad.

Muchas veces, grandes conglomerados desean creer, poner su fe en un contexto de subjetividad emotiva “arrasadora”. He allí el papel de las iglesias en particular las neo-pentecostales.  Allí están los planteamientos que eluden responsabilidad, para dejar las cosas “en manos de Dios”.  Se trata de una evasión que no pocas veces se nutre del alejamiento de la realidad tanto en el ámbito individual como de grupo.

Es evidente que los gobernantes latinoamericanos tratan de no entrar en conflicto con las iglesias, incluyendo la católica tradicional. Nadie que desee conservar y ampliar su cuota de poder político -que es la lógica de los políticos en general- debe buscar roces o abierto choque con instituciones que calan o influencian hondamente en grandes conglomerados sociales. Instituciones que son ejes de poder real, especialmente en sectores rurales o urbano-marginales.

Es paradójico que todo esto ocurra cuando más necesitamos de conocimiento y de actuar conforme a planteamientos científicos, sobre la base de hechos corroborables. Tómese en cuenta que debemos encarar una pandemia no totalmente superada, una indiscutible crisis económica actual y el cambio climático. Ahora que tenemos más acceso a conocimiento mediante modernos medios de comunicación, es ahora cuando aún prevalecen esos rasgos de la influencia más de creencias que en formas de pensar.

De nuevo, lo indispensable que son los procesos de educación en cobertura y calidad. La evidencia, en el marco de lo premoderno señala que, ciertamente, esas características de atraso no contribuyen a acelerar procesos de desarrollo en los diferentes países.

* Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Titular, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna).